Pablo López Rioboo / Fotogalería: Emilio Méndez
Diego Urdiales, Daniel Luque y Rafael Serna trenzaban el paseíllo este miércoles en la cuarta del abono de la Real Maestranza para estoquear una de las corridas más esperadas de la Feria, la de Santiago Domecq.
Torear bien es mucho más que torear bonito. Muchas veces catalogamos a los toreros según ciertos clichés. Los toreros de valor a mandar y los de arte a acompañar. Absurdas etiquetas que están fuera de toda realidad. Una realidad en la que se convirtió hace tiempo un torero de la Rioja llamado Diego Urdiales, ese que se ganó por derecho propio pertenecer al sanedrín de los que tienen la moneda para cambiar el rumbo de una tarde con un simple muletazo. Ese cambio que gracias a la pandémia está consiguiendo dar un Rafa Serna que se está cociendo poco a poco a fuego lento para pronto poder pasar de promesa a realidad. Esa realidad en la que se convirtió un Luque que no quiere que se le escape nuevamente el tren. Un torero que aspira a ocupar ese lugar que por condiciones se merece. Ese merecimiento que se ganó a base de tocar fondo, no hundirse y salir a flote. Su madurez va acompañada de una forma de interpretar el toreo que va más allá de las etiquetas que a uno le coloquen. Hoy tuvo que tirar de ese otro toreo, ese muchas veces invisible, esa delgada linea que separa el triunfo del fracaso. Su tarde de hoy en Sevilla demostró el momento de madurez por el que pasa. Hoy dejó claro que sabe hacer muchas más cosas que torear bonito.
Tuvo Daniel dos toros de diferente condición, uno primero para acariciar y un segundo para parar, templar y mandar. Con calidad pero muy limitado de fuerzas fue el primero de su Luque. Un animal al que lanceó suavemente a la verónica antes de que este hiciera una buena pelea en varas. Pulcra fue la lidia de Chacón en un tercio de banderillas en el que saludaron Juan Contreras y Alberto Zayas. Todo lo hizo Luque por y para el toro. Le puso gusto y estética a la sosita embestida de un animal que siempre quiso más que pudo. Embestidas con clase y humillación, pero no podía con su alma. Luque nunca lo apretó en una faena presidida por la templanza. Jugó con las alturas para que el toro no se afligiera. Con el astado muy a menos se metió en sus terrenos, dejando un final de faena en la distancia corta. Tras una gran estocada de rápido efecto saludó una cariñosa ovación en reconocimiento a su buen hacer.
Mas fino que sus hermanos fue el que hizo quinto, un animal con movilidad pero al que le faltó humillar. Un toro al que Luque siempre quiso torear con los vuelos, y al que le puso esa expresión necesaria para torearlo despacito. Prueba de ello fue un quite a la verónica en el que la despaciosidad se hizo presente. Lidia muy a favor del toro en la que se desmonteraron Chacón y Alberto Zayas. Sabía Luque que no podía apretarle al de Santirgo Domecq, de ahí su inicio por estatuarios. Le dio siempre la media distancia para acrecentar las ganas de embestir del animal. Siempre toreando con los vuelos, buscando el triunfo por la vía del temple. Toro con chispa pero al que había que pulir ese tornillazo que deslucía el final del muletazo. Lo toreó en línea en las tandas iniciales para así no quebrantarlo, ya que sabía que no aguantaría el sometimiento. Jugó con alturas y distancias, le dio siempre las ventajas a un animal fijo y agradecido pero al que había que ir haciendo. Por el izquierdo tuvo más que torear, por ahí le tragó el de Gerena. Metió al animal en el canasto a base de temple y bragueta. Siempre pulseandolo cuando era posible y vaciando el muletazo tras la cadera cuando se decidió a apretarse con el toro. Cerró la faena con luquesinas ceñidas pero algo atropelladas. Tras dejar una media en buen sitio tardó en caer el animal, sonó un aviso y pese a la petición de la plaza no le fue concedida la oreja. Dio una calurosa vuelta al ruedo pedida por un respetable que no entendió la decisión del palco.
