EDITORIAL

Sin noticias de Gurb


jueves 9 septiembre, 2021

Cuando han llegado las malas muy malas los que llegaron extrasistema a salvar el toreo se muestran como el extraterrestre de la novela de Eduardo Mendoza.

Borja Cardelús

Han pasado cuatro días desde que la unión de sindicatos profesionales del toreo amenazó públicamente en un comunicado a los novilleros que toreasen en Villaseca de la Sagra -y cualquier otro profesional que lo hiciese- con represaliarlos apartándolos de los «circuitos especiales» que actualmente se celebran en España. Y «circuitos especiales» para novilleros, en España, sólo se celebran los de la Fundación del Toro de Lidia. Porque lo demás -fuera de las novilladas que se incluyen en los abonos de las ferias- son certámenes de novilladas que supusieron una apuesta firme por el (deficitario) futuro hace muchos años y hoy se agrupan en un Foro donde compartir las formas más adecuadas que han encontrado para seguir ofreciendo sus ferias. Villaseca está a la cabeza, y su alcalde es el presidente de la mencionada entidad.

Con esa amenaza manifiesta y pública y otras muchas que se están produciendo en los últimos días para que los novilleros anunciados se quiten de los carteles del Alfarero de Oro, los sindicatos profesionales «abajofirmantes» del comunicado reconocen muchas cosas. Reconocen, en primer lugar, que son ellos quienes manejan los «circuitos especiales» que -según la Fundación- venían a salvar el futuro del toreo; reconocen, además, que no tienen empacho en sacrificar el futuro de los chavales -y, por ende, el de la Tauromaquia- para conservar los privilegios alcanzados tras décadas de presiones y de conquistas que han supuesto sucesivas pataditas al mojón que marcaba el límite para, al merme, ir haciéndose con derechos adquiridos que hoy ya nadie se atreve a discutir. Y, como cobran todos lo mismo por ese Convenio Colectivo Nacional Taurino -inservible ya hoy con las nuevas realidades-, que marca los precios que se han de cobrar a los que deberían ser profesionales liberales, los que toda la vida se llamaron subalternos y fueron a las órdenes del jefe de filas se han convertido en los que mandan en el toro. Y ahora lo demuestran haciendo fuerza con maniobras de sindicato anarquista para reventar la feria de novilladas más importante que se va a dar este año en España. Y dejando con la boca partida, de momento, a tres novilleros que han sucumbido a las presiones.

Esos tres novilleros han decidido boicotear a Villaseca, el único pueblo que ha decidido garantizar su dinero incluso de los derechos de imagen -el certamen se transmite en directo por Castilla La Mancha TV-, el único pueblo que ha pensado en ellos antes que en nadie porque sabe que exige mucho con el novillo que se echa en La Sagra. El único organizador -junto con los otros pueblos que forman parte del Foro- que decide mirar por ellos antes que por los demás. Y el único que llena la plaza de un pueblo de 1.700 habitantes con cinco novilladas con picadores, pero también con seis novilladas sin ellos que antes eran tentaderos públicos. Todo ello, además, son puestos de trabajo para las cuadrillas. Pero el presidente de su sindicato, al que pertenecen y sustentan, se pone del lado de los subalternos y deja a los suyos con la boca partida y viendo cómo otros novilleros ocupan su lugar y triunfan sin problema alguno. Así las gasta el caudillo de la tropa.

Pues con este percal sobre la mesa, y con la mayor crisis profesional de los últimos años en el sector; con el caudillo haciendo que en los corrillos el organismo que dijo venir para defender la tauromaquia se denomine ahora La Fundición porque pone y quita a su antojo en los circuitos que decían formarse atendiendo a escalafones; con la disidencia y el egoísmo llamando a las puertas de la supervivencia, seguimos sin noticias de Gurb.

Gurb es aquel extraterrestre de la desternillante novela de Eduardo Mendoza -cuya lectura recomendamos encarecidamente- en la que llegaba a la tierra junto con su compañero, adquiría la apariencia de Marta Sánchez e iba comprendiendo el funcionamiento de la sociedad de finales de los 90 en España perdido entre sus protagonistas mientras su colega alienígena lo buscaba infructuosamente. El Gurb de este relato atiende al nombre de Borja Cardelús, y llegó a este mundo desprovisto de los ropajes taurinos tan perjudiciales durante las últimas décadas para el sistema. Pero se vistió de Marta Sánchez, se puso a lucir palmito en forma de estrategias comunicativas y tardó nada y menos en ponerse en manos de los taurinos mientras alardeaba de ser el salvador del sistema. Porque Gurb es alto, delgadito y con pinta de cultureta, la Marta Sánchez de hoy para un toreo apaleado que no comprende que su futuro, a lo mejor, pasa por derribar lo que queda y construirlo de nuevo. Si eso fuera posible… Gurb puede ser una vedette, si se lo propone. Pero seguimos sin noticias de Gurb, mientras éste taurinea con sus circuitos y los taurinos los usan para seguir actuando como toda la vida. Gurb puede ser el salvador, no lo negamos. Pero sigue sin dar noticias.

Por eso la Fundación, cuyo presidente -Victorino Martín- aseguró en numerosas ocasiones que no iba a inmiscuirse en los asuntos del sistema y se ha convertido en empresaria, pierde credibilidad con cada día que pasa sin pronunciarse sobre las represalias a los novilleros. Porque si vamos a ser la mujer del rey, tendremos que empezar por parecerlo. Y, de momento, aprobamos con nuestro silencio las prácticas represivas del entramado sindical. Y eso nos coloca lejos, muy lejos de salvar a nadie de nada.