MALAGA

El toreo que desgarra


sábado 8 abril, 2023

Una corrida con buen fondo de Álvaro Núñez permite una tarde de gran toreo en la Malagueta

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Dicen que torear es burlar a la muerte sin engañarla, entregar el alma sin ambajes en una lírica entre toro y torero. Una vez le preguntaron a Rafal El Gallo, Maestro, ¿qué es para usted lo clásico? Para mi, lo que no se puede hacer mejón. Una definición que casa a la perfección con la tarde de toros que dio Ortega en Málaga.

Un toreo que hoy cinceló una obra de tal calibre que no se puede catalogar como una más y que debe quedar marcada para la historia como aquellas que antaño realizaron en esta plaza toreros de la enjundia de Ordoñez, Romero, Paula o Manzanares. Un toreo tan desgarrador como sutil, tan natural como arrebatado, tan puro como frágil. Ese toreo que se vio también gracias a dos toros como Cayetano y Aguado que pasearon sendas orejas en una tarde donde Álvaro Núñez también debe recibir su cuota de protagonismo.

Cayetano deja momentos sueltos con el irregular primero

Cayetano abría la tarde de hoy Sábado Santo en La Malagueta, y fue precisamente ante un animal de Álvaro Núñez que salió suelto del capote, amagando varias veces con querer rajarse. Un astado que pese a esa condición agradeció siempre la suavidad. Eso se notó en el quite de un Ortega que se arrebujó el toro a la cintura en un quite por chicuelinas marcado por el juego de muñecas. Cayetano sabía que no podía apretarle, la condición del animal no se permitía. Pese a amagar con rajarse y embestir a media alturita, era agradecido cuando se le hacían las cosas bien. La virtud de Cayetano fue dejársela siempre puesta y tirar de él. El animal de Álvaro Núñez tenía mayor entrega y ritmo a zurdas, por ahí dejó naturales donde pudo saborear el toreo. Pese a ello a la faena le faltó mayor templanza primando la cantidad a la calidad. Se atascó con la suerte suprema siendo finalmente silenciado tras sonar un aviso.

Ortega paladea el toreo con un segundo de gran bondad que duró un suspiro

El primero del lote de Ortega fue un animal más fino que el jabonero que abrió plaza, un toro de gran calidad, pero con el motor de la fuerza gripado. El sevillano soltó muñecas en un inicio capotero donde dejó lances sueltos, ese que no pudo tener mayor redondez por la condición del astado. Ortega era consciente que el toro estaba cogido con alfileres, sabía que la faena tenía que ser breve, de ahí su portentoso inicio. Fueron tres muletazos, pero para que más. Zapatillas asentadas, mentón en el pecho y la muleta por delante; la gloriosa trinchera tuvo reminiscencias de la Alameda. Juan sabía de la clase del animal, de ahí que todo lo hiciera a media altura y de uno en uno. No fueron más de cinco muletazos, pero valieron para que la malagueta pidiera la oreja. Al contrario que el primero, este era toro para torearlo en la distancia corta, ahí con menos empuje se le podía sujetar. La clave estuvo en el embroque, en torear sin toques, en ponerle el alma, pero el toro no podía con el rabo, de ahí sus embestidas a la defensa. La ovación cerrada de la plaza son de esas que deben reconfortar al torero.

Oreja a la firmeza de Aguado con el reservón tercero

El tercero fue en animal que tendió siempre a meterse por dentro, un astado de embestida seca y sin entrega. Aguado tenía que estar con los cinco sentidos puestos y hacerle ver al toro quien era el que mandaba. El de Álvaro Núñez se lo guardó todo dentro y cuando embestía lo hacía picando por dentro. El sevillano se la puso en la cara y no le dejó pensar, ahí brotó la mejor serie con un muletazo sobresaliente a derechas. Con el toro ya podido cinceló otra serie que caló enormemente en la parroquia malagueña. La virtud de Aguado estuvo en la firmeza de plantas, en no dejarse engañar por un toro que arrollaba si no estabas firme con él. Labor seria de un torero que volvió a demostrar hoy en Málaga que también es un torero poderoso. Sonó un aviso tras atascarse con los aceros, pese a ello la petición fue mayoritaria, siendo concedida la oreja.

