ENTREVISTA

Morante: «El toro siempre pone la música y el torero la letra; cuando la música cambia, la letra también»


viernes 27 agosto, 2021

Si hay alguna palabra que defina su peculiar indefinición es ‘Distinto’. Y esta, la del 2021, es su temporada: "Quería frenar con mis hechos una monotonía de encastes que iba en contra de ganaderías que lo estaban haciendo muy bien", defiende en una entrevista con CULTORO.

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Marco A. Hierro / Fotos: Emilio Méndez

Habla con la misma serena pausa que torea. Mide cada palabra, pero no por miedo al efecto que tengan entre el público, sino por utilizarla de forma precisa. No asiente por colegueo, ni te da la razón antes de explicar por qué te la quita, porque a Morante no le importa si su mensaje gusta o no; le importa si se llega con la misma intención que lo lanza. Es distinto, y por eso se ha ganado el derecho a crear donde y cuando quiera. Y como quiera, por supuesto, porque en el toreo del siglo XXI manda la taquilla –por si alguno no se ha enterado-, y esa sigue siendo fiel al artista de La Puebla. Si esto fuera un Renacimiento del mundo del toro, Morante sería –persona y personaje- lo más parecido a un humanista. Y si hay alguna palabra que defina su peculiar indefinición es ‘Distinto’.

P- De todos los toreros a los que se os ha tildado en alguna ocasión de artistas, el más regular de un tiempo a esta parte es Morante.

R- De un tiempo a esta parte sí, pero es que la palabra ‘artista’ se utiliza para muchas cosas y para muchos toreros. Y es una palabra que no está bien empleada en ocasiones. A cualquier cosa se le llama ‘artista’ algunas veces. Y si quizá alguno se asemeja a mi estilo, con toda la humildad del mundo, es Antonio Ordóñez, que fue un torero bueno, un torero artista, y además era muy valiente. Alcanzó cotas altísimas. Y yo, quizá, me parezca a ese tipo de torero que a uno más esporádico. Lo que intento esta temporada buscar un poco el término medio y el equilibrio a esta profesión, una profesión que tiene muchos entresijos. Uno de ellos es el tipo de plaza y de encaste, y ahí he intentado buscar este año.

Si hay un torero que tenga colgado el nombre de la temporada es el de Morante: apuestas por la diversidad de encastes, apuestas por convertirte más que en un torero, en un humanista. ¿Es necesidad profesional o personal?

Yo huelo desde hace tiempo que la intención de los toreros, incluido yo, iba hacia una monotonía de encastes o hacia una falta de apostar por otras ganaderías que lo están haciendo muy bien. Y quería frenar eso con mis hechos. Comencé con la corrida de toros de Miura de Sevilla, anunciándome para darle a la Feria un morbo especial y para seguir demostrando que soy capaz de matar cualquier hierro. Y al decir la palabra ‘monoencaste’ no me meto con el encaste Domecq, porque es el toro que nace adaptado a las exigencias que hoy ponen los veterinarios y los presidentes en los reconocimientos, un toro que admite más kilos y más trapío. En ese sentido, es el tipo de ganadería que más se adapta al tipo de toreo que se quiere ver hoy. Aunque en plazas grandes todo es más serio, en plazas medianas sí apuesto por este otro tipo de ganaderías porque quiero, porque se lo merecen y porque le da una versatilidad y un cambio a las faenas, a las ilusiones del aficionado.

Y lo está cantando precisamente el aficionado.

Cuando matas otra cosa es el toro el que pone la música y el torero la letra; sin embargo, cuando la música siempre es la misma, la letra siempre es parecida. Me gusta esa variedad porque veía que se inclinaba todo hacia la otra parte de la balanza, y ese era un desequilibrio que no me gustaba. No digo de hacer esto siempre en plazas de primera, pero hay otras plazas de menor importancia en las que sí es posible realizarlo con más frecuencia. No hay por qué buscar la perfección de la faena de hoy todos los días del año.

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Además de todo ello, creas una tendencia: decides que vas a hacer esto esta temporada, y de momento en Salamanca otra figura del toreo como El Juli recoge el guante y dice que también mata la de Galache. Por cierto, una ganadería que no se tenía que haber perdido y que, si lo ha hecho, ha sido por la báscula.

