MADRID

Hasta que ocurra una desgracia (sobre el lanzamiento de almohadillas en las plazas de toros)


lunes 23 mayo, 2022

¿Cómo es posible que una plaza de toros como Las Ventas reaccione tirando almohadillas a un torero en plena faena? La fuerza de una almohadilla lanzada desde la altitud de un tendido alto, grada o andanada y que impacte contra una persona puede provocar una desgracia.

Almohadillas Ventas
Almohadillas en el ruedo de la plaza de toros de Las Ventas el pasado sábado. © Toros @Javitaurino

La decadencia de la sociedad no es un tema que afecte meramente a la Fiesta de los toros; nada más hay que salir a la calle y darse cuenta que vivimos momentos en los que los valores y la educación de muchos de nuestros conciudadanos están por los suelos. La sociedad ha evolucionado en muchos aspectos, pero en otros parece que se han dado pasos atrás como los cangrejos. Una juventud egoísta que solo se preocupa por su persona sin importarle quién convive a su derecha o a su izquierda.

La tauromaquia siempre ha sido una escuela de valores, lo contrario que una sociedad que vive por y para ella y que intenta llamar la atención con actitudes poco entendibles. Ser aficionado a los toros es algo a los que todos están invitados, faltaría más, son bienvenidos a sumarse a nuestra causa, pero no a cualquier precio. En el mundo del toro siempre hubo un público ocasional, ese que se gasta su dinero en un espectáculo taurino, pero también tiene que entender que en una plaza de toros se tienen que respetar una serie de códigos para el buen trascurso del festejo.

La volatilidad de la sociedad es algo que nos debería preocupar a todos los que intentamos mantener un punto de sensatez y cordura en todo esto. ¿Cómo es posible que una plaza como Las Ventas reaccione tirando almohadillas a un torero en plena faena? Hay que tener en cuenta que la fuerza de una almohadilla lanzada desde la altitud de un tendido alto, grada o andanada que impacte contra una persona puede provocar una desgracia, por ello -y también por el buen desarrollo del espectáculo- comportamientos así se debe erradicar y perseguir. Y la autoridad debe tomar ya cartas sobre el asunto, no cuando ocurra una desgracia.

Además, este tipo de hechos se deben a una falta de desconocimiento enorme por aquellos que acuden a los toros sin conocer un mínimo de ella. Si seguimos mirando para otro lado, y cuando digo toros digo todos, pronto puede ocurrir una desgracia de la que todos seremos responsables. No puede ser que se tengan que aguantar ciertos comportamientos por personas que no respetan aquello que van a ver.

Tanto la empresa como la propia CAM -hablando de Madrid- deben saber que estas actitudes no se pueden permitir en una plaza de toros. No podemos dar ejemplos así: el toreo es grandeza y con actos así no ayudamos nada. Todos tenemos que poner de nuestra parte para hacerles ver a aquellos que se acercan a una plaza de toros que este no es un lugar para beber y no respetar a los vecinos de localidad. Por todo esto es esencial una educación taurina, hacer pedagogía con aquellos que van a los toros sin saber quién es el torero o el banderillero, sin saber cuántos toros salen por chiqueros o por el contrario si los bueyes participan del espectáculo.

Los peor que le puede ocurrir a una plaza es que pierda su personalidad, eso es precisamente lo que está en riesgo. Muchas otras se dejaron llevar por la falta de rigor y se sumieron en un triunfalismo que poco o nada ayudan a la Fiesta. Claro que los triunfos atraen al publico y al aficionado, pero si este triunfo carece de base ya triunfará cualquiera y eso no les conviene ni a los propios toreros. Cuando el listón de la exigencia se baja perdemos todos, los triunfos tienen menos base y por tanto no se tienen en cuenta tanto como antes. Por eso es básico que las nuevas generaciones sepan donde acudir para formarse como aficionados y eso pasa por ir mucho a los toros. Equivocarse, claro, porque aquí no importa caerse, si no saber por que te caíste.

Gracias a su fuerza social la gente quiere ir a los toros, tiene una inquietud por acercarse a la Fiesta más maravillosa del mundo y eso es para estar contentos. Poco a poco su formación como aficionados irá creciendo, de ahí que sea fundamental que el espectáculo tenga rigor, ahí los presidentes juegan una labor esencial. Con sus decisiones harán comprender a ese aficionado neófito que la concesión de las orejas no debe hacerse a libre albedrio, si no por unos criterios básicos y coherentes.

Por todo ello actitudes como las del pasado sábado no ayudan en nada, pero tampoco hay que buscarles un trasfondo, entendemos que salió de forma espontánea, equivocada pero espontánea y que por tanto no se guiaban por unas indicaciones previas. Fue un momento puntual que sumado a días anteriores empieza a marcar una tendencia que hay que saber parar, una plaza de toros no se puede ver manchada por comportamientos como los que venimos sufriendo en estas dos semanas de toros.