El pasado 15 de Julio Tomás Rufo «se presentó» ante la afición de Pontevedra en un coloquio que abarrotó el Liceo Casino de la localidad. La afición pontevedresa, con la Coordinadora de Peñas taurinas a la cabeza, abrió de par en par las puertas de su cariño al torero de Pepino.
Pontevedra, último bastión de la tauromaquia en Galicia, tiene una afición con la inmensa capacidad de adoptar cómo propios a los toreros que les dan cariño y toda su entrega dentro de la plaza.
Se trata de una afición especial, firme en sus convicciones de amor por el toro pese a los ataques que recibe, y que luce con orgullo la pasión por el toreo y la devoción por los toreros. Una afición con la capacidad de ir a la plaza a divertirse con sus coloridas peñas pero respetando y valorando con seriedad todo lo que pasa en el ruedo. Si Pontevedra te abre las puertas lo hace para siempre.
A lo largo de la historia podríamos hablar de casos como los de Antoñete, Enrique Ponce, El Juli, Jesulín de Ubrique, César Rincón, Espartaco y uno especialmente, Palomo Linares. Toreros adoptados cómo propios por la afición gallega.
Tomás Rufo pudo descubrir que Pontevedra le espera y tiene ante sí el reto de comenzar a labrarse un hueco en una afición tan especial.
En un año arrollador, su primera temporada completa de matador, en el que ha salido a hombros en plazas como Sevilla, Madrid, Valladolid, Castellón, Alicante, Granada o Nimes entre otras, y en la que ha triunfado también en Mont de Marsan, Bayona, Toledo o Burgos, el diestro afronta un reto importante con el objetivo de devolver el cariño a Pontevedra y labrarse un camino en el que sea uno más de esa histórica lista de «consentidos» de la afición del Coso de San Roque.
La historia de Tomás es incipiente y el 13 de agosto, junto a El Juli y José María Manzanares, vivirá otro capítulo con un apasionante reto.