Adentrarse en el campo charro es hacerlo en un lugar único, un paraje donde el toro bravo convive con multitud de animales en un entorno privilegiado. Aquí durante más de 150 años el animal bravo ha mantenido un estatus inalcanzable para el resto de las especies, siendo emblema de la ciudad. A lo largo de los decenios han sido innumerables el número de familias que se han dedicado a la cría del toro bravo, generaciones de ganaderos que apostaron por una serie de encastes de los que hoy en día se nutren un ramillete importante de divisas.
Uno de esos parajes únicos y de incalculable belleza que posee esta zona ganadera es ‘Terrones’, una preciosa finca salmantina situada en el término municipal de Narros de Matalayegua, propiedad de Dña. Paloma Sánchez-Rico Clavero. Un enclave donde se encuentran los Gamero-Cívico de Salamanca, una procedencia en peligro de extinción por el escaso número de reproductoras que hay hoy en día. Salvo Samuel Flores, otro de los buques insignia de este encaste, poco queda en nuestra piel de toro de esta rama tan particular.
La historia de la ganadería
Ganadería creada en 1997 al amparo del artículo 5 bis b) de los Estatutos, con vacas y sementales de ‘Clairac’, vacada fundada hacia 1885 por D. Eloy Lamamié de Clairac, el cual la forma su vacada con reses de Mazpule, a la que añade posteriormente animales de Martínez. En 1910 hereda la ganadería su hijo D. Rafael Lamamié de Clairac, que adquiere en 1912 dos sementales y una punta de vacas de D. Fernando Parladé, incrementando en 1921 este encaste mediante la compra de otro lote de vacas de D. Antonio Fuentes, del mismo origen, procediendo a eliminar parte de lo que tenía originalmente.
En 1924 D. Rafael adquiere para su hijo D. Leopoldo el hierro y la cuarta parte en que se divide tras la muerte de D. Luis Gamero Cívico, la ganadería que éste había adquirido a D. Fernando Parladé, toda una joya genética que se llevará en pureza sin cruzar con otros animales que había en dicha casa ganadera. Una vacada, esta de Clairac, que en 2025 cumplirá 140 años en manos de la misma familia, esa que durante tantos años ha sido fiel a un tipo de toro, ese por el que también apuesta Dña. Paloma Sánchez-Rico Clavero en la ganadería que lleva su nombre.
Un hierro que tiene la posibilidad de tomar antigüedad esta temporada en la primera plaza del mundo, un premio a la constancia, al trabajo y el sacrificio por un encaste de gran personalidad, un tipo de toro distinto al resto. Aún es pronto para saber si finalmente tendrán esa oportunidad, animales hay para ello, pero todo dependerá de como le dé encaje durante la temporada una empresa que lleva varias semanas peinando el campo para reseñar las novilladas y corridas de toros que pisen el ruedo venteño este 2024.
Rafael Basterra, hijo de Pilar, lleva con puño de hierro esta casa
Atrás quedaban esos años en los que sus cercados estaban repletos de animales de sangre Contreras, ahora los Gamero-Cívico de ‘Clairac’ serían los encargados de dar vida a esta casa ganadera. Un encaste en peligro de extinción por el número de divisas que aún la mantienen en pureza. Una ganadería donde Rafael Basterra, hijo de Pilar, lleva con puño de hierro sabedor que la exigencia es la base para que las cosas salgan bien.
“Nosotros siempre hemos tenido ganado en Salamanca de Contreras, desde los años 20. Tras ello, pasaron varios encastes por casa hasta que en el año 97 se decidió comprar Clairac porque era un encaste diferente, no era el mayoritario, y también era originario de Salamanca” añadía el ganadero salmantino.
Una divisa no muy larga, concentrada, pero con apertura de líneas que evitan esa tan temida consanguinidad: “Actualmente, tenemos 75 vacas y dos sementales. Es una ganadería corta, pero hoy en día es el número de reproductoras que queremos tener. Sobre esa base estamos trabajando” nos comentaba un ganadero que lucha por este legendario encaste que marca caracteres, pero en el que puede aparecer la temida consanguinidad tan temida por criadores que tienen sangres tan cerradas.
“No me preocupa en exceso. Cada dos años cambiamos de semental. Al principio tuvimos muchos problemas de consanguinidad, ya que llegaban a utreros y los animales se venían abajo y se morían solos. Gracias a Dios dimos con la tecla; en el año 2000 mi madre volvió a comprar una punta de vacas a ‘Clairac’ y, entre eso y cambiar sementales cada dos años, vamos salvando la consanguinidad”, añade.