SEVILLA

La última bala del año de Juan Pedro Domecq en La Maestranza: ¿Qué se juega la ganadería el próximo domingo en Sevilla?


jueves 22 septiembre, 2022

Juan Pedro Domecq tiene una última bala en la recámara, ojalá el disparo sea certero y el aficionado no vuelva a salir desencantado de la plaza, que la cosa está cortita de dinero y el que pasa religiosamente por taquilla ya hace tiempo que anda mosca y no aguanta que le tomen más el pelo

Juan Pedro Domecq
Juan Pedro Domecq. © Luis Sánchez Olmedo

Tras los dos festejos lidiados en el ciclo continuado, el hierro sevillano de Juan Pedro Domecq tiene su última bala del año en el coso del Baratillo el próximo domingo 25 de septiembre. Una corrida donde se anuncian Morante de la Puebla, Ginés Marín y Pablo Aguado, curiosamente tres toreros que ya han toreado este hierro durante el abono hispalense.

Los dos sevillanos lo hicieron el pasado Domingo 17 de abril, Domingo de Resurrección en un cartel que, rematada el también hispalense Juan Ortega, mientras que Ginés Marín se anunció con los dos hierros de la casa, Juan Pedro y Parladé el martes 3 de mayo junto a Daniel Luque y Álvaro Lorenzo.

Dos corridas que acabaron decepcionando a los aficionados allí presentes. La corrida de Juan Pedro; incluidos dos sobreros -uno con el hierro de Virgen María-, lastra el festejo más importante del año en Sevilla. La terna se va de vacío en una tarde en la que la disposición y la entrega fue total. Así definíamos la corrida lidiada por Juan Pedro Domecq Morenés en un día tan señalado.

El segundo festejo de la divisa sevillana no fue mucho mejor, la falta de raza de los animales condicionó una tarde que resumimos de la siguiente manera. Ginés sella una faena de compromiso y mucho gusto al sexto de la tarde, al que le cortó una oreja de importancia a un toro potable, el único que se salvó junto al quinto, al que también le paseó un premio el temple de Álvaro Lorenzo; también le pidieron el premio a Luque en el primero y cuarto, pero el palco no lo concedió.

Un hierro de Juan Pedro Domecq que pecó de falta de fondo y fuerzas pese a que dos de los toros lidiados en Resurrección (1º/6º) tuvieran buena clase y ritmo en sus embestidas. No mejoró mucho más con su segunda presencia, esa en la que los toros de Parladé le ganaron la partida a los de la V de Veragua.

Siendo esta ganadería una de las más importantes del campo bravo español, el aficionado no podía entender cómo se acartelaba hasta en tres ocasiones en el coso del Baratillo durante este 2022, más si cabe cuando en los últimos años no están rodando las cosas como tienen que rodar en un hierro de máxima vitola.

Decía Juan Pedro Domecq y Díez que las críticas más feroces siempre iban hacia los que marcaban la diferencia, y que él como ganadero puntero las aceptaba de buen grado, porque la exigencia siempre ayudaba a mejorar. Es cierto que este año su hijo ha lidiado animales de nota en muchas plazas, que conforme dejamos atrás la primavera y entró el verano ganó en regularidad, pero bien es cierto que en las plazas de primer orden sus toros no dieron la talla.

Juan Pedro Domecq vuelve a Sevilla en septiembre para realizar el último examen del año en esta plaza. Los dos primeros los suspendió, ahora debe sacar adelante este último, de lo contrario las cosas puede ponerse difíciles para estar presente el año que viene en los lugares que vino ocupando desde la creación de la ganadería previa al último cuarto del siglo XX.

Ojalá, por el bien de Juan Pedro Domecq, la afición, la empresa y los toreros, salten al dorado albero Maestrante toros como Jaricio, Viñero, Lindura, Novamalo o Retornero, esos que durante los festejos celebrados por San Miguel estos años atrás tuvieron las cuales necesarias para hacer el toreo, ese que Sevilla espera ver de una terna de campanillas.

Última oportunidad para limar asperezas con una afición que, aunque duela, espera poco de una ganadería que ya la tiene acostumbrada a poner el parche antes de que salga la herida. Bien es cierto que hasta el rabo todo es toro, y que Juan Pedro tiene una última bala en la recámara, ojalá el disparo sea certero y el aficionado no vuelva a salir desencantado de la plaza, que la cosa está cortita de dinero y el que pasa religiosamente por taquilla ya hace tiempo que anda mosca y no aguanta que le tomen más el pelo.