MADRID

Suficiencia, arrojo y estética no logran trofeos de una buena novillada


domingo 12 junio, 2022

Sólo Álvaro Burdiel dio una vuelta al ruedo, con silencios para Diosleguarde y Barbero ante los interesantes Montealtos

Burdiel Ok

Álvaro Burdiel, Daniel Barbero y Manuel Diosleguarde hacían el paseíllo este domingo en la plaza de toros de Las Ventas para una nueva novillada del mes de junio. Se lidiaba un encierro de Montealto.

Un académico Diosleguarde deja sello sin chispa con el noble primero

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Tuvo buen son en las verónicas de Diosleguarde el castaño chorreado que hizo primero, más humillador y voluntarioso que boyante en lo físico, lo que se vió acusado con la voltereta que se pegó antes de llegar al caballo. Blandeó en el jaco y perdió las manos en el quite por gaoneras escurridizas de Daniel Barbero, con más voluntad que acierto. Brindó al público Manuel, y en los medios se quedó para comenzar con un cambiado por la espalda una faena que demostró dos cosas: que ya se le queda corto el utrero y que anda con muchísima facilidad en la cara de los animales, lo que le resta chispa a cuanto sucede. Técnicamente impecable, faltó conexión con el tendido por momentos, a pesar de que deslizó naturales de desmayo y profundidad que un sector del público se empeñó en reventar. Fue todo suficiencia, conocimiento y ejecución, ganando el paso, en ñugar de perderlo, para ligar los muletazos a un buen animal al que también le hubiera hecho falta algo más de transmisión. Un pinchazo precedió a la estocada, pero no a la concesión de premios. Silencio tras aviso.

Barbero luce su mano izquierda con el buen segundo y lo pincha con la derecha

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Muy bien hecho estaba el negro segundo, al que le costó centrarse en el percal de Barbero. También protestado el animal en el penco, desparramó la vista en el primer tercio, pero luego humilló con clase en las verónicas del quite de Álvaro Burdiel. También Barbero brindó a la concurrencia, pero su inicio de faena, con doblones tan templafos como mandones, fue sencillamente magnífico, sin demasiado eco en los tendidos. Le dio distancia, le asentó talón y le fue desgranando los derechazos con fe y sin una duda, hasta que en la tercera serie le enganchó el cuarto con un cambio de mano y un natural que se hizo redondo, engarzado con uno de pecho monumental. Y a partir de ahí llegaron las voces, las imprecaciones cruzadas y las formas más ladinas de reventar al chico, que se afanaba con la mano derecha en demostrar que no iba a echar atrás el paso. Más tropezado el final, que apuntaba para bingo y se quedó sin línea siquiera cuando la muleta se ensució entre pitones. Y con la espada defectuosa. Y con el aviso. Por eso Barbero terminó en silencio y con un segundo aviso amenazando.

Burdiel no logra tomarle el pulso a la embestida del tercero, al que pincha

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Cuando se hizo presente el tercero en el ruedo de Las Ventas, ya había quedado claro que los custodios habían decidido ya hacerles pasar a los chavales lo que el sol a ellos en el tendido. Protestaron la presentación del tercero y también la labor del picador -con razón en ambos casos esta vez-, y también la flojera del animal en el quite aseado de Burdiel. Tenía calidad el animal, que repitió con intención en el inicio en la muleta de un Burdiel que no terminaba de tomarle el pulso a la embestida. Poco a poco fue tirando del de Montealto Burdiel, pero el viaje ya le iba quedando corto al utrero. Y allí llegaron los mejores muletazos, porque no le quedó más remedio a Álvaro que bajar la mano y gobernar la embestida para que lo diera todo de sí. Pero entonces ya se había acabado la repetición. Todo ello provocó que la faena no terminase nunca de coger vuelo. El fallo a espadas que la coronó, además. Ovación tras aviso.

Diosleguarde escucha silencio con el cuarto, que se echó durante la faena

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Más serio era el cuarto, que le esperó cada lance a zurdas a Diosleguarde jasta impedirle ejecutarlo y se fue frenando a medida que nacían a diestras hasta negarle también el remate. Dos varas le partió a Ángel Rivas en el peto antes de que se retirase el picador. Y aún no lo había hecho cuando Barbero quiso plantarse en la arena para soplarle chicuelinas en el quite, a menos en la reunión. Se venía como un tiro el animal cuando se arrancaba, como mostró en banderillas. Muy correcto fue el inicio de Manuel, por ambos pitones y sin dejar que tocase el trapo, y muy asentado y de verdad quiso torear con la diestra a un animal que sí tenía emotividad, pero el gobierno del charro se impuso a la apuesta por el caos, como si de un matador con diez años de alternativa se tratase. Terminó con el novillo totalmente entregado y con el ímpetu tan perdido que terminó echándose delante del novillero en un desplante. Ni se meneó en el momento de la estocada, en la que cobró un pinchazo Manuel, pero se echó el animal, que fue atronado ante las protestas del público. Silencio.

Barbero se descentra con el buen quinto y escucha el silencio de Madrid

Barbero

El quinto de Montealto también era una raspa, pero de este -sorpresa- nadie dijo ni pío. Ni tampoco Daniel Barbero, que lanceó sin mucho brillo en el saludo y vio cómo Burdiel no perdonaba el quite para dejar a penas dos lances y una revolera. Volvió a apostar por el mismo inicio Daniel, menos brillante que en su primero, pero fue con la mano diestra como vió embestir con mucha entrega al animal. No así a zurdas, por donde el animal tenía transmisión, calidad y carbón, pero a él le faltó pulso para evitar los dos desarmes que acabaron con su moral: a partir de entonces no fue el mismo, y prefirió tirar de técnica para asegurarse, al menos, que no se le fuera el novillo. Pero se dedicó a dejar muchos pas3s sin ninguno digno de recordar. Una estocada corta precedió al silencio.

Los altibajos de Burdiel con el sexto impiden que pasee trofeo

Burdiel Ok

El castaño albardado que cerró plaza fue de largo el más serio del festejo, pero empujó más en el peto de El Legionario que en el capote de Álvaro Burdiel. Tuvo mucha transmisión en las arrancadas en banderillas, pero le costó más rebozarse hasta atrás en la brega. De hecho, saludó José Manuel Mas después de dos pares comprometidos. A este no tardó Burdiel en cogerle el aire, y dejó que corriera sin mucha exigencia, pero no dejó que le tocase el trapo. Por eso pudo seguir utilizándolo para azuzar al animal cuando perdió el brío, y proponerle al natuural para desgranar algunos pasajes de cierta belleza, pero sin continuidad. Faena de altibajos en la que el poco poblado tendido hoy en Las Ventas no terminó nunca de entrar para que el chico pasase de una vuelta tras petición de un sector del tendido, a pesar de la gran estocada que cobró.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada picada. Menos de un cuarto de entrada.

Novillos de Montealto. Noblón y en el límite de todo el atigrado primero; de buena movilidad y repetición el emotivo segundo; noble y obediente el vareado tercero; de mucho ímpetu y poco fondo el cuarto;

Manuel Diosleguarde, silencio tras aviso y silencio.

Daniel Barbero, silencio tras aviso y silencio.

Álvaro Burdiel, ovación tras aviso y vuelta.

FOTOGALERÍA: ÁNGEL HUÉSCAR

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