CAMPO BRAVO

Irene Tirado, la joven que pasó de ser antitaurina a decidir que entregaría su vida al toro bravo: «Me transmite paz»


miércoles 16 febrero, 2022

Irene Tirado, hija del mayoral de Virgen María, lleva toda una vida ligada al toro bravo, por el que vive y siente cada amanecer: nos acercamos a su historia de amor a este animal mítico y nos cuenta su peculiar "conversión", ya que incluso llegó a tener ideales antitaurinos.

Irene Tirado
Irene Tirado, en una jornada de trabajo. © Simone Cargnoni

Irene Tirado, la joven que era antitaurina decidió entregar su vida al toro bravo: «A mí nadie me puede hablar de animalismo»

Irene Tirado es una joven cuya vida está íntimamente ligada al toro bravo y, en definitiva, al amor por los animales. Es hija del mayoral del hierro sevillano Virgen María, ubicado en el término municipal de Guillena, y lleva todos sus años ligados a este animal mítico; primero, en la ganadería de Victoriano del Río -donde su padre también fue mayoral-, y ahora en tierras hispalenses.

Hoy conocemos mejor su trayectoria y su día a día e Irene se presta a narrarnos cómo es vivir en una ganadería de bravo. Son tiempos en los que los jóvenes huyen del campo para buscar una vida más cómoda en la cuidad, pero este no es el caso de Tirado, una joven que tiene una empatía especial con el toro bravo, un animal al que ve nacer y con el que ha conseguido conectar de una forma especial.

En El Serrano, la finca donde pastan los toros de Virgen María, esta joven es una más: hace las mismas labores que los trabajadores de la finca y cuida a los animales como el resto, pero todo lo hace sin levantar la voz, sin un protagonismo especial más allá del trabajo bien realizado. Hoy nos citamos con ella, una de esas ‘locas’ por este animal único. Trabajadora, discreta y siempre con una palabra amable: Irene nos cuenta cómo llegó a amar al toro y si se ve toda la vida junto a él.

«Aún no he conocido nada que me haga sentir algo tan inmenso como el toro bravo y la vida en el campo»

Irene Tirado
Irene Tirado, en dos jornadas en el campo bravo. © Instagram

P – Irene, en primer lugar, ¿cómo te entró el veneno del toro en el cuerpo?

Tuve la inmensa fortuna de nacer en una ganadería y crecí rodeada de ellos. Siempre he sentido devoción por mi padre y lo seguía a todas partes, empapándome de su trabajo, convirtiéndolo en nuestra pasión en común. Aún no he conocido nada que me haga sentir algo tan inmenso como la vida en el campo, con todos sus sufrimientos, alegrías, dolores de cabeza y momentos de paz.

P – Sabemos que durante muchos años fuiste antitaurina, ¿qué cambió tu forma de ver el toro?

Siempre he adorado el toro en el campo, pero de pequeña no comprendía por qué se iban y no volvían a casa; eso era lo que me hacía detestar el toreo. Cuando iba a algún tentadero no solía estar pendiente y me aburría mucho, pero empecé a fijarme en los cambios que iban viviendo las vacas y comenzó a llamarme la atención lo que allí pasaba. Fui descubriendo los movimientos de los toreros, cómo aprovechaban los instintos de los animales para guiarlos y hacerlos mejorar, empecé a hacer muchas preguntas y llegó un momento en el que, a pesar de mi cabezonería, ya no podía negar que me apasionaba. Cuando finalmente lo admití, los volví a todos locos queriendo aprender cada detalle de este mundo.

«Se trata de un trabajo sin horarios fijos, muy imprevisible»

Virgen Maria Toros
Toros de Virgen María en el campo. © Instagram

P – Victoriano del Río y ahora Virgen María, el campo bravo en su máximo esplendor.

En Victoriano del Río pude ver lo que era el trabajo duro en una explotación muy grande, disfrutando la experiencia de estar en las mejores ferias y con los mejores toreros, aunque cuando yo fui creciendo la ganadería ya estaba consolidada. En Virgen María hemos vuelto a comenzar, pero esta vez juntos; hemos llegado al inicio y estamos siendo el proceso, ojalá también el futuro. Se trata de una explotación mucho más pequeña y podemos enfocarnos más especialmente en los detalles, conocemos a todos los animales y todo es muchísimo más intenso, en lo bueno y en lo malo.

