EL TENDIDO DE LOS SASTRES

Zaragoza, Zaragoza, el que no se jode, goza


sábado 15 octubre, 2022

La temporada apura sus últimas fechas y la de Zaragoza ha dejado motivos para gozar. De los que no lo son tanto , que se ocupen otros, que uno no tiene el cuerpo jota.

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Perdone el lector si el titular le incomoda, pero lo tomo prestado de una canción de La Bullonera, duo de cantautores aragoneses que gozaron de gran popularidad a principios de los 80, junto al gran Labordeta y Joaquín Carbonell.

Y es que la Feria del Pilar de este año está lidiando con un ambiente adverso ( no en lo climatológico) y que hoy, con un lleno en los tendidos de La Misericordia, se ha mantenido latente durante toda la tarde y al que, por supuesto, los toros de Juan Pedro Domecq no han puesto nada de su parte por apaciguar, aunque sí Morante y Urdiales, mientras Talavante ha vuelto a estar sin estar.

Pero- decíamos – el torero de La Puebla del Río y el de Arnedo han convertido en gozo el cabreo y así las cosas a uno le ha venido a la cabeza la susodicha canción. 

Morante y su constante destape de tarros de esencias varias derramadas en su faena al cuarto, hasta conseguir que las embestidas pareciesen mejor de lo que eran y con muletazos e improvisaciones que consiguieron armar una faena que fue a más y, con ella, el ánimo hasta entonces alicaído del público.

Lo mismo pero desde distinto palo- aunque similar concepto de pureza artística, ocurrió con el segundo de Urdiales, un toro feo por fuera y con cierta casta al que Diego condujo sus embestidas, se enroscó con ellas, con su poderosa y a la vez sedosa muleta. 

Morante cumplía su corrida noventa y siete o vaya usted a saber y aún le quedan tres o cuatro . Y, aparte trifulca en el callejón venteño, llega a ese número con una frescura y ambición admirables. Y la sonrisa en la boca en esas vueltas al ruedo que saborea como si de un habano se tratara.

La de Zaragoza ha sido la última de la temporada de Urdiales y en ella ha reafirmado , desde la independencia,  su posición de consumado magisterio, poderío y sentimiento. Todo ello con sólo algo más de una veintena de paseíllos, que esa es otra.

La temporada apura sus últimas fechas y la de  Zaragoza ha dejado motivos para gozar. De los que no lo son tanto , que se ocupen otros, que uno no tiene el cuerpo jota.