Pablo López Rioboo / Fotogalería: Emilio Méndez
Este jueves, 30 de septiembre, se celebraba la décima de abono en la Real Maestranza de Sevilla con una corrida de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez para El Juli, José María Manzanares y Paco Ureña.
Oreja para El Juli con el enclasado y humillador primero, ovacionado en el arrastre
De gran clase, entrega y calidad fue un primero de la tarde al que el Juli le cortó una oreja a base de temple y muleta arrastrada. Un toro que si podemos denominar como el prototipo de lo que se demanda por esta afición. Lo toreó Julián con medio capotito, pulseando y toreando con las muñecas al noble animal. Verónicas de fino trazo ganándole siempre un paso hasta el centro del ruedo. Más tarde dejaría otro quite, esta vez a por chicuelinas de mano baja. Inició toreramente con doblones por bajo ante un animal al que había que torear a media altura en su inicio, ya que estaba justito de fortaleza. Quería más que podía. Julián fue apretandole poco a poco, siempre acariciando y jugando con las alturas. Un astado que cuanto más suave lo llevabas más se reducía. Aprendió a moverse con las fuerzas que tenía, agarrando fondo y aún más calidad. Un animal fijo, con prontitud y que todo lo hizo galopando. Lo toreó con las yemas por ambos pitones, acompañando unas veces y sometiendo otras. Toreo de muñecas, de vuelos. Sevilla entró en una faena a la que sin embargo le faltó algo más para ser rotunda, fruto de ello fue la oreja con la quiso premiar tan templada faena ante un toro de dulce pero entregada y exigente embestida. Sino le cogías el ritmo te descubría.
Manzanares deja su sello con mansito pero de gran calidad segundo, pero la espada deja todo en saludos
Mansito fue el segundo de la tarde, un toro de la familia Matilla que acabó rompiendo en las telas de Manzanares. Siempre sueltecito y marcando querencias ya desde salida. Se le cuidó en el caballo, y en banderillas todo se lo hicieron a favor de obra. Lo toreó sin probaturas el alicantino en un soberbio inicio por naturales con un toro que rompió en la muleta. Animal al que había que cogerle la velocidad y siempre llevarlo enganchado, sino se quedaba a mitad de la suerte. Por el derecho siempre tuvo que darle un toquecito hacia fuera ya que el animal tendía a meterse por dentro. Por ese lado se escupia de la muleta. Faena medida, marcada por el pulso y el tacto ante un toro que pese a su marcada mansedumbre empujó en las telas. Su final de faena a pies juntos tuvo gran sabor. Toreó con los vuelos. Fueron de uno en uno, siempre jugando con la cintura y las muñecas, pero de gran contenido. Se atascó en la suerte suprema saludando finalmente desde el tercio.
Silenciado Ureña con un tercero con virtudes pero a menos
No obtuvo lucimiento Ureña con el tercero de la tarde, un castaño de García Jiménez con virtudes pero que bajó rápido la persiana. Lo recibió a la verónica con lances a pies juntos marca de la casa. Todo con sentido del temple. Un animal que se dejó parte de su entrega en el jaco antes de llegar a la muleta. Antes había dejado Ureña un suave quite por delantales. Comenzó por estatuarios junto a la Puerta del Príncipe sacándose al animal al tercio. Allí dejó la mejor tanda. Citó a media altura a un animal que la tomó con alegría en muletazos verticales, enroscandose al animal a la cintura. Se echa los animales muy encima por lo que para no verse arrollado tuvo siempre que sacar el brazo. Toro con nobleza, fijeza y con cierto ritmo, el cual se sintió siempre más a gusto en la media distancia. Ureña por el contrario busco la corta, de ahí que no se entendieran. No hubo acople. Porfió Paco, siempre citando con el medio pecho y buscando romperse tras la cadera. Ese concepto que somete mucho a los toros, ese que no aguantó el animal. Su labor fue silenciada tras pasaportar de una estocada caída al de Matilla.
Sin opciones Juli con el flojo cuarto
El cuarto fue el toro más deslucido, con nobleza pero sin alma. Un astado que pasó sin pena ni gloria por los primeros tercios hasta llegar al de muleta. Astado que pese a tener nobleza y bondas no tenía fuerzas para romper hacia adelante. Perdía las manos justo en el peor momento. Pese a torearlo en línea y sin apretarle no consiguió ahormar faena el madrileño. Nunca se le pudo apretar, faena en la que la media altura fue el remedio para que el de García Jiménez no acabara perdiendo las manos. Pero tampoco quiso romper por ahí. Labor que pese a la porfía de Julián no rompió en ningún momento. Tras pinchazo y estocada fue silenciado.
Oreja para Manzanares del protestado pero interesante quinto
Le cortó Manzanares la oreja al quinto, un buen toro de García Jiménez muy mermado de fuerzas pero con un gran fondo. Un toro muy protestado que ya de salida echó las manitas por delante. Bien por el presidente no devolviendo al astado, gesto de buen aficionado. No le atosigó Manzanares en el inicio de su labor. Siempre dándole espacio entre tanda y tanda. Un aninal que quería más que podía y que tuvo que aprender a moverse con las fuerzas que tenía. Manzanares aprovechó las arrancadas del toro para ir puliendo poco a poco sus defectos. Pese a tener la fuerza medida había que someterlo debido a que venía rebrincado. Un toro que cuando bajó revoluciones suavizó sus embestidas. Centrado e inteligente un Manzanares que toreó siempre para el toro. Jugó con las alturas, distancias y los terreros para intentar que el animal no se aburriese. Toro fijo, pronto y muy descolgado, todo ello síntomas inequívocos de su entrega. Ya en la última tandas y tras un cambio de mano al ralentí el toro se echó. La estocada en la suerte de recibir puso en su mano la oreja del animal.
Oreja de ley para Ureña de manso y complicado sexto
El sexto fue el aninal más complicado del encierro, un cinqueño basto que acusó los cinco años. Ejemplar siempre detrás de la mata y buscando al torero en cuanto este bajaba la guardia. Un toro al que Ureña intentó meter en el canasto por el izquierdo sin suerte. No valía darse coba con astado tan descastado. Toro que más que embestir pasaba sin celo. A base de colocación y sentido de los terrenos acabó consintiendolo a derechas. Aguantó miradas, embestidas por encima del palillo, pero le dio igual. No le dudó en ningún momento aprovechando lo poquito que tenía el animal. Una vez podido volvió a la zurda para dejar muletazos sueltos a pies juntos de gran merito. Sin perder su sello fue capaz de ahormar una faena que parecía impensable. Aprovechó las rajadas embestidas para dejar muletazos de gran mérito y arrancarle la oreja tras dejar una estocada algo caída de efecto fulminante.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Undécima de abono. Corrida de toros. Casi lleno en el aforo permitido.
Toros de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez.
El Juli, oreja y silencio.
José María Manzanares, ovación y oreja.
Paco Ureña, silencio y oreja.