AL NATURAL

Un calendario de escasa delicadeza y tremendo impacto saca del guetto al toreo


miércoles 16 febrero, 2022

La presencia de toreros con un vestido de torear a medio poner ha levantado una auténtica polvareda en las Redes Sociales

Calendario Toreros Portada (1)

Era una mañana triste y gris de miércoles. Tan triste y gris y tan de miércoles como cualquiera. Era vulgar y anodina hasta que llegó a mi smartphone la foto del calendario. Porque no era un calendario cualquiera, no; era un almanaque que otorgaba los nombres de los meses a toreros con un terno de luces a medio poner -o a medio quitar, que todo tiene sus puntos de vista-. Y en esta época de las Redes Sociales, salió el ingenio a pasear.

Fue como si pasasen veinte caballos al galope por en medio de un pueblo del lejano oeste en el que no se ve ni a un alma y de repente se poblasen las puertas y las ventanas de curiosos ávidos de contemplar el fenómeno ‘extraño’. Y lo es por poco habitual en este mundo, siempre preocupado por recalcar la presencia de la muerte en la liturgia para dar valor y seriedad a lo que se hace en el ruedo. Y me parece muy bien, mire usted, pero en un ratito que llevan circulando las fotos de las chocolatinas abdominales de los diestros ha habido más gente que fija su atención en el toro que en los últimos dos años. O más. Porque la deriva de destaurinización de la sociedad que nos aboca a la desaparición se nutre del respeto y la corrección que blande el toro. Y lo cierto es que los tiempos han cambiado.

Eso lo entiende Katia Sol, la autora de las fotos que han prendido la mecha, cuya intención provocadora nace de la propia esencia del arte, independientemente de que nos guste más o menos el resultado final de su obra -que no el impacto que demuestre, son cosas distintas-. Ver a Joaquín Galdós siendo Mister Enero, hacha al hombro no me parece mal. Ni que Román sujete una cigüeña o Garrido una gallina, o que Urdiales se fume un cigarrito para la cámara. Ni siquiera me indigna, como a todos esos que buscan la misma provocación en las RRSS y luego usan esta chispa para incendiar más su entorno. Me parece necesario en un mundo cerrado, rancio y tan demodé como la propia palabra. Asumamos que es así o no podremos avanzar. Otra cosa muy distinta es que la foto me recuerde a Samantha Fox con la llave inglesa al hombro que colgaba en todos los talleres de mi niñez. Y entonces nadie decía nada.

La polémica del calendario por lo sagrado del terno de luces

Porque es precisamente la delicadeza la que escasea en el calendario, pero también decía Da Vinci que bastaba con no tenerla para hacerse rico. Las conversaciones al respecto que he tenido esta mañana -y han sido varias– se quejaban de que se mancillase lo más sagrado que hay en este mundo: el terno de torear. Porque es la piel con la que te juegas la vida. Y eso, en un mundo tan litúrgico como este, es una verdad casi absoluta. Lo que ocurre es que este mundo debe aparcar ciertos tabúes si quiere seguir existiendo, si quiere seguir teniendo un aficionado al que llamar patria, porque esto lo llevan haciendo los futbolistas de los equipos modestos para recaudar fondos desde que el Mar Muerto estaba enfermo. Y que no me venga nadie con el cuento de que no debemos comparar el fútbol con los toros porque esa aseveración es la que nos está borrando del mapa poco a poco sin que seamos conscientes de lo cerca que está el fin.

Pero como a mí me da mucha pereza desaparecer y tener que dedicarme a escribir sobre modelos que posan para calendarios o que desfilan para Victoria´s Secret en el evento en el que no eres nadie si no estás -porque esos no se plantean cuestiones metafísicas sobre el sujetador o las bragas-, me declaro a favor de esa ruptura, de esa provocación y de ese logro que han tenido los que han aceptado posar. Porque esta mañana de miércoles dejó de ser gris en el momento en que irrumpió en los medios un debate. Y mientras la gente hable de ello en los bares de la caña o el café, seguiremos navegando. ¡Qué falta nos hace entenderlo!