El campo bravo es una continua caja de sorpresas, por eso es tan importante dejarse asesorar por mayorales, vaqueros y ganadero, ya que son los únicos que conocen a la perfección a estos animales. Siempre decimos que el toro bravo es un animal jerárquico, es decir, que busca el enfrentamiento para destacar sobre los demás. Esto suele pasar con mayor frecuencia cuando se acerca un cambio de tiempo, ahí es el momento donde mayor cuidado hay que temer con ellos.
Estas peleas gracias a las fundas muchas veces no acaban en muerte, algo que relaja en cierta manera a los ganaderos, pero esto no es siempre así, en muchas ocasiones las peleas son tan fuertes que acaban con uno de los contrincantes muerto en la lona. Por todo ello, los ganaderos siguen dándole vueltas a como evitar un alto número de bajas en su ganadería cada año. Unos lo separan en cercados más pequeños, otros buscan hermanarlos desde erales, e incluso hay ganaderos que enfundan únicamente los toros de plaza de primera.
Pero en la ganadería onubense de Albarreal existe un método que ayuda a evitar —en algunos casos— bajas en las camadas. Guillermo García Palacios lleva tiempo dándole vueltas y ha llegado a la conclusión que la implementación de alambradas en vez de traviesas evita un mayor número de bajas en la camada. Cuando la pelea se recrudece, muchas veces la inercia de la misma les lleva hacia un extremo de la cerca, con las alambradas el toro tiene una opción de huir, con la traviesa no.
Algo que explicó pormenorizadamente el ganadero onubense a los compañeros de Toros para Todos: «Si el toro puede huir, se ha salvado. Ahí vemos la clara ventaja de la alambrada frente a la traviesa. Al ser más frágil, esta evita que los hermanos se ceben con un toro y le peguen hasta la muerte, con esto le damos una oportunidad al que va perdiendo de salvarse y huir».
El toro una vez que sale de su cercado no podrá volver más, de lo contrario sus hermanos lo estarán esperando. Por ello decide entrar en otra cerca, ahí se siente cómodo, a salvo, sin la presencia de aquellos que quisieron matarlo. Se trata de un toro de pelo castaño herrado con el número 44 en los costillares, un animal de gran seriedad pero impecables hechuras. Un astado que ahora tendrá que dirimir con sus nuevos compañeros, quien mandará en la cerca.