El trabajo en el campo es una labor muy sacrificada. Para dedicarse a esta profesión hace falta algo más que ganas: se necesita una constancia y un sacrificio a prueba de bombas. Saber manejar el toro en el campo es indispensable para realizar esta labor. Conocer sus querencias, su comportamiento, pero sobre todo, no dejarse ganar la pelea por ellos en situaciones límite, de lo contrario ya no habrá quien pueda con ellos.
Muchas son las ganaderías donde el caballo es la herramienta de trabajo, pero hay otros donde no es así. Actualmente, la ganadería de Peñajara se encuentra dividida en dos fincas: Torviscoso, en el municipio cacereño de Peraleda de la Mata y Quejigoso, en el municipio de Calera y Chozas, en la provincia de Toledo, pero años atrás su anterior ganadero tenía todo el ganado en la provincia de Badajoz, en un paraje espectacular.
Una ganadería que fue adquirida en 1997 por José Rufino Martín, ganadero que le cambia el nombre a Peñajara de Casta Jijona, en referencia al 80% de reses que poseen sangre de esa casta homónima. Una ganadería que mantendría durante 20 años y a la que le dio un sello especial como ganadero. Por la orografía de terreno, aquí los caballos no tenían cabida, el suelo de pizarra imposibilitaba en muchas ocasiones el buen manejo del ganado, de ahí que los 4×4 o la pickup se convirtieran en la maquinaria de trabajo.
El toro de esta casa siempre ha sido un animal muy caliente, un tipo de toro que no aguantaba que invadieran su terreno. Pese a sacarlos a un territorio neutral, estos no consentían ser manejados al antojo del hombre. En uno de los vídeos múltiples vídeos que se grabaron en esta ganadería, vemos como uno de los toros decide volverse y arremeter contra el vehículo. Aquí el corredero es un embudo, por lo que no hay salida más allá del final del mismo.
Los toros se hicieron fuertes, no querían ejercitarse. El toro imponía su dominio, se hacía grande en un momento donde los vaqueros no eran capaces de hacerles entrar en razón. Los toros pasaron de largo y se volvieron camino de su querencia, algo que de no corregirse podía provocar un problema mayor cuando les quisieran volver a sacar al corredero. Una vez que se salen con la suya es muy difícil volver a llevarlos al redil.