CAMPO BRAVO

El ‘milagro’ del semental ciego que ha sido padre de nueve becerros bravos a los que ‘reconoce’ por el tacto


jueves 20 abril, 2023

Al contrario que las hembras, el semental no siente ningún apego por los becerros que han nacido en el cercado donde convive con su hato de vacas: así logra dar con ellos este semental ciego del hierro jiennense de El Añadío.

Toro Bravo
Un toro bravo en una imagen de archivo. © José Joaquín Diago

Los toros se parecen más de lo que creemos a las personas. Sufren patologías similares y cambios de ánimo; tienen un vínculo muy estrecho con sus crías… y la historia que a continuación vamos a contar así lo refleja. Tiene que ver con un semental que perdió la visión de la ganadería de El Añadío, que pasta en tierras de Vilches, en la provincia de Jaén. Un toro que hasta ahora no había cubierto ninguna vaca, pero que llevaba por sus venas la sangre Coquilla que tanto bien hizo en esta casa.

Su propietaria, María Jesús Gualda, lo quería proteger a toda costa, quería probarlo y ver si era capaz de perpetuar esa sangre en su casa. Al contrario que pasa en las ganaderías de manso o en otro tipo de explotaciones, aquí se respeta al semental. La ganadera podría optar por llevarlo al matadero debido a sus problemas de visión, pero el toro es mucho más que un reproductor, es una parte de la ganadería, por eso, este toro, morirá de viejo en la sierra jiennense.

Un semental que tiene ampliamente desarrollado el olfato y el oído

Se dice que cuando se pierde un sentido, en este caso el de la vista, se agudizan otros. Este semental tiene desarrollado el olfato y el oído, lo que le ayuda la hora de orientarse. Sabe perfectamente en que lugar se encuentra el agua y el pienso, gracias a esos sentidos que tiene desarrollado se mueve sin problema por el cercado. Su propietaria, María Jesús Gualda, lo quería proteger a toda costa, quería probarlo y ver si era capaz de perpetuar esa sangre en su casa, pero existía un problema.

El toro pese a no ver y estar en un cercado muy escarpado, tenía muy complicado el dar con su lote de vacas, por ello su ganadera decidió meterlo en una de las cercas colindantes al cortijo, allí con un número reducido de hembras y sin grandes extensiones de terreno podía existir la posibilidad de que cubriera a alguna de ellas. Y así lo hizo, unos meses después empezaron a nacer becerros de ese toro al que tanta fe le tenía su ganadera.

Con el toro ocurre lo contrario que con las vacas; éstas tienen un fuerte instinto maternal sobre las crías, algo que no tienen los sementales, para ellos esos pequeños que corretear junto a él no le llaman la atención ni le producen ningún tipo de reacción, es más, en muchos casos no los quieren ver cerca, se siente incómodo. En el caso de este animal es diferente, únicamente los huele y los escucha, de ahí que prácticamente no tenga ningún contacto con ellos. Es algo muy común en esta raza, son las madres aquellas que tienen muy marcados el instinto de protección.

El toro no reconoce a los becerros como suyos, pero sí logra saber dónde están por el tacto

Pero no siempre es así: en muchos casos las vacas aborrecen a su becerro y lo abandonan. Esto suele pasar con las primerizas, vacas que no están acostumbradas a dar a luz y que, por tanto, no saben como actuar una vez que tiene junto a ellas a un animal recién nacido. En algunas ocasiones llegan incluso a pegarles una vez que los repudian. Esto sucede cuando el becerro huele a humano, es decir, cuando este estuvo junto a él tras ponerle el crotal.

Por todo ello hay que estar siempre pendiente de ellas, e incluso ver si esta se come la placenta del becerro nada más nacer, si lo hace es que acepta a su hijo, de lo contrario habrá que llevarse al becerro al cortijo para darle los calostros, sin ellos no sobrevivirá. Queda claro que el campo es duro en muchas ocasiones. El semental no reconoce a los becerros como suyos y la vaca según su reacción puede tomar el mismo camino o no, todo depende de como afronte el momento.