EL TENDIDO DE LOS SASTRES

El rapero y el concejal


viernes 12 febrero, 2021

Anda la crema de la intelectualidad en pie de guerra por la condena carcelaria que uno de estos días llevará a prisión a un rapero de nombre Pablo Hasél. Y entretanto sale un concejal de Espartinas...

Anda la crema de la intelectualidad en pie de guerra por la condena carcelaria que uno de estos días llevará a prisión a un rapero de nombre Pablo Hasél. Y entretanto sale un concejal de Espartinas...

Anda la crema de la intelectualidad en pie de guerra por la condena carcelaria que uno de estos días llevará a prisión a un rapero de nombre Pablo Hasél, que se autoproclama de izquierdas y se distingue (sic) por entonar ripios con poca gracia y tener el dedo fácil a la hora de tuitear, haciendo del insulto argumento y con la casa Real como principal objetivo. El tal Hasél, de la misma cuerda que su colega Valtonyc (fugado a Waterloo, con el ínclito Puigdemont), reivindica la libertad de expresión como coartada para sus vómitos y a esa bandera se han sumado en su defensa, cantantes, escritores, cineastas, periodistas…recordando los viejos tiempos de los “abajofirmantes”, pero con menos riesgos.

La libertad de expresión es elemento fundamental- sacrosanto,  diría-  en una sociedad democrática,  pero invocarla según y cómo es una afrenta a cuantos, antes y ahora y en cualquier lugar del mundo, han sufrido silencios, prohibiciones, persecuciones y cárcel. Son muchos y dolorosos los ejemplos y si  de España y de tiempos no tan lejanos hablamos,  durante el franquismo y aún en la transición democrática, todo los tenemos en la memoria.

Por eso, que en el “manifiesto de la cultura” para pedir la libertad del rapero se invoque a la libertad de creación artística provoca sonrojo.

¿Es libertad de creación artística escribir tuits?

Y si de tuits se trata, el rapero Hasél escribió, a las pocas horas de la cornada mortal de Víctor Barrio en Teruel: “Si todas las corridas de toros acabaran como la de Víctor Barrio más de uno íbamos a verlas”.  Qué arte tiene el tío.

El desconcierto ideológico de la izquierda la ha llevado a abrazar no causas perdidas (que en eso está parte de su mejor esencia) sino disparates conceptuales y bajezas morales como la antedicha. Y esa senda sin brújula hoy mismo suma al concejal de Izquierda Unida en Espartinas, pueblo del Alfaraje sevillano, cuna de una dinastía torera encabezada por Antonio Ruiz, padre de Juan Antonio Ruíz «Espartaco» y sus hermanos; los también hermanos Javier y Borja Jiménez o Agustín de Espartinas, quien, sin comerlo ni beberlo, ha sido el detonante de una nueva tropelía política contra el toreo.

Al bueno de Agustín, que ahora pertenece a las filas de los toreros de plata (sí, los mismos a los que la ministra podemita  niega los dineros que por Ley les corresponde) no se le ocurrió otra cosa que, en los días de lluvia y frío,  solicitar algún equipamiento deportivo municipal para sus entrenamientos de salón. Solicitud denegada por, dijeron, no ser la tauromaquia una actividad deportiva. Según informa Jesús Bayort en ABC, preguntado el concejal del ramo, este dejó claro que no habría obstáculo para que en el pabellón deportivo se dieran actividades culturales o lúdicas.

Es decir, el concejal de Cultura (nacido en Gelves, para más inri), de un plumazo denegaba la condición de la Tauromaquia como hecho cultural, saltándose a la torera la consideración de ésta como Bien de Interés Cultural, algo que tan a menudo hacen sus correligionarios. El susodicho servidor público (sic) pertenece a Izquierda Unida y- escribe Bayort- preguntado por esa negativa, su respuesta fue: “ En nuestra ideología política no tiene sitio la tauromaquia”, antes de extenderse en su propósito de prohibir cualquier manifestación de maltrato animal, en lo que incluye al toreo. Así, por sus cojones morenos- con perdón y acogiéndome  a la libertad de expresión-.

El rapero, el concejal… suma y sigue. Qué pena da todo, la verdad.