ENTREVISTA

Luque Teruel, presidente en La Maestranza: «En el palco hay que decidir rápido, bien y sin malas caras»


jueves 10 marzo, 2022

José Luque Teruel, gran aficionado, hijo del banderillero y apoderado Andrés Luque Gago, es uno de los presidentes de la Real Maestranza: nos citamos con él antes del comienzo de la temporada para conocer cómo ve el toreo y cómo es su labor.

Jose Luque

Cultoro ha querido mantener una ronda de consultas con varios presidentes de plazas de toros para que nos expongan su visión sobre varios temas relacionados con su labor en un palco. Hoy nuestro protagonista es José Luque Teruel, gran aficionado, hijo del banderillero y apoderado Andrés Luque Gago, un torero de plata que estuvo al lado de algunas de las grandes figuras de los años 60, 70 y 80, y se ganó un reconocido prestigio por su excelsa torería. Andrés nació en la calle Feria y tuvo a Luis Miguel Dominguín como padrino de bautizo. Tras haber ejercido durante dos años como presidente suplente en la Real Maestranza, en la temporada 2015 debutó como presidente en Sevilla.

Hoy hablamos con un presidente que en su corta carrera en el palco de la Maestranza ha indultado a dos toros. El primero fue ‘Cobradiezmos’ de Victorino en 2016 y el segundo ‘Orgullito’ de Garcigrande en 2018. Dos toros a los que cuajaron de forma rotunda Manuel Escribano y Julián López ‘El Juli’. Su labor como juez se asemeja mucho a la que ejerce en un palco, la toma de decisiones tiene que estar basada sobre unos hechos contrastados. Este año vuelve a la Maestranza para impartir justicia. Hoy gracias a esta entrevista le conocemos un poco más.

«Un mal presidente que no oiga a su público rompe la armonía y estropea la plaza»

Sevilla Maestranza
Lleno en La Maestranza. © Maestranza-Pagés

P – ¿Cómo ves el toreo en la actualidad, y cuál es el principal problema en el sector?

R – «El principal problema actualmente es salir de la crisis generada por el COVID-19., afición creo que hay mucha, veo muchas ganas de toros en general, pero se debería aprovechar esta coyuntura para actualizar la estructura y el modelo de negocio de la industria taurina Durante la pandemia había toreros, había toros, pero no hubo público y se paró todo. Esto debería ser un aviso claro, hay que mantener el interés del público, para que nunca falte en un espectáculo en el que todos los ingresos entran por la taquilla. Eso solo se consigue con una renovación constante de lo que ocurre en el ruedo, con emoción y competencia. Esos dos conceptos, emoción y competencia, bien desarrollados y respetando la tradición, pueden dar para mucho. En los momentos de cambios a lo largo de la historia del toreo siempre salió adelante lo original, y no hay nada más original que lo que viene directamente de las raíces, de los principios eternos del toreo, ahí hay que buscar ahora».

P – ¿Qué cambiarías de los Reglamentos Taurinos? ¿Cómo ves el futuro de la Tauromaquia, y cómo influyen los Reglamentos en ello?

R – «Los reglamentos deberían manejar tres conceptos básicos. Primero deben estar orientados a proteger el espectáculo clásico, a preservar la corrida con sus tercios y la lidia tradicional, sin que ninguno de ellos pierda protagonismo, y favoreciendo y premiando la finalidad última del toreo, que es el dominio del toro bravo por la inteligencia del hombre conforme a las reglas de un oficio convertido en estética y emoción, en una plaza con unas características determinadas, y ante un público que participa directa y democráticamente en el rito, hasta alcanzar la sugestión del éxito y la grandeza. En segundo lugar, los reglamentos deben orientar la corrida, y el trato previo con el toro bravo, hacia la cultura, para destacar los aspectos sociológicos de la tauromaquia, como forma de celebración del pueblo español. Los reglamentos también podrían tener en cuenta, para proteger o fomentar, la riqueza medioambiental, biológica, genética, el respeto al toro, y potenciar el toreo en todos sus estratos, desde la capea hasta la plaza de primera categoría. Y por último, en tercer lugar, la normativa taurina en general debería conseguir un equilibrio más ajustado entre la intervención administrativa y la libertad de empresa.

P – ¿Qué cambiarías respecto de la tipologia del toro en plazas de 1ª, 2ª, 3ª, categoría?

R – «El toro es el resultado de una cuidada selección de muchos años, motivada por los gustos del público de cada época, yo solo creo que cada plaza debe tener su toro, y evitaría la corriente que trata de uniformar el toro y establecer en plazas de inferior categoría el toro de plaza de primera».

P – ¿Qué responsabilidad tienen los presidentes en el cambio o el mantenimiento de la personalidad de la plaza?

R – «Mucha, un mal presidente que no oiga a su público rompe la armonía y estropea la plaza. El presidente debe atender a los intereses del espectador y al prestigio de su plaza, no siempre en ese orden. Debe saber diferenciar las actuaciones en los actos previos, reconocimientos, sorteo, etc, donde las decisiones son de relevancia administrativa y donde el reglamento debe ser lo prioritario, de la corrida donde las decisiones en su mayor parte consisten, además de la dirección del espectáculo, en valorar el resultado artístico y su repercusión en la afición, en el espectáculo, en la cultura, etc., y ahí debe permitir al público participar y sugestionarse, y con esos materiales el Presidente debe buscar la grandeza y la verdad del toreo, y si encima es capaz de propiciar con el pañuelo momentos de calidad que  puedan paladear los buenos aficionados, pues mejor. Este último matiz me encanta».

