EL TENDIDO DE LOS SASTRES

La Maestranza no se acordó de Juan Diego


jueves 28 abril, 2022

Juan Diego transitó por la vida con el pecho por delante, cargando la suerte, desafiando al miedo, con el coraje de los valientes. Como los toreros "güenos".

Juan Diego Maestranza

Juan Diego, actor soberbio, hombre comprometido, andaluz ilustre, murió esta mañana y el mundo de la cultura de este país le rinde tributo de admiración. Pero ¡ay! no el toreo.

Juan Diego, nacido en Bormujos del Aljarafe,  recibió en su día la Medalla de Andalucía, que concede su Parlamento. También la Medalla de la provincia de Sevilla. Nunca perdió su acento andaluz bajo esa voz que fue enronqueciendo con el paso del tiempo pero que siempre se alzó contra las injusticias. Juan Diego explicaba que de niño soñaba con ser torero “por la poética que rodeaba al mundo de los toros y los romances que se cantaban” (su hermano fue novillero). Pero estudió Arte Dramático y el cine, el teatro y la televisión fueron los ruedos de sus éxitos.

Juan Diego transitó por la vida con el pecho por delante, cargando la suerte, desafiando al miedo, con el coraje de los valientes. Como los toreros «güenos».

Cuando en Barcelona había toros, le vi una tarde en el tendido de La Monumental. Toreaba Fernando Cepeda, natural de Gines, apenas a 4 km de Bormujos, el pueblo del actor. Luego, en la tertulia posterior a la corrida en un hotel de la ciudad (sí, en Barcelona había concurridas tertulias taurinas cada tarde de toros con los toreros y ganaderos, del Ritz, al Presidente, después en el Habana y ya en los últimos años en el Condes de Barcelona) Juan Diego intervino para proclamar su admiración por Cepeda. Y todos aplaudimos.

Hoy, al saber de su muerte, he pensado que quizás La Maestranza se acordaría de él y el paseillo de la corrida de la tarde guardaría un minuto de silencio en su memoria. Pero no. Y es una pena. Y una ocasión perdida.

Resulta, además, que de un tiempo a esta parte, en muchas plazas, se ha instaurado himno y minutos de silencio, una más de esas cosas de la pandemia que espero no hayan “llegado para quedarse”. Pero, ya digo, a quien corresponda no le ha parecido oportuno ese homenaje póstumo a un andaluz, a un sevillano, ilustre, no sólo sino además, por sus distinciones en forma de Medalla.

El toreo debe abrirse a la sociedad, se proclama desde distintos foros. Y es verdad.

Pero hoy, con el silencio que no ha sido en La Maestranza, ha perdido una ocasión formidable.

Desde este Tendido de los Sastres mi silencio que es un grito: gracias Juan Diego, camarada.