Van cayendo las hojas del calendario y con ello la empresa de Madrid va dándole forma a los distintos carteles que se programarán en la Feria de San Isidro. Tanto Simón Casas como Rafael García Garrido están inmersos encerrar distintas combinaciones de un serial donde no debería faltar ninguno de los toreros que demanda la afición. Con 21 puestos menos que en la edición de 2022, Plaza 1 se afana en darle su sitio a cada espada, teniendo la intención de cerrar carteles potentes tanto en el propio San Isidro como en la Feria de la Comunidad.
Muchos son los nombres de los toreros que ya tendrían su hueco en la primavera venteña, figuras, toreros consagrados, jóvenes valores… todos ellos tendrán su hueco garantizado, e incuso una amalgama de espadas que tomarán alternativa o confirmarán la misma en la primera plaza del mundo. Nombres de jóvenes como Álvaro Alarcón o Isaac Fonseca tienen garantizada su entrada, pero de momento nada se sabe de uno de los toreros como mejor curriculum como novillero y que tomó la alternativa en un cartel de máximo boato en La Real Maestranza de Caballería de Sevilla de manos de Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’ y José María Manzanares.
Su nombre es Borja Jiménez, un matador de toros que lleva esperando casi ocho años para confirmar la alternativa en Madrid. Un torero del Aljarafe sevillano que anda ilusionado por una temporada donde espera dar un paso más en su carrera. Con Sevilla en el horizonte, Madrid es fundamental para darle ese empujón que necesita su carrera. Un espada que pese a la dureza de la profesión, nunca se ha salido del camino marcado, ese que le inculcó desde chico un Espartaco padre que aún sigue dándole consejos para que no caiga en la desesperación.
Borja tiene a sus espaldas un bagaje impoluto como novillero, que no le sirvió de nada una vez que dio el salto a matador de toros. Una Puerta del Príncipe en Sevilla, salidas a hombros en Pamplona, El Puerto de Santa María, Villaseca de la Sagra, Zaragoza… plazas de las cuales únicamente repitió en Sevilla y El Puerto de Santa María, quedando sin debutar como matador de toros en plazas importantes de Francia y otras de nuestra geografía donde se había ganado volver.
De matador de toros, y con un bagaje muy corto, dejó gratas sensaciones en cosos como Huesca, Azpeitia, o Tafalla, plaza donde se le repitió por los triunfos cosechados, pero nada más. A partir de ahí su carrera se desarrolló en plazas peruanas, cosos donde seguir viéndole la cara al animal y disfrutando del toreo. Las oportunidades escaseaban en los ruedos, sin embargo, en el campo era de esos toreros que seguía puliendo su concepto gracias un gran número de ganaderos y profesionales que seguían apostando por él.
Tras la pandemia llegó la oportunidad de Sevilla, tenía una bala, una única oportunidad, y pese a no tener un toro de triunfo no falló, dejando patente su concepto y la evolución palpable de un torero minusvalorado y castigado por un sistema cortoplacista y empecinado en mirarse el ombligo. Sin nada por delante, ni apoderado que le acompañe, Borja sigue trabajando en silencio, ilusionado por un 2023 que -al menos- le dé la oportunidad de jugárselo todo a una carta, no le dieron otra opción en todo este tiempo.
Solamente falta que algún taurino bohemio se eche adelante con su carrera…