SEVILLA

Imperiosa tarde de El Juli, que consigue su séptima Puerta del Príncipe


miércoles 4 mayo, 2022

El Juli paseó tres orejas -dos del primero y una del cuarto- y consiguió su séptima Puerta del Príncipe-, una del quinto José María Manzanares y Pablo Aguado pechó con el peor lote Garcigrande – Domingo Hernández.

El Juli
El Juli. © Maestranza - Pagés

El Juli, José María Manzanares y Pablo Aguado trenzaban, este Miércoles de Farolillos, el paseíllo en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla dentro de la décima de abono con un encierro de Garcigrande – Domingo Hernández. A las seis y media arrancaba el festejo.

El Juli cuaja a un gran toro de Domingo Hernández y pasea las dos orejas

Le cortó las dos orejas El Juli a un primero de Domingo Hernández de gran calidad, un astado de la divisa salmantina que todo lo hizo por abajo pese a mansear en los primeros tercios. Toreó ya a favor del toro en unos lances a la verónica en los que jugó muy bien con las alturas a un toro al que le costó emplearse. El madrileño tampoco le quiso apretar en un quite por chicuelinas a media altura. Julián se sabe al dedillo como es esta ganadería, conoce sus virtudes y defectos, por lo que conocía perfectamente la medicina que le hacía falta al animal. Acertó a desenmuñecarlo en los primeros muletazos a derechas, lo toreó siempre en línea y aliviando al toro cuando este lo pedía. El pase de pecho fue cumbre. Pero la parte alta de su faena vino al natural, por ahí pulseó la embestida de un toro que se fue siempre tras los vuelos. Con esos vuelos toreó precisamente el de Velilla, sin un toque brusco, haciéndolo todo con suma despaciosidad. Acarició cada embestida, lo toreó con las yemas en dos series que hicieron rugir a la Maestranza. Toreo de cintura y muñecas para abandonarse en una faena que remató con una estocada algo trasera. Julián había puesto muy cara la tarde. Se pidió el doble trofeo, el palco no fue un impedimento, paseando Julián las dos orejas.

Silenciado Manzanares con un segundo que lo quiso todo por abajo

Embistió con gran ritmo y templanza de salida el segundo de Domingo Hernández, un toro bajo y bonito de cara. Manzanares se gustó en los lances a la verónica, ganándole un paso al astado y buscando imprimirle suavidad. Vio tambien las virtudes del animal un Aguado que quitó por chicuelinas; la media fue puro almíbar. En banderillas destacó otra vez Mambrú, un banderillero que cada tarde sube su nivel. Sus dos pares le valieron el reconocimiento de una plaza que le obligó a saludar. Manzanares ya en la muleta buscó no apretarle al toro en los inicios, toreando en línea y a media alturita. Poco a poco el toro fue agarrando humillación y clase, uno de esos astados que pide que lo acaricies. Le costó tomarle la velocidad a un Manzanares que dibujó buenos muletazos por ambas manos, pero aquello no tomo vuelo. El de Domingo Hernández lo quería todo por abajo, quería sometimiento. Hubo altibajos en un trasteo en el que no se vio cómodo en ningún momento al alicantino. Su serie más maciza vino a derechas en las postrimerías de la faena, ahí si le apretó de verdad, respondiendo el astado a esa exigencia. Se atascó con los aceros, sonó un aviso y fue silenciado.

Silencio tras aviso para Aguado con el deslucido tercero

Y Aguado se durmió dándole lances al tercero de la tarde, un toro de Garcigrande que pese a tener nobleza tuvo una embestida carente de entrega. Toreó con las palmas, jugó con la cintura en lances que fueron pura caricia. No ayudó nada ni la lidia del astado ni su paso por el caballo -se le dio más de lo debido-. Sabemos de la complejidad de este tipo de toros en banderillas, pero las cosas no se hicieron a favor de un animal que cantaba sus defectos. Ya en la muleta el astado llegó soltando la carita y sin emplearse, Aguado intentó pulir dichos defectos, pero el animal nunca quiso empujar de verdad. Pese a ello dejó muletazos sueltos a derechas antes de bajar la persiana el animal. Encanchar y soltar, llevarlo a su altura sin obligarlo, ahí estaba la receta para que al menos durara un par de series, pero no hubo suerte, a partir de ahí la faena se diluyó. Por el izquierdo su viaje fue muy corto. No lo vio claro a espadas, sonó un aviso y fue silenciado.

