AL NATURAL

Pedro Jorge Marqués, el hombre ‘oculto’ tras la carrera de Morante y que está consiguiendo la gloria junto a él


jueves 27 abril, 2023

Es el apoderado que ha conseguido que el duende de la marisma despliegue todo su genio y entre en la historia descerrajando la puerta

Morante Entre Cabezas (1)
Pedro Jorge Marques, con Morante toreando al fondo en Sevilla © Luis Sánchez Olmedo

Dejar que un torero toree es lo más fácil del mundo; se le pone una muleta en la mano y se le anima a practicar el arte llamado de Cúchares. De ahí para adelante, el talento del ‘toreador’ será el que determine la longitud de su carrera o la magnitud de su batacazo. Hasta ahí, todo muy lógico. Todo muy tautológico, porque los argumentos no admiten oposición. Pero, ¿y si sí la admitiesen? ¿Y si la planteamos, incluso, aunque no la admitan? Hoy, que todo el mundo alaba el rabo de Morante como el más grande de la historia, a mí se me ha ocurrido reflexionar por qué José Antonio estaba hoy aquí, en su cita con la historia.

Y, pensando pensando, todas las conclusiones a las que llegaba tenían nombre y apellidos. Porque han sido muchos y muy notorios los que han gestionado la carrera de Morante, los que lo han hecho rico, los que han velado por sus intereses -en algunos casos sólo porque había una suculenta comisión detrás-. Pero ha habido uno, sólo uno, que ha dejado abierto el candado donde guardaban al monstruo para que, junto a él, saliese el artista. Hasta el punto de que el personaje en que hoy se ha convertido José Antonio ha fagocitado sin piedad a aquel en el que lo quisieron transformar milquinientas campañas de márketing y de reinvención.

Ese hombre que dio con la tecla, que se llama Pedro Jorge Marques y tiene el mérito de haberse molestado en conocer a su amigo, hoy en día tendrá mucha más satisfacción con la gloria que ha alcanzado Morante que con la que pueda haber tocado él como un apoderado que él mismo sabe que no es. Ejerce porque estaba cansado de ver cómo le ataban las manos y la mente al mayor genio que ha dado la historia, porque le ardía la barriga al ver cómo intentaban controlar esa bipolaridad tan manoseada sin que a nadie se le ocurriese que esa era la característica que lo convertiría en leyenda. Pedro dejó que José Antonio pensase; y fue José Antonio quien fabricó al mejor Morante posible.

Y fue entonces cuando se acometieron las mayores locuras que todos sus apoderados anteriores pudieron tener como pesadillas; y fue cuando Morante dejó de estar encorsetado en un personaje que ni era ni le gustaba; y fue entonces, y sólo entonces, cuando la capacidad de Morante de convertirse en semidiós se vio con la rienda suelta. Y no se desbocó, como pensaban los demás; y no se volvió loco como barruntaban en las tabernas; y no murió el personaje entre fracaso y fracaso, como imaginaban los que algo tenían que inventar para seguir contratándolo: simplemente, todo se colocó en su lugar. ¡Y qué lugar…!

Por eso hoy, cuando un genio desatado se va a hombrs cortando la circulación de una de las principales arterias de Sevilla, porque el que paga su entrada no la va a tirar jamás, me apetecía ponerle nombre y apellidos, cara y ojos, al que fue capaz de entender a un amigo simplemente para que fuera más feliz. Y, con él, nosotros. Gracias, Pedro.