EL TENDIDO DE LOS SASTRES

Cumbre de Ginés Marín


martes 12 octubre, 2021



Las Ventas
Ginés Marín, brindando un toro en una tarde de lleno en Las Ventas. © Luis Sánchez Olmedo

Cultura o contracultura, el toreo grande puso a todos de acuerdo en Las Ventas, engalanada como la ocasión merecía, las banderas de España en armonía con las de la América taurina (que también sufre en sus carnes la pandemia y el acoso de animalistas y políticos), Suspiros de España poniendo al paseíllo emotiva banda sonora, el gentío ilusionado como sólo ocurre cuando se barrunta algo grande…

Morante era el centro de todos los anhelos que se hubiesen cumplido de no ser porque su segundo de Alcurrucén le cerró la puerta grande entreabierta tras su soberbia actuación con capote y muleta en el que abría plaza.

Pero fue Ginés Marín quien cruzó el umbral de la gloria después de una faena al sexto de esas que encumbran a un torero. «Secretario» se llamaba el gran toro de Alcurrucén y sirvió para levantar acta de un toreo al natural excelso.

Ginés Marín, que tiene un concepto clásico del toreo aunque a veces se difumina en otros derroteros más efectistas, se demostró a sí mismo y a todos, que torea como los ángeles, por pulso, embroque y trazo. No hicieron falta sumar muchas series, tampoco intercalar alardes. Tres tandas de naturales hicieron rugir a todos.

Ginés llevaba al toro toreado de principio a fin, con lentitud, enroscado. El toreo más puro en su máxima expresión. Por eso, cuando se fue tras la espada en rectitud, las 11.000 y pico almas iban con él. En la tarde de Morante, apareció Ginés Marín. 

La gloria del toreo , que pudo ser tragedia en el primero de López Simón (mis respetos, torero), llevaba a hombros a Ginés Marín entre una muchedumbre (desmedidamente) enfervorizada, Y en los tendidos, muchos jóvenes, esos a los que un Gobierno sectario les dice que el toreo no es cultura Sabrán ellos.

Y ellas ¿eh, Yolanda?