Casi todos los encastes de ese estilo la báscula los derrotó. Es un encaste al que, cuando le metes más kilos, no aguanta consigo. Si el toro se saca de tipo, no puede con él mismo. Lo de Galache fue una idea que me gustaba porque es una ganadería que tiene mucho romanticismo, tiene un pelaje muy especial y un comportamiento peculiar, pero dentro de la línea torerista. Y quería hacer algo bonito, algo que se valorara y algo que se entendiera, y si había una plaza que lo iba a comprender a la perfección esa era Salamanca. Al principio la empresa se sorprendió un poco, y le dije que o mataba la de Galache o no mataba ninguna, y entonces se lo tomó un poco más en serio. Y, además, Galache también se merece una oportunidad en su tierra. Ese romanticismo nunca se puede perder.  

Esta temporada parece que has alcanzado la madurez como artista, ¿quizás porque has alcanzado más libertad para expresarte delante del toro?

No, sino porque uno se va haciendo veterano y si tiene buena salud y buena cabeza, lo lógico es que vayas creciendo. Lo mío a veces puede parecer incluso más raro, porque cada tiempo que ha pasado en mí ha sido de crecimiento continuo. Y uno se pregunta, ¿hasta dónde voy a llegar? Ni yo mismo lo sé. Esta temporada está siendo de ilusionar a muchos aficionados y después de demostrar en la plaza cosas distintas.

Pero exponiéndote mucho: en Segovia por ejemplo me sorprendió la seriedad de los animales que lidiásteis en una plaza de segunda.

Tenemos que tener en cuenta que hoy en cualquier sitio sale un toro fuerte. Aunque sea uno figura, ya casi no hay corridas pequeñas. La de Segovia, por ejemplo, estuvo un punto por arriba de lo que suele ser esa plaza. Pero no pasa nada: no soy un torero quisquilloso ni que se enfada con sus veedores. Hay situaciones en las que hay que echarse para adelante. No suelo ser muy problemático con la presencia de mis toros, o por lo menos eso me dice mi veedor, que está encantado.

Morante Cuenca

Tú decides que vuelves a Madrid y que lo haces con Alcurrucén. Es una de las ganaderías que más toros de triunfos ha echado en Las Ventas y eso es muy importante. ¿Barajaste en algún momento realizar alguna apuesta más sonora en esta plaza?

Después de lo de El Puerto, creo que iba a ser un poco rimbombante. Y como aquello tampoco salió lucido, pensé que no era una cuestión de arrollar. Pero está claro que si algo me inquieta más que ninguna otra cosa artísticamente es Madrid. Pero al final decidimos matar la de Alcurrucén porque es una ganadería muy de esta plaza: son toros que al principio no se desgastan mucho y en Madrid eso es clave para que aguante la lidia.

¿Queda alguna sorpresa más para esta temporada?

Ya está bien la cosa, ahora mismo está el cupo de las sorpresas hecho. No sé si vendrá alguna más, pero de momento no tengo pensado ninguna.

Morante C

Alcalá es la fecha más inmediata de tu temporada. La suspensión de hace un año, ¿cómo la viviste?

Creo que fue injusto, al igual que San Sebastián de los Reyes, que fue un día después, al igual que Aranjuez. Era ese el último fin de semana en el que había toros anunciados y la Comunidad de Madrid debió permitir esos dos festejos. Yo me hice eco del enfado, pero cuando los políticos así lo dictaminan, va todo para atrás.

Después de seis años sin toros en esa plaza, tu presencia sirve para apoyar una plaza como esa.

Así me lo comunica la empresa y ese es el ánimo con el que voy. El año pasado hicieron mucha publicidad y pusieron mucho esfuerzo en reabrir esta plaza. Este año me lo dijeron y no podía decirle que no, porque toreo al día siguiente en Colmenar Viejo, y es una fecha muy cercana de la otra. Pero la empresa se merece que apostemos por ella porque son el futuro: hacen falta empresas que se involucren y que le den un ambiente a cada Feria, como la empresa de Alcalá.