«Lo he vivido como una experiencia nueva, pero hacía mucho tiempo que no disfrutaba cuajando un toro en Madrid. He visto al público muy metido en la faena y eso me ha hecho vivir cosas muy bonitas. El toro tenía cosas muy buenas, pero había que apostarle mucho para que fuera un poquito más franco. Por eso me ha permitido estar con él entregado y recuperar sensaciones que tenía olvidadas», explicó Morante.
«El cuarto ha sido muy manso y muy deslucido y, más que por la mano, estoy dolorido por el comportamiento del toro. Esta era una prueba de fuego para mí, porque he conseguido muchas cosas en el toreo, pero no he conseguido mi sueño de abrir la puerta grande de Madrid. Pero las circunstancias mandan…», sentenció el de La Puebla.