Agustín Montes es uno de esos ganaderos que vive por y para el toro bravo pese que tiene otros negocios más beneficiosos para su cartera. En el año 2000 cumplió el sueño de ser ganadero al comenzar un proyecto ilusionante a nombre de Montealto tras adquirir animales de sangre Domecq vía Luis Algarra y El Ventorrillo, dos hierros que tienen varias de las mejores líneas ganaderas provenientes de Juan Pedro Domecq.
22 años de puro esfuerzo y sacrificio de un ganadero honesto y cabal, un hombre que tiene los pies en el suelo y que sabe el momento que vive actualmente la fiesta. Por todo ello nos citamos con él para hacer ese balance del 2022 y conocer los pasos a seguir en la temporada venidera. Un ganadero fiel a un concepto y un tipo de toro, ese que sueña con poder lidiar si las circunstancias son propicias para ello.
Tras un año tan positivo, el ganadero madrileño tiene el foco puesto en una temporada donde quiere volver a esas plazas donde siempre estuvo y que por culpa de la pandemia tuvo que abandonar: «Mi ilusión sería dejar un par de corridas de toros para el año que viene, pero dada la situación de cómo está la ganadería en la actualidad y las empresas, ya que no quepo en Ferias importantes, no me merece la pena dejar corridas de toros para los pueblos porque no pagan lo que valen los toros. Es antieconómico».
Esa decisión viene dada por el cuello de botella que hay en las mismas, dejando orillado a ganaderos con hierros que funcionan y dan espectáculo: «No cabes en ninguna Feria; entiendo que hay ganaderos con más categoría que yo, que los toreros los conocen y le piden sus corridas, pero si nos cerramos en un número reducido muchos ganaderos perdemos en cierta manera la ilusión. Todos tenemos que tener nuestro hueco, así ha sido siempre».
El 2023 de Montealto: «Tengo ocho novilladas»
Una temporada -la venidera- que se presenta ilusionante pese a los vaivenes y a las complicaciones del momento. En casa de Agustín Montes se sigue apostando por criar el toro que les llena, saben que antes o después volverán al circuito de las ferias, mientras tanto siguen apostando por las novilladas: «Tengo ocho novilladas y nada más. Toros no voy a dejar por la sencilla razón de que a mí las corridas de toros me pagan menos que las novilladas. Es de estar loco dejar una corrida de toros que se te puede matar un toro. Y luego encima que tus toros no te los quieren matar las figuras. Y hacen bien, porque el artista elige lo que quiere. Pero tú tienes que vender».
Un camino pedregoso y empinado que muchas veces traer más sin sabores que momentos de alegría: «Estás luchando y ves que te van a ver una corrida, y miras, que a lo mejor… y luego te dicen que la economía, que la gente no va, que no podemos pagar esto. Pues me quedo con las novilladas».
Una vez dado el paso de no dejar toros para el próximo año, la posibilidad de rememorar aquellas tardes de San Isidro o dos de mayo en Las Ventas se esfuman de un plumazo, al menos a corto plazo: «He dejado algún toro para la Copa Chenel. Mi ilusión lógicamente es dejar doce o catorce toros para lidiar una corrida entera en San Isidro, porque estoy seguro que en Madrid, si tengo la corrida, me la ponen. No sé lo que haré la temporada que viene. Si las cosas van mal y no vendo las novilladas, las dejaré para corridas de toros, pero creo que la temporada que viene lo lidiaré todo de novilladas. Las expectativas aparentemente son buenas y espero que así sea».