P – El público se ha vuelto más benévolo y hasta verbenero, ¿legitima eso al presidente para imponer su voluntad sobre la soberanía que el reglamento otorga al tendido?

R – «No me gusta utilizar adjetivos descalificativos para quien acude o disfruta de una corrida de toros, lo que existe es variedad de espectadores, está el público novel que no entiende todavía de toros, el público medio, que es mayoritario, y el público entendido, que es poco. El novel es hedonista, quiere pasarlo bien con el destello del éxito y quiere que pasen muchas cosas el día que va a los toros, y el entendido cada vez es más exigente y no permite que pase nada que no sea de una calidad extrema».
«Ahí está la dificultad de presidir, ya que hay que hacerlo para todos, todos pagaron su entrada. A mi entender la formula está en partir mentalmente del criterio del público en general, de todos los tipos, e ir matizando hasta acercarse lo más posible al entendido, que debe ser la proa de la afición».

P – ¿A la hora de sacar un pañuelo el presidente es consciente de lo que puede suponer en la carrera del torero?

R – «No, tenemos que ser imparciales y tratar a todos por igual, pero si es cierto que yo intento no quitar lo ganado en el ruedo, ni perjudicar a nadie, de hecho, en alguna ocasión he alargado algún segundo aviso, en alguna novillada, para evitar el tercero, y no perjudicar la carrera del novillero, de lo cual me siento bien».

P – En el fútbol el árbitro trata de pasar desapercibido, ¿es esto aplicable al presidente de plaza de toros?

R – «El presidente es un participe en la corrida, pero no debe ser el protagonista, es un éxito pasar desapercibido y haber propiciado que la liturgia y el rito se hayan cumplido. El público debe alcanzar el deleite con el dominio del torero sobre el toro, el presidente no debe introducir, por ignorancia o error, ningún elemento extraño en esa mágica conjunción entre tres, toro, torero, y público, por ese orden, solo debe dirigir el ritual y no erigirse en el centro de las protestas del público, aunque a veces es muy torero una buena bronca al palco si el presidente está haciendo lo correcto. El presidente solo debe destacar por su sabiduría y no por su empecinamiento. Por eso, mejor pasar desapercibido».

P – ¿Cómo se siente cuando toma una decisión que provoca discrepancia en la plaza?, ¿Es bueno para el espectáculo el empeño del Presidente en mantenerla y no enmendarla?

R – «No me gustan los presidentes dubitativos, y menos en plazas de primera categoría, hay que decidir rápido y bien, ahí está la grandeza y dificultad del palco, hay que resolver con elegancia, sin gestos ni malas caras, eso denota inseguridad, nunca me veréis hacer eso».

P – ¿Estás de acuerdo que un curso capacite para ser presidente de Plaza de Toros, o un Comisario de Policía está más dotado?

R – «Un curso teórico estaría bien para empezar, pero actualmente no existe ninguno que te capacite para ser presidente de Plazas de Toros ni para aprender a presidir, hubo un curso en la UNED, pero ya no existe. A esa formación teórica habría que añadirle necesariamente una formación práctica, iniciarse necesariamente en las plazas inferiores hasta llegar a las superiores. Yo comencé en una Plaza de Tercera, en Cazalla de la Sierra, hasta llegar a la Maestranza de Sevilla. Esto supondría cambiar el sistema de selección de los presidentes, no se puede nombrar a personas que no han ido antes habitualmente a los toros ni tengan conocimientos, y menos empezar a practicar en plazas importantes, como está ocurriendo ahora mismo en algunos casos. Eso luego se nota en el palco».

«En cuanto al presidente Policía, es una figura que los reglamentos autonómicos, más modernos, ya no contemplan. El Policía nunca fue presidente por sí mismo, siempre lo fue por delegación del Gobernador civil o la Autoridad autonómica competente, al igual que los concejales por delegación del alcalde en los pueblos, y es una figura propia de de una época pasada, aunque se mantenga en el reglamento nacional actual, tuvo su mayor auge en el reglamento de 1963 que es eminentemente autoritario. Tras la Constitución de 1978, un espectáculo y una actividad cultural no puede estar regido con criterios de autoridad por un profesional del orden público, aunque haya habido, y hay en la actualidad, magníficos presidente policías que han sido y son grandes aficionados. Debe prevalecer el presidente elegido entre la afición, la persona idónea, que tenga autoridad por sus conocimientos y la grandeza de sus decisiones».

P – Tendremos que advertir al lector que ser presidente no es solo sacar los pañuelos que cuelgan del palco, ¿no?

R – «No es solo sacar el pañuelo, es saber estar en tu sitio desde el señalamiento en el campo, en los reconocimientos, sorteo, etc, y tu sitio es la tradición, el amor por los toros, y además la aplicación correcta del reglamento. Hacer esas operaciones previas y dirigir la corrida lo puede llegar a hacer cualquiera con cierta práctica, pero el amor por la Tauromaquia, la afición, eso te toca, es como las bolitas que decía Rafael de Paula, y solo debería subirse a un palco quien ame la tauromaquia».