SANLÚCAR DE BARRAMEDA

El Juli, “Faraón” y un indulto sin previo pacto


domingo 6 junio, 2021

Sin previa condena era la vida de un tercero de Santiago Domecq al que Juli cuajó de principio a fin antes de que se le indultase sin 'pacto'. Aguado volvió triunfal tras su percance.

Juli
Juli a hombros.

TEXTO: PABLO LÓPEZ RIOBO / FOTOS: EVA MORALES

La ciudad de Sanlúcar de Barrameda celebraba, este domingo 6 de junio, una corrida de toros por su Feria de la Manzanilla en la que se lidiaba un encierro de Santiago Domecq. El Juli y Pablo Aguado, que además volvía tras su grave cornada en Vistalegre, trenzaban el paseíllo en el coso de El Pino.

Y sin previa condena era la vida de un tercero de Santiago Domecq al que Juli cuajó de principio a fin antes de que se le indultase sin ‘pacto’. La bravura al servicio del toreo para crear una obra tan efímera como grandiosa. Esa vida que tanto Julián como Pablo entregan cada día al toro. Sin trampa ni cartón burlan a la muerte cada tarde para regalarle al aficionado eso que llevan dentro. Dos conceptos, dos estilos, dos toreros que hoy se vieron las caras en una tarde en la que la rivalidad entre ambos fue aparentemente inexistente. No ven al de enfrente como un acicate para su propio beneficio, sino que rivalizan con ellos mismos. Una rivalidad sana y bien entendida, la cual hoy no salió a relucir en forma de (pi)quites, sino con el toreo que aflora en el alma de cada uno. Una tarde en la que hubo gloria, ganó la vida a la muerte en una tarde en la que una divisa con la bandera del trabajo y el buen gusto tocó la gloria con las manos en una tarde que no hace sino reafirmar que van por el camino correcto.

Salió en primer lugar un noble aunque justito de raza primero de Santiago Domecq. Un toro que tuvo nobleza pero al que le faltó mayor entrega y humillación. Lo recibió a la verónica El Juli en un templado saludo capotero de mano baja. Un recibo a la verónica con el capotito muy corto, casi por la esclavina, El de Santiago Domecq embistió con cierta inercia en las telas, en un trasteo en el que había que medírselo todo para no quebrantarlo. Su inicio de faena fue tan suave como despacioso, tan lento como bello. Labor templada de un Juli que entendió lo que quería el toro en cada momento. Ligó series en redondo con buen trazo en un trasteo marca de la casa. La oreja fue un justo premio a una labor interesante.

En tercer lugar salió un toro de Santiago Domecq con el denominador común de la fijeza y la entrega. Un animal de gran calidad y humillación que cayó en las manos indicadas. Lo cuajó de principio a fin un Julián en sazón. Conoce la casa el madrileño como si fuera suya. Reatas, hechuras, comportamientos… Tuvo dos partes la faena, una primera en la que fue haciendo al toro y una segunda en la que le exigió una barbaridad por abajo. Comenzó por bajo en el tercio para sacarse luego al animal hacia el centro del anillo. Doblones que aunaron temple y mando. Faena de enganchar y soltar la embestida, de torear con las yemas. ‘Faraón’ lo quiso todo por abajo, pedía suavidad en los toques e ir siempre enganchado. Embistió siempre mejor en la media distancia. Todo fue sin inercias, de parado, ahí el toro la tomaba con mayor profundidad. Julián se arrebató en una faena de entrega total, de fé absoluta ante un astado al que había que sacarle esa bravura a base de temple y conocimiento. Nunca se afligió, es más, cogió mayor celo y ritmo cuanto más se le exigía. Toreó asentado en los riñones un Juli que nunca le dudó. El de Santiago Domecq tranqueó detrás de la pañosa, empujando hasta el final y volcando la cara, un toro que se sintió a gusto embistiendo y que se ganó la vida en una tarde en la que el madrileño se vació por completo ante una embestida tan entregada en la que se te podían ver las costuras sino estabas a su altura. La muleta siempre a ras de albero, los muletazos surgieron a cámara lenta, la plaza era un manicomio. Toro y torero se compenetraron de tal manera que aquello acabó en apoteosis. Tras la petición unánime del respetable la vida se hizo presente, ¡Larga vida a la bravura!

Los aceros se llevaron las orejas su la faena al quinto, un toro con más aristas de Santiago Domecq al que Julián fue encelando poco a poco. Un toro que tendía a quedarse cortito por el izquierdo, pero el cual, sin embargo, si tenía mayor celo a derechas. Fue El Juli jugando con las alturas y los terrenos para acrecentar las ganas de embestir de un toro al que había que llevar siempre muy enganchadito. Pulió el madrileño poco a poco los defectos de un toro que fue agarrando celo durante la faena, tal es así que en las postrimerías de su labor consiguió sacarle ese medio muletazo a zurdas que le faltaba. Un toro agradecido si se le hacían las cosas bien al que El Juli supo exprimir en una mitad de faena hacia adelante que caló en el respetable. Cambió las dos orejas por una cálida ovación por su mal uso de los aceros.

