LA CRÓNICA DE VISTALEGRE

Esquemas patas arriba


viernes 21 mayo, 2021

Diego Urdiales hace el toreo que encierra misterios y desmadeja una tarde de máxima exigencia para Roca Rey y José María Manzanares

Diego Urdiales hace el toreo que encierra misterios y desmadeja una tarde de máxima exigencia para Roca Rey y José María Manzanares

Hasta las manillas se puso Vistalegre el viernes que Roca Rey hacía su segundo paseíllo en esta feria. La mejor entrada del ciclo soportaba Manzanares sobre su maltrecha espalda cuando el himno nacional coronaba el paseíllo, tras el minuto de silencio por Paco Brines que pedía con fervor –y razón- Paco March. Un ambiente diseñado para el triunfo que terminó comprendiendo que eso de triunfar, en el toro, es mucho más elástico de lo que pueda parecer.

Si a triunfar se le llama a pasear despojos, recibir ovaciones y subir fotos a las redes sociales, fueron dos los toreros que llegaron esta tarde para triunfar con el corridón de toros que venía de Guadalix. Lo cierto es que no era apta para ese tipo de triunfo la corrida de Victoriano, que exigía imposición, firmeza y gobierno para que su atolondrado pasar se convirtiese en embestida. Pero eso no se hace sólo con poner la muleta, citar y esperar que aquello pase con mayor o menor técnica y el poso que te dan los cientos de toros que despachas cada año. Eso se logra cuando estás dispuesto a ir contra la corriente y reventar los esquemas. Eso es fácil cuando eres Diego Urdiales.

Cuando llevas a la espalda la mochila del concepto, la verdad y el lenguaje que te hace vivir no es tan difícil tirar de valor para macizar los cimientos del toreo en el que crees. Y lo de menos entonces son los trofeos que te caen en las manos, por mucho que los exijan los que ponen trabas para entrar en los carteles. Lo de menos es cómo escapas del genio entregado del toraco que hizo cuarto, un burraco imponente con más alzada que el de Arnedo.

Lo de menos es cómo escapas con bien; porque los naturales sueltos que quedaron cincelados en las memorias, un trincherazo a diestras cuando más protestaba el de Victoriano, los de pecho en línea recta para no irle a la contra al bou y la naturalidad en los remates, en un kikirikí sabroso, en un cambio de mano empujado desde el inicio… Todo eso no se logra con valor y técnica, con bagaje y verdad. Un tío no puede hablar en mandarín si jamás ha escuchado el lenguaje. El lenguaje de Diego, el de Arnedo, que dijo mil veces que prefería pintar fachadas que perder la dignidad y la digna forma de reventar corazones lo puso en el altar de la pureza. No está al alcance de casi nadie hablar esa lengua, pero todo el mundo la entiende. Porque la siente sin que nadie se lo explique. Y esa es la zona Urdiales.

A Roca Rey se lo explicaron mil veces, pero jamás será parecido a Diego, porque su lenguaje es otro, completamente distinto. Andrés tira de la emoción, de la seguridad, de la largura, de la lidia milagrosa para que te valgan todos los toros. Roca se pone en la línea porque tiene recursos sobrados para escapar con bien y con la simpatía del que aplaude en el tendido. Pero hoy –y eso sí que es noticia- no estuvo bien Andrés. Al menos, al nivel que él mismo puede estar.

A un nivel mayor –sin duda alguna- debe estar José María Manzanares, pero la ferralla de su espalda no es tampoco plato de gusto para mover su corpachón amoldándolo a la estética de su muleta. Había mucho más que torear en el amplio segundo y en el pedazo de toro que hizo quinto. Pero Manzana sabía que esta tarde no era para él y prefirió guardar las fuerzas para mejor ocasión. Porque las va a necesitar en breve.

También lo necesitará Urdiales si continúa a este nivel, pero es que su toreo es de culto, no de bulto, y la mayor desgracia que podría sufrir es que haya mucha gente en la comida cuando invite al maestro Romero a compartir afición. Tendré que comprender que todos querrán entonces estar a su lado.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros Palacio de Vistalegre. Octava de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Casi lleno en el aforo permitido. 

Toros de Victoriano del Río y uno, el tercero, de Toros de Cortés. Impecables de presentación y de máxima seriedad para la plaza. 

Diego Urdiales (rioja y azabache): ovación tras aviso y oreja. 

José María Manzanares (marino y oro): ovación tras aviso y ovación. 

Andrés Roca Rey (grana y oro): ovación tras aviso y ovación tras aviso. 

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO