EDITORIAL

La delgada línea entre trincar y amar


miércoles 1 septiembre, 2021

Intentar suspender una Feria con seis novilladas picadas con la que está cayendo ya nos dirán ustedes si nace de alguien que está dentro del barco del toreo o fuera de él.  

Villaseca

Entre trincar de un negocio y trabajar en lo que amas discurre sólo la delgada línea de la coherencia. Entre construir el futuro de lo que vives y destruir el presente sólo por querer tumbar al enemigo -que está dentro de tu propio barco, que es del toreo, no lo olvidemos- discurre sólo la delgada línea de lo lógico.

Por partes: el pasado 20 de mayo se firmó el primer Convenio Extraestatutario de las Ferias de Novilladas, un convenio que afecta a los festejos que se celebren en las plazas de toros de 3ª y 4ª categoría, es decir, a las novilladas con y sin caballos que celebren los miembros del Foro de Promoción Debate y Defensa de las Novilladas, ya que reduce considerablemente sus costes y asegura que todos los participantes en el espectáculo cobren lo estipulado.

Pero es que, además, permite distribuir de forma equitativa los derechos de imagen de los subalternos (antes todos ellos iban a parar únicamente a las arcas del sindicato UNPBE, discriminando de esta forma a los afiliados del otro sindicato ASPROT). Este 31 de agosto, la UNPBE anunció una huelga contra la Feria del Alfarero de Oro de Villaseca, que arranca el próximo día 5: ninguno de sus miembros toreará en el serial.

Y hoy, perdónennos, es un crimen boicotear a un pueblo que podía dar 30.000 lereles al primer traeylleva que se encuentre para que organice una corrida y una de rejones con 500 almas al sol en el tendido. Porque, sin necesidad, tiene la obligación moral y la lleva a efeto de dar seis novilladas con caballos de No Hay Billetes cada día y transformar el tentadero público -una buena intención que ha ido degradando- en seis novilladas picadas justo en el año en el que peor lo está pasando la tauromaquia.

Y ojo que no es justo criticar que un colectivo monte una huelga y no decir que es completamente legítimo que defienda sus intereses. Faltaría más. El único problema es que los tiempos han cambiado -para peor- y lo que antes servía porque no parecía dañar la estructura y el futuro del sector, hoy no sirve por todo lo contrario. No, no es que les vayamos a llamar ‘enfadicas’ a los banderilleros. Ni mucho menos. Es que, hoy por hoy, son necesarias otras estrategias.

Tal vez nunca en la historia del toreo haya habido nadie que se haya preguntado cómo vetar plazas de toros puede ayudar a un colectivo que vive de torear. Plazas que no podrán dar festejos para que los miembros de ese colectivo toreen -tal vez por ello hemos llegado a la situación actual-.  Eso, hoy en día, tiene poca defensa. Boicotear a través de una huelga la celebración del espectáculo que genera tus ingresos típicos para defender los atípicos -como son los televisivos- es una práctica de la que se descojona cualquiera procedente de todo sector ajeno al toro. Es como si el Madrid, o el Barça vetasen la apertura de sus estadios porque no han cobrado los alquileres de los conciertos de No me pises, que llevo Chanclas.

La delgada línea entre trincar y amar. Trinca el que vive de un negocio que no quiere; ama el que quiere que su trabajo perviva en el futuro. E intentar suspender una Feria con seis novilladas picadas con la que está cayendo ya nos dirán ustedes si nace de alguien que está dentro del barco del toreo o fuera de él.