EDITORIAL

Se busca golfo dispuesto


martes 9 febrero, 2021

El Ayuntamiento de Algeciras ha publicado un pliego de condiciones para Las Palomas sólo apto para sinvergüenzas o ingenuos -que se convertirán en sinvergüenzas al no poder responder.

El Ayuntamiento de Algeciras ha publicado un pliego de condiciones para Las Palomas sólo apto para sinvergüenzas o ingenuos -que se convertirán en sinvergüenzas al no poder responder.

En España no se lee. Ni se habla, que es peor. Si no, no nos explicamos cómo es posible que el Ayuntamiento de Algeciras, una entidad pública destinada a velar por el bien de los suyos -sus contribuyentes, que son los que tienen la tasa de paro más alta de todo el país-, publique un pliego de condiciones para concursar por la plaza de toros de Las Palomas completamente utópico y fuera de toda posibilidad para cualquier empresario medianamente serio o con la experiencia suficiente para saber que presentar oferta es entrar en una ratonera.

Una ratonera con las condiciones al alza y las pretensiones fuera de todo sentido común, pero también fuera de toda tendencia en el país. Porque los demás, aunque de forma insuficiente, sí han comprendido que las circunstancias económicas, sociales, laborales y sanitarias del país son infinitamente peores que en 2016, fecha de la última salida a concurso del coso de Las Palomas. Entonces se exigía un canon de 3.000 euros y una par de corridas de toros con una novillada, además de otras cuestiones técnicas que permitían cierta viabilidad en la asunción de la empresa. Pero todo cambia, y este tiempo ha servido para comprender que la plaza sólo es verdaderamente rentable anunciando a José Tomás -y allí estuvo el monstruo madrileño-.

Cinco años más tarde, una pandemia mundial por en medio, una crisis a todos los niveles en pleno auge y una tasa de paro de casi el 34 por ciento, el Consistorio del municipio gaditano se descuelga elevando al doble el canon de la plaza -de 3.000 a 6.000 euros-, exigiendo tres corridas de toros -la plaza de Sevilla anda meditando si dar seis festejos en todo el año- y valorando, además, con 40 puntos en el concurso, toda propuesta al alza del canon referido. Y luego, como medida de concienciación con la que está cayendo, baja el precio de las entradas. ¡Qué buenos son los padres Escolapios…!

Sólo con eso basta para preguntarle al Ayuntamiento si está en este mundo o vive en uno paralelo, pero no se vayan todavía, que aún hay más.

Un canon de 6.000 euros no parece excesivo para una plaza de tres festejos y más de 11.000 espectadores de capacidad. Y no lo sería si fuera cierto -por más que doblar el incremento siga siendo una machada ilógica por parte de la propiedad-. Pero no lo es. En primer lugar porque, además del canon, el Ayuntamiento exige 250 entradas por día (y no le vale cualquier cosa, claro), lo que supone unos 43.000 euros totales que la empresa deja de ingresar, a lo que se suma el palco que tiene el Consistorio en el recinto más los 10 pases de callejón diarios que también se reflejan en las condiciones.

Pero falta la guinda del pastel. El Gobierno municipal, en su magnánimo interés por fomentar la afición taurina, exige la organización y de unas jornadas culturales taurinas aparejadas a la celebración de la feria. Y si nos ponemos a hacer números, entre comidas, cenas, desplazamientos, hoteles y algún que otro caché que haya que pagar a los conferenciantes, se pone la broma en 15.000 pavos sin pestañear.

En resumen; entre pitos y flautas, la broma de ser empresario de Algeciras los próximos años sale por unos 70.000 euros anuales para el que tenga arrestos de presentar propuesta. Toda una declaración de que el Ayuntamiento no busca empresario serio, sino golfo dispuesto a prometer hasta meter. O ingenuo e inexperto pipiolo al que se le dan mal las sumas y que se ve con un marrón de 300.000 machacantes al que no puede hacer frente y se convierte, por tanto, en un golfo. En ambos casos, señores del Consistorio algecireño, le han hecho ustedes un flaco favor a la tauromaquia que dicen defender.

Lo preocupante de todo esto no es que los empresarios serios ni se planteen siquiera presentar una oferta; lo triste es que se lo tengamos que explicar…