LA CRÓNICA DE MADRID

Daniel el Travieso


domingo 10 octubre, 2021

El sexto de Santi Domecq le cierra la Puerta Grande a Luque, que se queda en una oreja arrancada a un toro de lidia imposible; Perera templó sin espada y El Juli bailó con la más fea

Daniel Luque

Marco A. Hierro / Foto: Andrea Acosta

Daniel el Travieso vino a liarla a Las Ventas. Se presentó de blanco y plata, inmaculado como un angelito que nunca hubiese roto un plato. Pero cuando salió de allí, por su pie y no en hombros, como hubiese merecido su actitud, le iban arrastrando los bemoles por debajo del vestido, tinto en sangre. Y eso que hablamos de un tipo que sabe levantar al aficionado del asiento con el ralentí de un lance, pero lo de hoy… Lo de hoy fue por la heroica.

Lo fue porque no se si habrá más de tres toreros en el escalafón de hoy capaces de pegarle pases a ese tercero amenazante y peligroso, de aviso constante de hule, al que no le quedó más remedio que embestir por el sitio que pisó Daniel. Travieso fue por su intención de sacar toro y muleta por detrás de su figura erguida, apostando a que no llegaba el avieso animal a tocarle un alamar. Porque sabía que había que entregarle, que no había más remedio que poner los muslos si quería rascar el premio con un toro como aquel. Y lo puso caro.

Tanto que de nada le sirvieron a Luque los lances iniciales, bien trazados, pero simples en comparación con el valor que demostró después. Tuvo que imponerse primero, comprender la exigencia del animal y ponerse después donde huele a yesca caliente. Y allí soportar coladas, gañafones y navajazos sin desistir de su intención de torear. Y cuando voló la muleta diestra en una serie limpia y gobernadora, Daniel, el sevillano Travieso, comprendió que lo había logrado. Que si se tiraba sobre el morrillo para pegarle un sopapo certero aquel Manchego venía con premio. Y se tiró despacio, derecho y seguro para tirarlo sin puntilla. Y llegó, claro. Llegó la primera oreja, que le abría media hoja de la puerta más importante del mundo.

La otra se la fiaba al sexto, un castaño de Santi Domecq con presencia y con hechuras, quizá el único del envío del hierro titular que las tenía. Y cuando lo saludó con casi una docena de lances de buen trazo y los abrochó con una media al ralentí pareció cosa hecha su segunda puerta grande. Antes había intervenido en el quite del toro anterior, de buena fábrica en actitud y trazo, a pesar de que eligiese chicuelinas uno que torea tan bien con el percal. Todo estaba a favor de obra. Pero comenzó a agriarse, y cuando llegó a manos de Daniel, que había brindado al público por haberle visto la calidad, ya parecía el mismísimo Belcebú. Y renegó de trapos, y se negó a caminar, y se empeñó en buscar los tobillos, reponiendo y volviendo sobre las manos para buscar lo que dejaba atrás. Y Luque tragando pitón muy cerca de la zona del hule. Porque había venido a liarla y sin liarla no se quería ir. Pero fue demasiado escaso el argumento del sexto, ni siquiera para jugarse el pellejo y conseguir torear al final. Y Luque se quedó sin su premio porque se lo arrebató el de Santi Domecq.

Pero es que no funcionó el encierro del más valorado del pasado año. Ni siquiera cuando el quinto, el más potable del envío -escurrido y de preocupante escasez de raza- se deslizó con largura en la precisa muleta de un Perera tremendamente templado. Y eso que no se cebó en exprimirlo desde el principio, sino que maceró sus virtudes e intentó afianzar su fuelle para que pareciese enemigo a la altura de un torero con tanto poder. Pero ni así terminó de servir el toro. Tampoco el segundo, un remiendo de La Ventana del Puerto al que se le acabó el fondo antes de que valiese su humillada nobleza.

Peor fue lo de El Juli, que abrió plaza con un semoviente sin raza ni virtud con el hierro titular y se entretuvo en sacarle un par de series de mano diestra con media muleta arrastrada, embarcando en Cuenca y vaciando en Nueva York, al otro remiendo de La Ventana, que tampoco sirvió para mitigar el mal sabor ganadero que dejó la tarde de hoy.

Y sólo la actitud de Daniel, que vino a hacer travesuras a la plaza que lo ha visto torear tan bien, estuvo a punto de valer oro. Pero tendrá que esperar a que llegue -y llegará- una mejor ocasión.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Penúltima de la Feria de Otoño. Corrida de toros. Lleno de No Hay Billetes en el aforo permitido en septiembre.

Cuatro toros de Santiago Domecq y dos, segundo y cuarto, de La Ventana del Puerto. Protestón, remiso y pegajoso el inválido primero; humillador con clase y sin fuelle ni raza el segundo; díscolo, medidor y peligroso el tercero; de arrancadas sucias el incómodo cuarto; noble y obediente a menos el quinto; reponedor y complicado el castaño sexto.

El Juli, silencio y ovación.

Miguel Ángel Perera, ovación y ovación.

Daniel Luque, oreja y ovación