EDITORIAL

La criptomoneda del toreo: así funciona la Fundación del Toro de Lidia y así lo vende


martes 2 agosto, 2022

Los fuegos artificiales bien regados de las competiciones pretenden maquillar el fracaso de perder cada día más plazas

Criptomonedas (1)
Criptomonedas. © ig.

Si hay un ente, elemento, objeto, entelequia o sustancia que nadie sabe muy bien qué es, para qué sirve o cómo funciona es la criptomoneda. Resulta que parece que algunos se hicieron ricos riquísimos con ella, pero el común de los mortales sigue sin saber si es buena, mala, regular o mediopensionista. Y eso que todo el mundo ha oído hablar de ella: la criptomoneda es el futuro; prohíben la criptomoneda en la Cochinchina. Y lo cierto es que hay un ‘alguien’ que se está haciendo rico con la idea brillante de hacerse con la confianza del inversor. Que invierte, por otra parte, no se sabe muy bien en qué…

Una cosa parecida es la institución que anunció que venía a defender la tauromaquia ante los ataques externos que ésta sufría y necesitaba, para ello, la confianza y la inversión de todos aquellos que viven -vivimos- directa o indirectamente del toro. Pero también de los aficionados y de toda esa masa social que mueve el mundo del toro y que no se queda en el festejo y su organización; continúa por los vericuetos del toro en la calle y los festejos populares, cuya salud utiliza para paliar los males provocados por quienes mandan en las plazas.

No es difícil confiar en un proyecto cuando te lo troquelan, te lo pulen, te le colocan un logo chulo, que huela a parné, y te lo iluminan como si fuera la nueva estrella de Hollywood hecha objeto de culto. Porque eso promete, y lo de prometer el paraíso que luego no puedes cumplir esconde la intención de manejar. Manejarlo todo. Desde el contacto con los que mandan -en cada momento el que toque- hasta la gestión de espectáculos bien regados con la pasta del toreo, pero que tienen poca tierra para asentar la raíz cuando se depende de todos y todos quieren trincar. Incluidos los que dirigen la gestión, que, como las criptomonedas, prefieren echar por delante a alguna cara de confianza para medrar por detrás.

Y no podemos decir que no haya habido cosas buenas desde su aparición en escena. Un proyecto sin una buena idea morirá en cuanto se descubra la carencia, y este lleva ya sus añitos de ‘defensa’ de la esencia taurina. Lo justo para generar un fondo, gestionarlo para conseguir más, atraer subvenciones públicas que maquillen que el Gobierno paga festejos y seguir viviendo como hasta ahora de no lograr tus objetivos, dado que si una fundación los lograse cesaría el vigor de su objeto social y, por tanto, moriría. Es decir, que lo conveniente es trabajar para lograr un objetivo que no nos interesa lograr porque dejaríamos de trabajar. Interesante. Casi como el funcionamiento de las criptomonedas…

Si la intención de la FTL fuera sólida en el avance de los derechos de los aficionados taurinos –la tauromaquia no necesita defensa si se garantizan esos derechos– hubiera puesto en marcha todos esos proyectos con los que pone la zanahoria delante de los profesionales con el ruego de arrimar el hombro por un bien común. Y cuando los profesionales levantan -levantamos- la cabeza de la tarea comprometida para que perviva tu medio de subsistencia te das cuenta de que estás haciendo el gili. Y Jesucristo dijo «hermanos», pero no primos.

Defender implica avanzar, mire usted. Porque sin avance es cuestión de tiempo que claudiquemos. Y para ello todos debemos estar en un barco en el que se mire por nosotros, no tengamos que ser siempre los mismos los que velemos por él. Y los proyectos deben tender a poner a la gente en el tendido, y no en las Redes Sociales. Deben tender a eliminar el intervencionismo, porque está demostradísimo que crea dependencia. Lo que ocurre es que esa dependencia otorga mucho poder al que la promueve. Y volvemos a subrayar que son absolutamente brillantes las ideas: el concepto de competición, involucrar a las administraciones públicas, establecer un calendario y unas normas para todos. Pero a ese proyecto, muy de acción futbolera -y rentable, por consiguiente- le falta el soporte mediático. Porque los mismos de siempre se llevan lo que hay para no currar en el proyecto. Los medios… esos lo hacen por la cara.

Casi igual que en el asunto de las criptomonedas, oiga. Y mientras tanto Plasencia, Ciudad Real, Vitoria, Barcelona, Cáceres, Coruña, Gijón y otro buen montón de plazas por donde circulaba la sangre del espectáculo han pasado a dormir el sueño de los justos. Pero no hemos visto a nadie plantarse en esas ciudades para exigir respeto, ni dignidad, ni decoro. Y mientras jugamos a ser empresarios y nos lavamos las manos ante los problemas del sector, la nada se va abriendo camino entre la bruma que crea el propio producto. Igual, exactamente igual que en el caso de las criptomonedas.

Y el problema no es que aquí no tengan tanto talento para la estafa a gran escala; el problema es que aquí ni siquiera les hace falta…