EDITORIAL

O la revolución o la muerte


martes 6 julio, 2021

La misma Diputación de Valencia que ahora hace del pliego de su plaza una subasta en toda regla ya obligó el pasado año a la empresa a soltar 35.000 euros en concepto de piso de plaza por dar una novillada sin caballos. Y le pedía 70.000 por dar toros en julio…

Valencia Toros

Cuestionaba hace hoy una semana en el cómodo callejón de Castellón el diputado de Asuntos Taurinos de Valencia, Toni Gázquez, la decisión de la que, hasta la suspensión del contrato, era la empresa gestora de la plaza de toros de Valencia. Y lo hacía con la soberbia de quien sabe que no pierde nada, porque todo lo que hable de la Fiesta ya es perder para quien manda en su partido. Por eso, con la creencia en la verdad absoluta al afirmar que una plaza de primera con más de 3.000 entradas vendidas por tarde es rentable, empujaba al peto de Simón Casas Production por negarse a dar toros en Julio.

Lo hacía un día antes de ser aprobado en la Diputación el nuevo pliego de la plaza de toros que, una vez más, condena a la nueva gestora del coso de la calle de Xátiva a asumir en sus costillas un pliego-subasta si quiere quedarse con ella. Y, a la postre, a su afición a asumir esa impopular y cuestionable forma de licitación de un coso PÚBLICO. De todos. Taurinos y no. De los que dan conciertos en este ruedo y no se les pasa por la misma criba económica y de los que amamos esta Fiesta universal y queremos ver a los nuevos valores taurinos del Levante pugnar por ser alguien. Desde 150.000 la oferta, oiga….

Y lo más indigno es que se hable de “defensa y promoción” del toreo a costa de un pliego-subasta que no pagarán sólo las figuras -que honrosamente se bajarán el sueldo-, sino desde el más humilde mulillero hasta el que vende pipas en la puerta, que acusará la condena al ostracismo por parte de la Diputación de una plaza y una afición de primera.

Fue al mismo Simón al que, hace quince días, las hienas se le echaban encima en redes y medios por defender que una plaza de primera y pública no podía abrir con sólo 3.000 entradas (4.000 oficialmente; 3.000 si restras invitaciones a Ayuntamientos y compromisos de la Diputación, algo que se incluye en el pliego ACTUAL, no en el nuevo), cuyo precio por cierto también interviene la Administración. El mismo Simón que vio cómo no cambiaba el pasado 29 de junio un ápice la restricción de esas 4.000 personas, a pesar de que algunos se frotaban las manos para que lo hiciese y dejase a la altura del betún el lógico planteamiento de Casas

Y es más: lo más cruel no es que te llamen p…, sino el retintín con el que te lo digan. Y dentro de la gravedad de los dos millones de euros perdidos por esta empresa en la década en la que ha intentado y conseguido recuperar el solar en el que SEROLO dejó la plaza de Valencia, lo más vil radica en los 35.000 euros que ésta debió pagar en concepto de piso de plaza el pasado año por dar una novillada sin caballos. Sí, han oído bien, una sin picadores. 35.000 lereles. Seis millones de las antiguas por un festejo de promoción prepandémico. Y si quería dar toros con 3.000 en el tendido este julio, tenía que soltar 70.000 por delante. De locos.

O de cuerdos para los socios de los que gobiernan, porque recordemos que Compromís es la escisión -igual de peligrosa- del partido que registró este mismo año una enmienda a la Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia con el objeto de incluir la prohibición de que los menores de edad puediesen asistir a los espectáculos taurinos; el partido que, hace seis meses, tachó al toreo de «un negocio de señores de la corte» y una forma de «control masculino sobre la naturaleza»; el partido cuya que contestó en enero una información de Cultoro falseando la realidad a su antojo para endosarle a la tauromaquia subvenciones que no percibe. Ese es el partido con el que el PSOE está pactando en Valencia. El partido que quiere acabar con la tauromaquia y utiliza ahora el socialismo para fulminar empresarialmente un coso de primerísima y condenar al ostracismo a toda su afición.

Está claro: o la revolución o la muerte. O todos los empresarios y demás eslabones de este gran planeta que es el toreo se unen contra los abusos o aquí habrá más hambre aún de la ya existente. O nos rebelamos, o nos podemos dedicar a enladrillar tabiques desde esta misma tarde.