Los presagios que lanzaban los ganaderos hace un par de años y que nunca se terminaron de creer los que necesitaban toros para celebrar sus espectáculos se han cumplido. El censo de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia correspondiente a 2022 -al que ha tenido acceso este medio- confirma una reducción de cabezas de en torno a algo más de la mitad con respecto a la temporada anterior, lo que pone en serios problemas a los empresarios modestos que no hayan peinado ya el campo en busca de materia prima para sus festejos.
Estos datos reflejan únicamente la realidad de las ganaderías inscritas en la RUCTL, que arrojan un descenso muy importante de los ejemplares para lidia de un año a otro -si bien es cierto que aún no ha terminado el herradero del guarismo de 2021- tanto para la lidia en las plazas como en las calles, donde entran los animales de seis y siete años, aunque en este último grupo también se incluye a los sementales -hasta el toro más viejo-.
De esta forma, el censo de la Unión reflejaba en 2021 un total de 10.177 erales, número que se ha visto reducido a los 8.700 que recuenta el censo a 17 de noviembre de 2022; los utreros, que en 2021 sumaban la cifra de 8.134, al año siguiente sólo llegan a los 6.138; los cuatreños dados de alta en 2021 ascendían a 6.018, cifra que se ha reducido hasta los 3.706 en 2022, caso análogo al de los cinqueños, que ascendían a 3.746 el año pasado y se han quedado en 2.077 en 2022.
Con respecto a los toros que no se pueden lidiar en una plaza pero sí en las calles ha experimentado también un decremento de sus elementos, dado que los animales de seis años, que contaban 1.569 en el censo de 2021, se han quedado en 1.060 en el de 2022. Menos cuantiosa es la reducción de animales de siete años hasta el toro más viejo, que ha pasado del los 3.897 que existían en 2021 hasta los 3.700 que se cuentan hoy, pero no todos los que refleja este censo son aptos para la lidia, dado que aquí se incluyen los sementales en uso y también los que ya no padrean pero siguen en el campo hasta consumir su ciclo vital.
Problemas para los veedores y los tratantes de toros en las calles
Estos datos que arroja el censo de la RUCTL aún no suponen un quebradero de cabeza para los veedores de las grandes empresas, que ya tienen peinado el campo y reseñadas las corridas que van a ir a cada plaza de relevancia durante la temporada 2023, pero sí para los empresarios más modestos y los que quieran participar en concursos de plazas que salgan este año a adjudicación pública, quienes se van a encontrar que comienzan los problemas para reseñar los toros para sus espectáculos y también -lógicamente- que la mayor demanda que oferta encarecerá el precio del producto y, por ende, el de las entradas.
En tal precio también repercutirá el hecho de que los tratantes que se dedican a comprar toros para las calles se queden sin material, porque la especial arboladura y características morfológicas de los animales que buscan sólo pueden salir de las grandes plazas, y la realidad -como reseñaba Agustín Montes, ganadero de Montealto, hace unos días- es que pagan mucho mejor el toro de las calles que el de las plazas.
Se avecina, por tanto, marejada en el campo bravo, lo que hace -si cabe- más urgente una cumbre del sector para reorganizar completamente el rumbo de la tauromaquia, que ya no soporta los números en los que se ha estado moviendo en los últimos tres lustros.