ENTREVISTA

«Donde hay que sacar la raza porque no te pongan en Ferias que mereces estar es en tardes como la de ayer»


lunes 4 octubre, 2021

Manuel Escribano analiza con CULTORO el triunfo acaecido en la Real Maestranza este domingo, donde trenzó el paseíllo al lado de Morante y Pepe Moral y le cortó dos orejas a su primer toro de Miura.

Escribano Cambiado

«Donde hay que sacar la raza porque no te pongan en Ferias que mereces estar es tardes como la de ayer en Sevilla«. Con estas palabras de arrebato, Manuel Escribano analiza con CULTORO el triunfo acaecido en la Real Maestranza este domingo, donde trenzó el paseíllo al lado de Morante y Pepe Moral y le cortó dos orejas a su primer toro de Miura.

Fue una tarde “en la que disfruté mucho, sobre todo por el ambientazo había en la plaza, por el día que se respiraba, por lo que significaba esta tarde en el calendario taurino…”, describe el matador sevillano. “Estuve disfrutando mucho desde que llegué, con esa calle Iris a reventar, al verme al lado de un torero como Morante y de un amigo como Pepe Moral. Fue increíble”, confiesa el de Gerena.

Así describe Escribano la faena a su primer toro al que desorejó tras romperse a diestras

A su primero, un gran toro de Miura, le cortó Escribano tras una faena de gran temple y cadencia. Mostró sus intenciones cuando se fue a recibir a portagayola al primero de su lote. Un toro al que aprovecharía las inercias para dejar un buen recibo a la verónica. Un astado con movilidad que tranqueó en banderillas y al que lo citó en el centro del anillo el de Gerena para dejar ajustadísimos cambiados por la espalda.

Fue un toro de Miura que solo quería muleta. Lo llevó siempre largo y templado Escribano, desenmuñecando en el momento preciso para templar y pulsear su embestida. Le dosificó en los primeros muletazos, siempre a media alturita y en línea. Toro con fijeza, galope, ritmo y humillación. Astado que se ralentizó a derechas. Por el izquierdo embistió siempre con la cara altita y por dentro. Le dejó siempre la pañosa puesta, acertando en alturas y distancias. El pulso fue clave para que el Miura agarrara temple.

“Fue una obra redonda de principio a fin, desde que saludé en la puerta de chiqueros el animal, los lances de después, el tercio de banderillas, cómo pude torearlo con la muleta largo y templado, sin que me tocase los chismes. Me quedé con ganas de poderle pegar una tanda rematada por el lado izquierdo, pero venía muy para adentro. Sin ser desagradable, a él le costaba más trabajo por ahí”, describe Escribano.

Se vio en él una de las versiones más importantes de Escribano en Sevilla. Encajado y muy torero anduvo un espada que le consiguió dar una vuelta de tuerca más a su toreo. Por el izquierdo vino el percance, se metió el toro por dentro y se lo echó a los lomos. Dos derrotes fortísimos que dejaron aturdido a Escribano. La épica se hizo presente. No se miró Manuel y volvió a la cara del animal. La plaza estaba sobrecogida. Tras una gran estocada le fueron concedidas las dos orejas por una plaza entregada a su actuación. La cerrada ovación con la que se despidió a ‘Cuajadito’ fue el justo premio para un toro con grandes virtudes.

“Son tardes en las que hay que disfrutar, en las que sabes que lo vas a dar todo, que todo va a merecer la pena y “no cuesta trabajo” volver a coger la mano izquierda y jugarte la vida, por eso lo hice de nuevo”, argumenta el torero.

El impás entre el primer toro de su lote y el segundo: “Me armé de paciencia”

El impás entre el primer toro de su lote y el segundo fue un momento en el que el torero tuvo que armarse de paciencia: “Intentamos serenarnos, no perder la concentración, no perder la intensidad en todo momento en la mente y el cuerpo. En esos momentos, te puede entrar ansiedad y esas ganas de cortar las orejas… pero me lo tomé igual que me había tomado toda la tarde. Si me daba la mínima opción el toro, iba a conseguir la Puerta del Príncipe. Estaba pendiente de mis compañeros, de ver torear a los demás… y de pensar en lo que iba a venir”, asegura Escribano.

Su segundo toro: todo un barrabás

No le dio opciones el quinto para abrir la Puerta del Príncipe. Un toro muy deslucido, el cual siempre estuvo detrás de la mata. Expuso una enormidad en el saludo a portagayola con el toro soltando la cara por encima de la hombrera. Muy meritorio fue el posterior toreo a la verónica, siempre perdiendo pasos para acrecentar su movilidad. Peleó desigualmente en el jaco, desarrollando sentido conforme avanzaba su lidia. Siempre midiendo un animal que iba con el freno de mano puesto. Toro siempre dormidito en los trastos, por alto se defendía. Un Miura al que Escribano toreó siempre a media altura, templado en muletazos desiguales la sosería del astado. Toro muy caminador y falto de entrega. Un animal sin armonía en sus embestidas, se hacía siempre el tonto intentando darle coba a Escribano. Por el derecho se tragaba los dos primeros, pero a partir del tercero se quedaba a mitad de la suerte. Muy centrado un Escribano que acertó en llevarlo siempre a media altura, siempre con la muleta retrasada, pero ni por esas.

“Fue el típico toro de Miura que embiste con el hocico para arriba, por el pitón de fuera… no transmitía arriba y no tuvo opciones”, destaca Manuel. “Un barrabás auténtico, fue uno de Miura malo en toda regla”, señala.

Datilero, en el recuerdo

Y Datilero, el toro que lo rescató del pozo en 2013, en el recuerdo: “La de mi primero fue una faena que me recordó mucho Datilero, a pesar de ser momentos distintos. Imagínate todo lo que ha pasado por mi carrera desde entonces. Ese toro es añorado, es recordado y es una faena que de igual modo la viví con intensidad bárbara”, dice Manuel.  

Por último, y a la pregunta de cómo analiza que ni él ni Sergio Serrano -ambos cortaron oreja en Madrid en junio- estén en la Feria de Otoño, Escribano expone que “donde hay que sacar la raza porque no te pongan en Ferias que mereces estar es en tardes como la de Miura en Sevilla. Por mucho que te puedas cabrear, que puedas decir lo que piensas, eso no vale para nada. Al final, tú te tienes que sentir bien con lo que haces, y allá con lo que hagan los demás. Me da pena no haber estado en Otoño, pero el año que viene si Dios quiere estaré en San Isidro”, concluye.

FOTOS: ARJONA – PAGÉS