CAMPO BRAVO

El legado ganadero de Paquirri pasta en Ciudad Real: así son los toros que soñó Francisco Rivera y que cría Ignacio Frías


martes 29 noviembre, 2022

Ignacio Frías, que sigue la estela ganadera de su padre bajo el legado bravo que Paquirri sembró con el encaste Núñez por bandera, nos recibió hace unos días en su finca en Ciudad Real para contarnos su historia y los planes de futuro de un interesante hierro.

Ignacio Frías
Dos utreros de Ignacio Frías para la temporada 2023. © Pablo Ramos

El viento cortaba los astifinos pitones de sus vacas cuando llegamos a Finca Porrosa -en el término del municipio ciudadrealeño de Villamanrique-, donde Ignacio Tomás Frías, su hijo Jaime e Isidro, su mayoral, nos recibían. Y ahí, en la mirada clara y el corazón sereno de un ganadero que defiende orgulloso que «se puede hacer una ganadería no a base de talonario«, sino de razón, de lógica, de cabeza, se descubrió el misterio bravo que Paquirri soñó y que ahora -casi cuatro décadas más tarde- está en camino de conseguir.

«Ahora lo escucho en programas de televisión, pero yo sí que vi contar billetes entonces«, asegura con el risueño rostro de quien no esconde secretos Ignacio Frías. Porque el único secreto es la verdad de la bravura encastada de la vaca que lidió aquella mañana en el romántico ruedo de su plaza de tientas. Y la bravura encastada que también tiene Núñez, el gran baluarte que Francisco Rivera dejó como herencia ganadera en esta casa.

Un sueño ganadero basado en el encaste Núñez que comenzó a reformularse en 1985

Ignacio Frias Novillo
Un novillo de Ignacio Frías para la temporada 2023. © Pablo Ramos

Porque aquí se mantiene el legado que tuvo el ganado del recordado Paquirri en tierras gaditanas y que abandonara para irse hasta una Mancha que apostó por la conservación de un ganado pata negra. Una ganadería con historia, una procedencia única que en esta familia han regado de otras ramas para potenciar ese tipo de toro que ahora se denosta por aquellos aficionados que exigen kilos, cuernos y agresividad en las embestidas. Aquí saben lo que tienen y lo cuidan con mimo, un sueño que tuvo Ignacio cuando soñaba con ser torero y que ahora con el tiempo ve cumplido.

Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, algo que en casa de Don Ignacio Tomás Frías no se ha llevado a rajatabla. Saber valorar aquello que tienes es importante, pero también adaptarte a esos momentos en los que un salto hacia adelante no tiene por qué ser al vacío. Así comenzó la historia de un (a sus 52) joven ganadero que sigue apostando -tal y como le inculcó su padre al comprarle «a la viuda de Paquirri» aquel lote de vacas- por la sangre Núñez sin importarle empezar de cero: «En el año 1985, yo tenía 15 años y quería ser torero y le dije a mi padre que nos teníamos que ir por otra línea. Yo creía que había que mejorar la que traíamos, que era Coquilla-Veragua-Parladé. Por eso compramos un lote de vacas a la viuda de Paquirri en el año 86. Tras el fallecimiento de Francisco Rivera, a la primavera siguiente nos trajimos 36 eralas sin tentar. Ahí fue mi primera experiencia con el encaste Núñez, vía Villamarta».

«La ilusión que yo tengo es la de demostrar que se puede hacer una ganadería no a base de talonario, sino de progresión y de selección»

Ganadero Ignacio Frias
El ganadero Ignacio Frías. © Pablo Ramos

Como únicamente hay que mirar atrás para coger impulso, en esta casa ganadera siguieron ahondando en el tipo de toro que les podía hacer dar un salto de calidad y subir el volumen de sus animales sin perder la esencia del encaste: «Cuando empezamos a tentar (lo adquirido a Paquirri), el problema que teníamos era que sacábamos un toro muy chico, zapatito y demasiado pequeño para progresar. Entonces, en el año 90 aproximadamente, compramos un lote de vacas a Juan Ruiz Palomares -que se había traído 50 vacas de Mari Carmen Camacho, que le había comprado a Manolo Camacho, tentadas por él-«, explica Ignacio Frías.