El Juli le corta la oreja al buen cuarto que le abre su séptima Puerta del Príncipe

La gente esperaba la salida del cuarto de la tarde para ver si se consumaba su séptima Puerta del Príncipe. Este cuarto fue un toro algo más montado al fue haciendo poco a poco Julián. Un toro al que Barroso le recetó dos varas que le valieron salir ovacionado. El madrileño conoce a la perfección esta casa ganadera, de ahí que no le preocupase en exceso esos defectos que se veían en el animal. Comenzó sin probaturas con la muleta en la zurda. Se echó rodilla en tierra para esculpir un natural excelso. El toro la tomó con una largura y una humillación bárbara. Siguió con la muleta en la zurda para dejar dos series en el que llevó cosida la embestida del toro a su muleta. Toreó otra vez con los vuelos, sin toques, todo lo hizo como pedía el toro. Volvió a la derecha para dejar una serie profunda y de mano baja. Un toro al que había que llegarle mucho. Se llevó el toro siempre tras la cadera, siempre en semicírculo y no en línea. La Maestranza estaba muy metida en su labor, sabía que a poco que la espada entrase íbamos a tener Puerta del Príncipe. El toro ya estaba muy venido a menos y no ayudó nada en la suerte suprema. Le tapó la salida en un primer intento que acabó en pinchazo. A la segunda dejó una estocada algo traserita que puso en sus manos la oreja.

Oreja para Manzanares de otro quinto de Garcigrande con virtudes

El quinto de la tarde fue otro toro interesante de Garcigrande, un animal que ya desde salida evidenció su buena condición. Un toro que llegó a la muleta manteniendo esas virtudes como era la humillación, el ritmo y la nobleza. Vimos a un Manzanares que salió expoleado por el triunfo de su compañero. Le tapó la cara a derechas en una primera tanda en la que no dejó pensar a un astado que no rehusó ninguna embestida. Manzanares estuvo templado y correcto, dibujó muletazos con cadencia y buen ritmo, pero a la faena le faltó alma. El de Garcigrande lo quería todo por abajo, se sentía cómodo con la exigencia. A izquierda dejó los pasajes más destacados de una faena con picos de sierra. Subió el diapasón del trasteo cuando apretó al toro en tandas más largas, ahí entró más el respetable. Tras dejar una buena estocada paseó una oreja.

Palmas para Aguado en el sexto

Un auténtico monumento al toreo de capa fue el recibo a la verónica que Aguado le recetó al sexto de la tarde. Un saludo que tuvo prestancia, naturalidad, armonía… se lo llevó hasta la boca riego donde dibujó una media detrás de la cadera. Ronca se quedó la Maestranza de jalear cada lance, no era para menos. Pero yo me pregunto ¿dónde estaba la música? Una vez padado el suceso del toreo de capa tocaba verlo en el caballo, allí Mario Benítez ratificó con dos puyazos el momento dulce por el que pasa. Da gusto verlo a caballo. A igual que un Iván García que saludó montera en mano tras dos grandes pares. Muy torero estuvo Aguado en su inicio de faena. Tuvieron sevillanía esos doblones por bajo a media altura aprovechando las querencia del manso animal. Faena en la que el juego de muñecas fue esencial ante un astado que nunca descolgó. Ya no es como torea Aguado, sino como se coloca, como se la presenta al toro. El toro pese a tener virtudes acabó acusando su mansedumbre. Con el toro ya rajado se pegó un arrimón cercano a las tablas del 11. Tras pasaportar al de Domingo Hernández escuchó palmas en reconocimiento a su actuación

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Décima de abono. Corrida de toros. Lleno de No Hay Billetes.

Toros de Garcigrande – Domingo Hernández. De gran ritmo y entrega el enclasado y humillador primero; de gran ritmo y humillación el interesante segundo de Domingo Hernández; carente de raza el vulgar y deslucido tercero; con nobleza y gran ritmo a zurdas el emotivo cuarto de Garcigande; con prontitud y fijeza el humillador quinto; de mansa condición el anodino y pasador sexto.

El Juli, dos orejas y oreja.

José María Manzanares, silencio y oreja.

Pablo Aguado, silencio tras aviso y palmas.

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