Apostó Serna por no dejarse ganar la pelea por sus compañeros de cartel. Meció con templanza la capa ante un astado que la tomó con nobleza, pero que se redujo e hizo el avión a zurdas. Astado que se movió en banderillas, llegando a la muleta con muchos pies. Serna realizó una faena basada en dos parámetros, la suavidad y el juego de alturas. El de Santiago Domecq se ralentizaba cuando se le cogía la velocidad. Tras una primera tanda de probaturas, acertó a cogerle el ritmo a un toro que a derechas fue hasta el final cuando lo llevabas sometido. Un astado agradecido cuando Serna lo pulseó con despaciosidad. El sevillano lo toreó con las yemas en dos tandas muy jaleadas, acariciando la enclasada embestida de un animal que siempre quiso humillar, sin embargo se desordenaba cuando no se le llevaba enganchado. A zurdas fue más complejo, requería otras distancias y alturas, no le gustaba que se metieran en sus terrenos. Por ahí su labor bajó enteros. Volvió a la derecha para dejar muletazos sueltos de buen trazo. Tras un final de faena pegado a tablas emborronó todo con los aceros, saludando finalmente desde el tercio.
No le dio ninguna opción el melocoton sexto, un toro con más de 600 kilos que todo lo hizo con el freno de mano puesto. Le aguantó tanda y media a un Serna que nunca le apretó, siempre trató de torear para el animal, pero ni por esas, el astado sacó geniecito y empezó a quedarse corto. Todo se lo hizo a su altura, perdiendo un pasito para no verse al toro encima. Por el izquierdo acortó el viaje, llegando a echarse a mitad de faena. Porfió un Serna desesperado con la falta de casta del animal. Tras pasaportarlo fue silenciado.
Por su parte el riojano Diego Urdiales no pudo pasar aseado con sendos toros con nobleza pero de escaso fondo. Su primero fue un bonito ejemplar de Santiago Domecq con movilidad y nobleza pero al que le faltó un punto de entrega. Un astado de serio comportamiento pero que no acabó de romper. Se movió durante la lidia sin emplearse, llegando a la muleta aún sin definirse. Mejor a derechas, por ahí se empleaba siempre más. Aprovechó Urdiales la nobleza y la inercia de sus embestidas para dejar muletazos de buen gusto a media altura. Por el izquierdo le costó siempre más, no dejando estar a gusto al toreo riojano. Animal justito de fuerzas que sin embargo aprendió a moverse con las que tenía. Lo mejor vino en un par de muletazos de la firma con mucho sabor dentro de una faena pulcra y llena de disposición. Tras una gran estocada saludó una ovación.
Flor de Gamón era el cuarto, un toro atorrestrellado, voluminoso y con aires a aquel gran ‘Pocopelo’ del que procede parte de la ganadería. Un animal que ya desde salida mostró lo que iba a ser. Mantuvo siempre la virtud de la nobleza, pero no aguantaba la exigencia. Lo lanceó con suavidad a la verónica en un recibo de capa rematado con una media de buen trazo. Peleó con bravura en el jaco, no desarrollando dicha virtud en las telas. Ahí el toro no quiso empujar de verdad a la muleta de un Urdiales al que le faltó ponerle el alma que le faltaba al de Santiago Domecq. Un ejemplar de embestidas desordenadas con el que Diego dejó pasajes sueltos dentro de una faena plana. Toro sosito y con cierta bondad, el cual siempre tuvo mejor inicio que final de muletazo, pero que acabó aburriéndose por su falta de raza. Tras pasaportar al animal fue silenciado. La tarde se le fue de las manos sin a penas nada que llevarse a la boca, todas sus ilusiones ya están puestas en el 2 de octubre.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Cuarta de la Feria de San Miguel. Corrida de toros. Media entrada del aforo permitido.
Toros de Santiago Domecq. Desiguales de presentación y juego. Corrida pesadora pero de cierta armonía. Medido de raza y fuerza el noble primero. De gran calidad el endeble segundo. Con clase y ritmo sostenido el importante y ovacionado tercero. Con nobleza y cierto temple el soso y anodino cuarto. Con movilidad y cierta emoción a media altura el manejable quinto. Parado y escaso de raza el grandón sexto.
Diego Urdiales: Ovación y silencio.
Daniel Luque: Ovación y vuelta al ruedo tras petición y aviso
Rafael Serna: Ovación y silencio.
INCIDENCIAS: Se desmonteraron Juan Contreras y Alberto Zayas tras parear al segundo, Juan Manuel Raya y Antonio Ronquillo en el tercero de la tarde y José Chacón y Alberto Zayas en el quinto.