Cayetano pasea la oreja del interesante cuarto en una labor de enorme conexión con el tendido

Le cortó Cayetano la oreja al cuarto, un animal que no se rompió en los primeros tercios pero que tuvo un interesante postre en la muleta. Brindó Cayetano a Domingo Zapata una labor donde se pudo ver las dos caras de su toreo. Primero templó a zurdas al colorao de Álvaro Núñez para después poner rodilla en tierra y acortar distancias. Delante tuvo un ejemplar que tuvo mejor embroque a zurdas, por ahí se sentía más cómodo embistiendo. Pese a ser mironcete, siempre tuvo fijeza en la muleta de un Cayetano que consiguió acariciar su enclasada embestida en dos series de gran redondez. Con la derecha le faltó mayor entrega a un astado exigente por su buen fondo de casta, un animal que no permitía que lo llevases sin torear. Cayetano conectó tremendamente con un tendido que pidió el doble trofeo tras la muerte del animal. La oreja no dejó contento a nadie.

Ortega desoreja al importante quinto tras una obra magistral

Salió ya de chiqueros con el morro por delante el melocotón que hizo quinto, un animal de una clase bárbara con el que Ortega cinceló ese toreo que conmueve por dentro. Primero fue en un saludo capotero donde se durmió en lances a la verónica de suma templanza, esos que acompañó con otros por chicuelinas que saboreó una plaza ya en pie. Pero ahí no quedó la cosa, su inicio sacándose el toro al tercio inundó de torería la plaza. Pese a no estar sobrado de fuerzas, el animal venido de tierras portuguesas entregó su alma en cada embestida para que el sevillano pudiera sacar ese toreo que atesora. Muñecas y cintura, no hizo falta más para acariciar las entregadas embestidas de un toro que hizo honor a la sangre que llevaba por sus venas. Pese a mermarse el cuello en en un remate con el capote, de ahí que en más de una ocasión aliviase el muletazo por alto para no quebrantar al ejemplar. No fue un toro de público, pero sí el que necesitaba Ortega para sentirse pleno. Un tipo de animal que muchas veces pasa desapercibido para la gran masa, pero que tiene unas cualidades innatas para crear una gran obra, esa que precisamente hizo un torero que se rompió toreando al ralentí en una faena que todos los presentes recordarán durante mucho tiempo. Ortega toreó dentro y fuera de la cara del animal, dejando su impronta también en los remates de las series con larguísimos pases de pecho y remates por bajo. Pero ahí no quedó la cosa, el molitene belmontino de final de faena cerró una cuadratura del circulo perfecta. Fueron 25 muletazos, no hacían falta más si con ellos el toreo llegaba a cotas tan altas como estas. Las dos orejas fueron de ley, Ortega volvía a golpear a pocas semanas de volver a su plaza, Sevilla.

Aguado dibuja muletazos sueltos ante el noble cierraplaza

Era difícil andar suelto y despejado de mente cuando en el toro anterior sucedía un acontecimiento como el vivido, pero Aguado es un torero con una cabeza privilegiada, de ahí que no le pasara factura. Le sacó aquello que tenía a otro toro de Álvaro Núñez con buen ritmo y fondo de clase. Pablo buscó siempre aprovechar la inercia de su arrancada para llevarlo cosidito a la muleta en una obra llena de detalles. El toro pese a tener virtudes duró poquito, pero lo que aguantó fue suficiente para dibujar muletazos marca de la casa. La naturalidad volvió a estar presente. No hubo triunfo, pero dejó constancia del momento por el que pasa. Tras pinchazo y estocada escuchó palmas.

 FICHA DEL FESTEJO

Plaza de Toros de Málaga, 3/4 largos de plaza en una tarde de gran ambiente en los tendidos.

Toros de Álvaro Núñez. Desiguales de presentación y juego. Destacó el importante quinto dentro de una corrida con virtides.

Cayetano, Silencio tras aviso y oreja

Juan Ortega, ovación tras petición y dos orejas

Pablo Aguado, oreja tras aviso y palmas