Aguado le realizó una faena de guante de seda al segundo de la tarde, un enclasado toro de Santiago Domecq de gran dulzura y entrega, pero con la fortaleza medida. Un ejemplar noble pero al que templó pero sin poder apretarle por su falta de empuje. Se durmió en los lances de recibo para posteriormente dejar un quite a media altura con gran sabor. Faena medida pero intensa, adornada con tontería dentro y fuera de la cara del animal. Le dio tiempos a este, le ayudó en muletazos, primero en línea recta y a media altura, y posteriormente mas semicirculares y bajando más la mano. Toreó al ralentí Pablo ante un toro que pedía media distancia y suavidad en los embroques. Lo cuajó por ambos pitones en un trasteo que caló en el respetable, pero no mató, se dejó las orejas en una succión de pinchazos que acabaron por emborronar una obra de gran estética y compás. Sonó un aviso, escuchando leves palmas. Justa ovación para el toro en el arrastre.

Si virtudes tuvo su hermano indultado, este cuarto no le anduvo a la zaga. Toro importante por su entrega, humillación y clase. Un astado al que había que llevar siempre sometido por su encastada embestida. Aguado supo canalizar en sus muñecas las arrancadas del enrazado animal en un trasteo con ciertos altibajos pero de gran naturalidad. Una labor en la que destacó su torerísimo inicio de faena con la rodilla genuflexa en la que acarició cada embestida. Se sacó al toro hacia el tercio toreando con ambas manos para acabar plasmando un natural de quilates yéndose de la cara del toro. Las dos trincherillas posteriores no se quedaron atrás, fueron seda pura, un monumento andante a la torería. Pero lo que tenía visos de convertirse en una gran obra acabó diluyéndose. Embarcó la embestida del castaño de Santiago Domecq para luego llevárselo detrás de la cadera en muletazos con hondura y plasticidad. Por el izquierdo le faltó un punto de entrega al animal, esa que sí tuvo, y a raudales por el derecho. Iba la faena camino del triunfo, pero un bajonazo y un pinchazo previo al uso del verduguillo dejó todo en una ovación.

Y salió ‘Comunero’, un buen toro de Santiago Domecq con el que estuvo templadísimo Aguado. Toreo de cintura y muñecas, expresión y naturalidad. Ya en los lances de recibo volvió a esbozar verónicas de fino trazo, para en la faena de muleta cuajar al buen toro de Santiago Domecq por ambos pitones. El sevillano volvió a dejar un torero comienzo de faena, para más tarde plasmar otra faena con el sello de la calidad. Se sintió Aguado en muletazos a compás, siempre embarcando la embestida e intentando reducir esta de mitad de muletazo en adelante. Faena que aunó torería, clase y mucha plasticidad. El de Santiago Domecq tuvo la virtud de la clase y la humillación. Todo lo quiso hacer despacio el sevillano, aprovechando las grandes cualidades de un toro idóneo para su toreo. Fresco de mente y con las ideas claras Aguado pudo entregarse totalmente a un toro con virtudes. Esas que supo aprovechar el diestro sevillano para cuajar a placer al animal. Una obra genial llena de armonía y sentido de la medida con una eclosión final a la altura de su toreo. El mejor Aguado se vio con una serie de naturales a pies juntos, continuada con otra por el lado derecho con el compás más abierto. Acabó de firmar su obra con una sensacional seria final marcada por la suavidad y la toreía. Esta vez anduvo más certero en la suerte suprema. Tras un pinchazo dejó una gran estocada, de fulminante efecto, que acabó llevando a sus manos los dos apéncices de un toro premiado con la vuelta al ruedo.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Corrida de la feria de la Manzanilla. No hay billetes en el aforo permitido. Toros de Santiago Domecq. Correctos de presentación y de interesante juego en líneas generales. Con temple y nobleza el manejable aunque a menos primero. De buena clase y con ritmo el humillador segundo. Indultado por su gran bravura y entrega sin inercias el importante tercero de nombre ‘Faraón’. Noble y con cierto ritmo el manejable cuarto. De buen pitón derecho el tecloso quinto. De gran clase y nobleza el codicioso sexto de nombre ‘Comunero’ premiado con la vuelta al ruedo.

Julián López ‘El Juli’ (Verde y plata): Oreja, dos orejas y rabo simbólicos y ovación.

Pablo Aguado (Burdeos y oro): Leves palmas tras aviso, ovación y dos orejas.

INCIDENCIAS: Al finalizar del paseíllo, sonó el Himno Nacional. Se desmonteró Iván García en el cuarto de la tarde. Tras pasear los máximos trofeos simbólicos del tercero, Julián López ‘El Juli’ dio la vuelta al ruedo con D. Rubén Orellana Gamaza, mayoral de la ganadería de Santiago Domecq. Actuó como sobresaliente Miguel Ángel Sánchez.