P – ¿Cómo es convivir día a día con el toro bravo?

Es un mundo que te hace tomar una decisión muy fácil desde el principio: o te apasiona o te amarga. Se trata de un trabajo sin horarios fijos, muy imprevisible y es bastante probable que ocurra algo en los días clave. Si te apasiona se convierte en la razón de tu vida; te acuestas pensando en todo lo que quieres hacer el próximo día, sueñas con lo que querrías que fuera sucediendo y amaneces con la ilusión de ponerlo todo en práctica. Si no te gusta, se convierte en una pesadilla en la que tienes que trabajar con un animal peligroso sin importar la temperatura, la lluvia y el horario. A mí me encanta, por suerte cambié a tiempo y se convirtió en el centro de toda mi vida.

P – Cuéntanos un poco cómo es el toro de casa en el campo.

Es muy tranquilo, no suelen pelearse mucho y son muy nobles en el manejo. Imagino que es igual que un niño, todo depende de la educación que se le dé desde que nace, aunque el temperamento de cada uno es algo innato.

«Cada día ocurre algo nuevo, es lo bonito de este mundo»

Irene Toro Bravo
Otra jornada de campo entre el toro bravo de Virgen María. © Instagram

P – ¿Alguna anécdota que vivieras en la ganadería?

Cada día ocurre algo nuevo, es lo bonito de este mundo. Una anécdota positiva fue conseguir sacar adelante un becerrito muy especial que había sido abandonado por su madre, intentar darle una vida normal y que por méritos propios haya logrado quedarse de semental en la ganadería. Llegó en un momento muy importante para mí y nos dimos la vida mutuamente. Una anécdota negativa podría ser justo lo contrario, haber tenido que perder otros que no logré rescatar, pero si hay algo que se aprende rápido en una ganadería es que la muerte es tan natural como la vida».

P – ¿Se puede ver la vida a través de los ojos de un toro bravo?

Sería algo apasionante, ¿no? Puedes colocarte en el mismo sitio que pisan ellos, pero seguiría siendo el mismo punto de vista. Para verla a través de sus ojos habría que tener la posibilidad de vivir plenamente sus instintos y renunciar a nuestra capacidad de pensar y analizar. Por lo tanto, en el caso de poder pasar por esa experiencia no habría forma de recordarla ni explicarla, aunque sería algo increíble…

P – ¿Te ves toda la vida junto al toro?

En mi corazón sí, sería bonito poder seguir dedicándole mi vida al animal que me la da a mí sólo con respirar.

P – ¿Encontraste a alguien más noble que un toro bravo?

Afortunadamente he podido conocer a gente maravillosa con un gran corazón noble, no sé si mejores o peores que un toro, pero con los que la vida tiene sentido. Hasta el toro más noble tiene un mal día.

«Mi padre es mi maestro en el toro y en la vida, mi ejemplo a seguir y la persona que más admiro en el mundo»

Virgen Maria
Irene Tirado, junto a su padre. © La 2

P – Entendemos que tu padre es tu referente más cercano.

Es mi maestro en el toro y en la vida, mi ejemplo a seguir y la persona que más admiro en el mundo. Siempre me ha enseñado a darlo todo, a esforzarme al máximo y a ser responsable con mi trabajo y con los animales, ya que ellos dependen de nosotros en muchos aspectos. Admiro la gran capacidad que tiene para comprender a cada animal, para llevarlo todo adelante (campo, papeles y relaciones públicas) y para buscar siempre una solución a cualquier problema que surja. Pase lo que pase, siempre está ahí para aprender y volver a empezar a su lado».

P – El toro bravo como protector de un ecosistema.

La extensión de terreno que tiene un toro no es la misma que la de otro tipo de explotaciones, se conserva un entorno especial. En el caso de que no hubiera toros imagino que los que amamos el campo haríamos lo posible para desarrollar otra actividad que lo respetara de la misma manera, pero quizás no resultaría rentable cuidar tanto los detalles.