Hace algunas semanas, Marco A. Hierro hablaba de la importancia de la televisión en el devenir posterior de la Fiesta de los toros en un artículo con Joselito y José Tomás como protagonistas. La irrupción de las televisiones privadas al socaire de los montantes que se movían en el sector provocó un hartazgo y un descreimiento muy preocupante de un rito de mucha verdad.
Todo lo que no aparece en televisión es menos visible, hasta ahí estamos todos de acuerdo, pero hay una forma intermedia de pensar respecto a este tema y a la Fiesta de los toros. Martín Arranz, que fuese apoderado de Joselito y José Tomás, decidió en su momento poner ciertas cortapisas a unas retransmisiones que en los años 90 le dieron popularidad al toreo, pero también le quitaron verdad.
En aquella pieza, Arranz se declaraba a favor de la televisión, pero de una forma ordenada: «Si se televisa todo y en cualquier sitio se pierde el elemento sorpresa, que siempre fu muy importante para que tomase fuerza un torero emergente«. Pero eso no quiere decir que esté contra las retransmisiones. «Lo que estoy es contra la retransmisión desordenada e indiscriminada«. Una postura totalmente lógica si no se lleva al extremo.
Un tema es estar a favor de una mensuración a la hora de anunciar festejos por televisión y otra es literalmente quitarte de en medio. Dos posturas contrapuestas pero que resumen a la perfección la forma de llevar la carrera de un torero. Hoy el día es difícil que las ferias de mayor copete y boato digan no a la televisión. En momentos en los que la tauromaquia se sustenta única y exclusivamente de la taquilla los empresarios no pueden decir que no al dinero proveniente de la televisión.
El toreo ha cambiado mucho desde aquellos años 90 en los que televisiones como Telecinco, Antena 3, TVE o las autonómicas daban festejos en abierto; ahora se ha pasado a ciertas autonómicas y en determinado tipo de festejos, de ahí que es estrategia que tomó Arranz no se pueda llevar a cabo de la misma forma en este 2022. Eso sí, habría que poner más cuidado en qué tipo de festejos se emiten en abierto, ya que la calidad debe primar siempre por encima de la cantidad, y el cuidado de aquello que se emite es básico para el futuro de la Fiesta.
Una de esas anécdotas que nos contaba Enrique respecto a José Tomás son un fiel reflejo de su personalidad y su forma de ver el torero. Cuando Martín Arranz lo apoderaba, un día paseando por la plaza de Santa Ana de Madrid, el propio Arranz le dijo que tenía que hacer varias entrevistas en varios medios de importancia para darle relevancia a sus próximas tardes; en ese momento, José Tomás le dijo que lo pasaba muy mal con las entrevistas, que donde de verdad se sentía a gusto era delante de un toro. No le puso problema Martín Arranz y convirtió el problema en solución, pues dijo que desde ese instante su mito sería guardar silencio y hablar en la plaza.