Durante la mañana de este viernes se ha vivido un momento insólito en los corrales de Las Ventas. Uno de los toros sorteados para el festejo de la tarde se daba un tremendo golpe contra una de las paredes de los corrales al intentar saltar detrás de las troneras que se encuentran rodeando a dicho corral, un lugar donde la autoridad, veterinarios, banderilleros o incluso los ganaderos, se colocan para ver el reconocimiento de las reses.
El toro en cuestión era el número 10, ‘Jopillo’ de nombre, castaño listón bragado y de 529 kilos, un animal que le cupo en suerte al espada francés Sebastián Castella, torero que vuelve a Madrid tras salir en hombros el pasado 19 de mayo después de desorejar a un toro de Jandilla. Al estar sin la compañía de los bueyes y ver a alguien detrás de dicha tronera, el animal se arrancó con la mala fortuna que se dio un tremendo topetazo con la pared que había detrás.
El toro seguramente no fue consciente de la poca distancia que había entre dicha tronera y la pared, golpeándose duramente contra esta. Afortunadamente el de Lola Domecq no acusó el golpe moviéndose con normalidad por el corral. Tras la oportuna revisión de los veterinarios, éstos dictaminaron que podía lidiarse sin ningún tipo de problema, de lo contrario la empresa hubiera tenido un escollo tras no poder lidiar dos astados de la divisa titular.
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— Fuchiqueras (@fuchiqueras) June 2, 2023
El hierro de El Torero que hoy se lidia en Madrid
La ganadería gaditana tiene una antigüedad del 27 de mayo de 1970, fecha en la que lidió por primera vez un encierro completo en la Monumental plaza de toros de Las Ventas, estando es ese momento en manos de Salvador Domecq y Díez. En 1968 se separa de sus hermanos, don Juan Pedro y don Pedro, con el traspaso de la tercera parte que le correspondía, pasando a anunciarse “Toros de El Torero”. En 1970 se vuelve a variar el hierro por el que actualmente utiliza.
Una ganadería que con el paso del tiempo se dividió en tres lotes: Toros de El Torero, propiedad de su hija Lola Domecq Sainz de Rozas, Salvador Domecq, propiedad de su hijo Salvador Domecq Sainz de Rozas, y Toros de Lagunajanda, propiedad de su hija María Domecq Sainz de Rozas, manteniéndose intacta en sus orígenes, esos que se crearon en 1930 con la adquisición de la ganadería del Duque de Veragua a don Manuel Martín Alonso, eliminando posteriormente parte del origen Veragua y la aumentándolo con reses de la ganadería de don Ramón Mora-Figueroa y del Conde de la Corte.