Como ya hemos contado en varias ocasiones, el toro bravo no es un animal dócil y sumiso; es decir, no es un perro o un caballo que se deja acariciar. Al animal bravo nunca hay que perderle la cara, hay que tenerle siempre respeto porque si te confías puedes pagarlo caro. Es verdad que en el campo su comportamiento es tranquilo, pero la chispa puede saltar en cualquier momento, algo que pone en serio peligro al que tiene cerca.
El toro bravo es un animal jerárquico, lucha por el cetro del cercado y no le importa medirse con cualquiera de sus hermanos para conseguirlo. Al contrario de los animales carnívoros, no ataca para alimentarse, sino para ser el líder único de la manada. Hay ganaderías de sangre caliente y otras más de sangre fría; esto quiere decir que hay toros más propensos a las peleas y otros que no lo son tanto, aunque cuando hay cambio de tiempo la tensión se palpa, sea el encaste que sea.
El problema no viene en una pelea cuerpo a cuerpo entre dos astados, ahí ambos luchan en igualdad de condiciones, la gravedad viene cuando un tercero aprovechando el cansancio de uno de los oponentes entra en escena y resuelve la ecuación. Ahí existe el mayor de los riesgos de cara a una posible baja de uno de los contendientes. Al entrar de costado y no de frente desequilibra al su hermano, creando superioridad numérica y decantando la pelea.
Esto es lo que pasó en un vídeo que anda moviéndose por las redes sociales. Mientras que varios astados están cebándose con uno de sus hermanos, el ganadero decide ir a pie para intentar sofocar una pelea que puede acabar con ese ejemplar seriamente dañado. Unas imágenes sorprendentes al ir este hombre a cuerpo limpio, sin la defensa de algún caballista o una piara de bueyes que le arropara. Cuando el ganadero se encontraba a unos metros de los animales, estos abandonaron el escenario del enfrentamiento para irse a la otra punta del amplio cerrado.
En el suelo quedaba inmóvil el cárdeno animal, que pese a estar dolorido fue capaz de ponerse en pie y arremeter contra el ganadero. Éste, dándose cuenta de la situación, echó a correr camino del remolque con el toro detrás de él a gran velocidad. Por fortuna el toro no llegó a golpearle, cebándose con los bajos del remolque donde se encontraba un buen número de aficionados que disfrutaban de un día de campo.
El ganadero se salvó por los pelos, de haber arrancado un segundo más tarde o estar algo más lejos dicho remolque, el toro lo hubiera alcanzado. Un animal que tuvo una reacción propia del momento que vivía, se sentía vejado, humillado por sus hermanos y tenía que pagarlo con alguien. Pese a la paliza que llevaba encima, fue capaz de ponerse en pie y salir como un cohete. Estas son situaciones de gran riesgo: un toro pegao es doblemente peligroso, pero esta vez el ganadero pudo contarlo.