Sin ataduras a un encaste en concreto -aquí no hay ganadería sin ganadero- buscaron otras líneas para complementar ese proyecto que habían puesto en marcha años atrás: «A partir de ahí, por la amistad que tenía mi padre con Juan, él compra a Salvador Domecq y Hermanos Sampedro, unas camadas de eralas y empiezan a tentar. Después de elegir lo que ellos no querían, nos trajimos dos lotes, y de ahí, junto a un toro de Las Ramblas con el hierro puro de Salvador Domecq, empezamos a constituir y a fijar el encaste Núñez».

«Troncalmente, hasta donde yo sé, Manolo Camacho y Álvaro Domecq eran muy amigos de Carlos Núñez, y a él le compraron un lote de vacas al 50%, y esto deriva de Carlos Núñez puro. Morfológicamente, de ahí hemos ido creciendo poco a poco y seleccionando. Esto no es de un día ni de dos, sino que la ilusión que yo tengo es la de demostrar que se puede hacer una ganadería no a base de talonario, sino de progresión y de selección», sigue detallando Frías.

El de Ignacio Frías, un hierro que aún practica la trashumancia

Paquirri Frias
Una seria vaca de Ignacio Frías. © Pablo Ramos

Este hierro no olvida su pasado y sigue apostando por seguir ligado a la historia más auténtica de la España rural, por ello la ganadería aún practica la trashumancia -tipo de pastoreo en continuo movimiento- para mover el ganado de una finca a otra buscando el mayor beneficio para sus animales. Aunque ya no son trashumancias de cientos de kilómetros, en esta ganadería se siguen haciendo las cosas de la forma tradicional. 30 kilómetros separan ambas fincas para buscar una tierra de pastos más frondosos para que las hembras pasen allí el otoño y el invierno.

La temporada 2023 de un hierro que es el legado ganadero de la obra brava de Paquirri

Frias
Otra imagen de un novillo de Ignacio Frías para la temporada 2023. © Pablo Ramos

La de Ignacio Frías es una ganadería que intenta volver a meter la cabeza en las ferias, para ello es fundamental la regularidad en sus animales, de ahí que los resultados de 2022 les ayuden a acortar los plazos y conseguir asentarse en el lugar que buscan: «Este año se lidió una novillada con animales que nos gustaron mucho, así como una corrida concurso. Ambas fueron televisadas, algo que nos ha venido muy bien a la hora de ganar en repercusión. Creo que el juego de los animales ha sido muy positivo».

Ahora toca afrontar la campaña venidera, en la que ya preparan rematando los animales que hay en el campo: «Tenemos una novillada fuerte de plaza de primera, y otra novillada más, en total unos 20 animales. Erales tenemos pocos, porque cada ganadero ha hecho de la pandemia su proyección; yo, el momento más duro que he pasado fue el del guarismo de los erales, y ahí preferí recortar al máximo. Tenemos animales para una novillada con progresión a lidiarla con caballos».

Una ganadería que se marca objetivos ambiciosos de cara a los próximos años, sabe aquello que tiene en casa y quiere potenciarlo para dar un nuevo salto: «Actualmente tenemos 100 vacas, siendo nuestro objetivo el llegara a las 140, pero sin bajar el listón a la hora de seleccionar. Confiamos en que la regularidad mostrada hasta ahora nos hará subir el nivel para entrar en el circuito, aunque sea -por el momento- con novilladas».

Ese aumento de ganado en esta casa que es herencia ganadera de Paquirri que debe ser progresivo. Los ganaderos aún tienen encima las consecuencias de una pandemia que ha dejado a muchos ganaderos atrás: «En la pandemia lo pasamos mal; no me gusta la política, pero la Diputación de Ciudad Real prometió y cumplió, y en el ámbito regional también se están apoyando los festejos en municipios pequeños a través de ciertas ayudas. Todo suma para no quedarse por el camino».