Marco A. Hierro / Fotogalería: Emilio Méndez
La localidad madrileña de Navas del Rey celebraba, este sábado, una nueva cita de la Copa Chenel que se lleva a cabo en toda la región. Se lidiaba un desafío entre los hierros de Flor de Jara y Baltasar Ibán para Fernando Robleño, Adrián de Torres y Lama de Góngora.
Un Robleño impecable le corta una oreja al abreplaza de Flor de Jara
Lució trapío el ‘Precavido’ que hizo primero, con el hocico de rata de los santacolomas y con el hierro de Flor de Jara en la solana . Humilló y siguió los vuelos de Robleño, que comprendió rápido que las verónicas tersas llegaban por el pitón izquierdo y por allí se las recetó, con una media torerísima para firmar la obra. Pero la principal virtud de la impecable faena del madrileño fue la de llevar siempre muy embebido en la muleta al de Flor de Jara, siempre con la muleta a dos dedos del morro, aunque fuera a la media altura que le demandaba el animal. Templado, suave, seguro; un veterano que llegaba para hacer lo suyo y lo hacía muy bien. Una estocada casi entera terminó con el abreplaza y le puso en la mano una oreja a Robleño.
Un centrado Adrián de Torres tira de temple para desorejar al segundo
El segundo, de mejor hechura, tuvo también más clase en la embestida, pero careció de ritmo en el capote que le presentó con muchísimo gusto Adrián de Torres. Tuvo empleo el toro en el caballo, donde le midieron bien el castigo en el único puyazo que recibió. Con la muleta fue una escenificación clara de cómo se desenvuelve en un festejo un torero que torea poco pero tiene el toreo en la cabeza. Ofreció tela con suavidad, pero también con verdad y entrega. Incluso para atropellar la razón cuando se aquerenció el cárdeno y le ocupó el espacio con autoridad y buen resultado, pleno de valor todo. La estocada fue de premio y se convirtió en dos orejas para el de Jaén.
Lama de Góngora lidia con dignidad al deslucido tercero
Más escurrido de carnes andaba el tercero de Flor de Jara, pero con dos pitones por delante que utilizó para irse detrás del capote de Lama de Góngora. Bien jugados los brazos a la verónica hasta el remate, anduvo Paco siempre preocupado por la lidia. Pero incluso con un buen trato por parte de los de plata, el toro no sacó ese punto de nobleza y de acometividad de sus hermanos, y se mostró defensivo y protestón. Con él se mostró digno Lama de Góngora, que pasó por el trance de lidiarlo sabiendo que no traía premio su bola. Silencio.
Un inmenso Fernando Robleño gana la pelea a Navajazos con el cuarto de Ibán
El primero de Baltasar Ibán salió desentendido de trapos y cites, le costó centrarse en el caballo de El Legionario y se dolió con exageración en banderillas, soltando la cara como una devanadera y dificultando mucho pasar por delante. Pero había un torero delante cuando tocaron a muerte, y el menudo Robleño se entregó con todo su poder a la refriega a navajazos que planteaba el de Baltasar Ibán. Tanto demostró que la pelea era suya que hasta llegó a soplarle muletazos templados después de manejarle el genio y la protesta al animal. Una estocada contundente y un tendido que comprende la gesta y que concede las dos orejas para el guerrero de San Fernando. Y ya iban tres.
Adrián de Torres se atasca con la espada y se queda en ovación con el quinto
El toraco quinto de Baltasar Ibán, castaño y tremendamente serio pese a su buena hechura, resultó ser una prenda que se fue agriando más, incluso, por momentos. Pero también se encontró delante con un Adrián de Torres que se colocó a la perfección, citó con mucho valor y se quedó más quieto que un palo con un animal que tenía de todo menos franqueza y claridad. Muy firme, muy entregado, muy consciente de lo que se jugaba y muy metido en el empeño de salir de su situación de escasez de contratos. Lástima que se atascase con la espada y sonasen dos avisos, lo que no fue óbice para escuchar una ovación.
El palco se queda con la segunda oreja de Lama con el buen sexto
Tampoco el cierraplaza salió evidenciando muestras de bravura, y fue más bronco y geniudo que bravo en el capote que manejó con ligereza Paco Lama de Góngora. Quiso lucirlo el sevillano en varas, pero no se arrancó con codicia, pero sí con bastante transmisión, pese a los cabezazos en el peto. Pero gustó al tendido, como lo hizo el ceñidísimo quite por chicuelinas que remató Robleño con una revolera al ralentí. Cuando llegó la faena de muleta ya estaba claro que el animal era el toro de la corrida. Acudió con alegría, se vino a más y desarrolló una emoción en cada arrancada que ponía en valor todo lo que se le hacía. Con él se vino arriba también Lama, firme, asentado y sabedor de que no se le podía ir. Pero le faltó sensibilidad al palco para conceder el segundo trofeo, aunque sí concedió la vuelta al ruedo al animal.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Navas del Rey (Madrid). Corrida de toros de la Copa Chenel.
Toros de Flor de Jara (primero, segundo y tercero) y Baltasar Ibán (cuarto, quinto y sexto). Obediente y repetidor el primero, sin clase; de buena humillación y poca duración el aquerenciado segundo; deslucido y sin entrega el tercero; geniudo y exigente el complicado cuarto; protestón y mansurrón el quinto; boyante, emotivo y repetidor el buen sexto.
Fernando Robleño, oreja y dos orejas.
Adrián de Torres, dos orejas y ovación.
Lama de Góngora, silencio y oreja.