SEVILLA

Alberto García Reyes pregona a la Sevilla taurina en el Real Círculo de Labradores de la capital hispalense


lunes 25 abril, 2022

A eso de las 12 y media sonaron los acordes del pasodoble 'Plaza de la Maestranza' que daba el pistoletazo de salida a una mañana inolvidable.

Garcia Reyes

El pasado sábado tuvo lugar en la sede de El Real Circulo de Labradores de Sevilla la X edición de su pregón taurino. Tras dos años en los que la pandemia obligó a suspenderlo, este 2022 se presentaba como un año especial, ese en el que los aficionados y socios volverían a acudir a su sede en la calle Pedro Caravaca de Sevilla para seguir paladeando el toreo. Un pregón que contó con nombres ilustres de la torería andante, allí estaban Curro Romero, Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’, Pablo Aguado y Antonio Ruiz Rodriguez ‘Espartaco’; torero al que se le rindió un homenaje por una trayectoria dedicada en cuerpo y alma al torero.

A eso de las 12 y media sonaron los acordes del pasodoble ‘Plaza de la Maestranza’ que daba el pistoletazo de salida a una mañana inolvidable. Un acto que abrió D. Ignacio Trujillo Berraquero, vocal de Cultura del Circulo. Posteriormente tras sonar el pasodoble ‘España Cañi’ se subió al estrado D. José María Jurado García-Posadas, presentador del pregonero y el cual hizo disfrutar a los allí presentes con una introducción fantástica, esa que puso en solfa la importancia de Curro Romero para la ciudad de Sevilla. Una presentación en la que Alberto García Reyes tuvo su protagonismo como pregonero de este 2022.

Y sonó ‘Suspiros de España’, el temple con el que se interpretó recordó a esas faenas vividas en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Nos hizo transportarnos al barrio del Arenal, allí donde los vencejos juegan a ser toreros, allí donde se puede tocar verdaderamente el corazón de una ciudad que vive radiante en primavera. Tras finalizar los acordes del pasodoble subió al estrado su pregonero de este año. Como si de un paseíllo se tratase lo hizo despacioso, con armonía y sin perder jamás el paso. Por dentro le debían templar hasta las canillas -a mi me hubiera pasado-, no era para menos por quien tenía delante.

Desglosó el pregón en varios apartados, como si de un libro se tratase, capitulo a capitulo fue dándole la importancia y el énfasis que requería cada momento. Con temple y despaciosidad fue poco a poco desglosando su pregón. Lo hizo sin prisas, disfrutando cada palabra, sintiéndose torero; porque los que no se ponen delante también tienen el derecho a serlo aunque sea un poquito. Habló sobre Aguado y Ortega; de uno dijo que era Sevilla con Alamares, del otro Triana con Azabache. También desglosó la soledad con el toro, el miedo, la figura de Curro Romero, también la de un Manuel Escribano que ya hizo historia anunciándose con seis Miuras en su plaza. Quiso acordarse de Pepe Luis Vázquez de un torero que glosó unos versos que le valieron una atronadora ovación por parte de los allí presentes. García Reyes quiso darle su sitio a otra de sus pasiones, el flamenco.

Su final volvió a desatar las emociones de los allí presentes. Primero con un recuerdo y una mención hacia Antonio Espartaco, un torero humilde e incansable, un hombre que ha dado todo por el toro, ese que ha sido y es su vida. El de Espartinas visiblemente emocionado se acordó de ese niño que quería ser torero y que tras no conseguir llegan a donde soñaba se vio reflejado en la figura de su hijo, máxima figura del toreo. Fueron momentos emotivos, de sincera admiración de aficionado a torero. Unos versos que sintieron como suyos todos los allí presentes, esos que se llevó en el corazón un homenajeado que no olvidará en su vida una mañana de abril en la que la Sevilla taurina no olvidó a uno de los suyos.

Como las grandes faenas rubricó su pregón con una estocada en el hoyo de las agujas. Tras una obra torera y medida el pregonero buscaba ese triunfo de clamor, las orejas eran lo de menos, la faena ya estaba realizada. Fueron unos versos que encandilaron a los allí presentes y que cerraron el acto con un triunfo apoteósico. Versaron sobre la figura de un Faraón que se ha convertido en Papa del toreo. No podía ser otro, tenía que ser un torero que ya es patrimonio de una ciudad que lo recordará de por vida. Sevilla no debe olvidar a los que la hicieron grande, y Curro es de esos hombres que han contribuido a poner a Sevilla en el lugar que se merece.

Tras finalizar el pregón tomó la palabra D. Benito Mateos-Nevado Alonso, Presidente del Real Circulo de Labradores, el cual felicitó a Alberto García Reyes por su pregón, haciéndole posteriormente entrega a Antonio ‘Espartaco’ de un galardón que homenajeaba toda su trayectoria. Las notas del himno Nacional pusieron broche de oro al acto.