El Cid uno de los nombres propios de la actualidad del toreo a finales de 2022 cuando saltó la noticia de su reaparición. El torero de Salteras tomaba la decisión de volver tras abandonar los ruedos a finales de la temporada de 2019. Un espada que tras el anuncio de su vuelta tenía en la cabeza volver de nuevo a un circuito donde había sido pieza básica en los grandes años de su carrera, esos donde había cosechado grandes triunfos en sus casi 20 años como matador de toros.
Pero lo que parecía una vuelta unida a esas plazas y al hierro de la A Coronada se ha convertido en un 2023 prácticamente en blanco de no ser por su inclusión en Sevilla. Olivenza, Valencia, Castellón y Arlés no contaron con él pese a que algunas plazas le había hecho ver que tenía hueco en la Feria. Pero aquello que le dolió realmente fue su ausencia en Madrid, una plaza donde se quedó fuera sobre la bocina por compromisos empresariales.
Manuel sabía que tenía una única bala en la recámara del revolver y esa se llamaba Sevilla, su plaza. Y no falló. El de Salteras volvió a recordar a ese torero de antaño, un punto más maduro pero con sus señas de identidad marcadas. Tuvo el triunfo en la mano tras dos faenas llenas de armonía, templanza y buen gusto ante dos toros que le obligaron a sacar lo mejor de él. Vuelta al ruedo y oreja fue el balance de un torero que soñaba con que este triunfo le valiese para estar en plazas como Pamplona, Santander o Valencia.
Canalizó en sus muñecas la nobleza del primero, un animal agradecido cuando lo llevabas enganchado. La clave estuvo en perderle siempre pasos a un Victorino que se sentía más cómodo en la media distancia. Tras una estocada casi entera en buen sitio, se le pidió la oreja tímidamente, no siendo esta finalmente concedida. Si se la cortaría al cuarto, una faena donde volvimos a ver esa gran mano izquierda del de Salteras, siempre buscando llevar al toro empapado en las telas.
La clave estuvo en darle tiempo y distancia, en llevarlo siempre enganchado. Dos faenas que calaron en una plaza que volvió a reencontrarse con ese torero que tantas tardes les hizo disfrutar y que esa tarde volvió a estar a la altura que demandaba La Maestranza, contábamos en este medio aquel sábado de pescaito. Una tarde donde Manuel Jesús ‘El Cid’ compartió cartel con su tocayo Manuel Escribano y con el cacereño Emilio de Justo en una tarde donde la afición hispalense llenó casi en su totalidad los escaños de su plaza de toros.
«Ni le echo las culpas a los empresarios ni se la puedo echar a mis apoderados»
Por todo ello, y viendo que la tarde de Sevilla había tenido nula repercusión en los despachos, Jesús Bayort, compañero de ABC de Sevilla, quiso hablar con él para saber como está llevando este ostracismo que ya empieza a ser preocupante. El cortar una oreja en La Maestranza parece no tener valor hoy en día, o lo que es peor, vale más o menos según el torero que la corte. Un sistema que ahoga injustamente a una serie de toreros que injustamente se ven postergados a un lugar que no merecen.
«Ni le echo las culpas a los empresarios ni se la puedo echar a mis apoderados. El sistema lleva mucho tiempo así montado, y entiendo que haya toreros con mayor interés«. Ya avisó en su momento que no se planteaba torear “cincuenta corridas de toros» le comentaba Manuel Jesús a Jesús Bayort.
El de Salteras no esconde su decepción por no estar en las ferias, sabe perfectamente lo caro que está entrar en ellas, pero también anda molesto por no ver recompensado su triunfo de Sevilla, ese que debía haber valido para meter la cabeza en determinadas plazas. «Hay ferias en las que me hubiera gustado estar, como Santander o Valencia, que han salido después».
Pese a estas decepciones, Manuel confía en enderezar la temporada y en entrar en determinadas plazas. Por el momento sigue al pie del cañón esperando que su apoderado le dé buenas noticias, el volver a la reserva no pasa por su cabeza pese a tener él siempre un año más y el toro tener siempre la misma: «Seguiré en activo mientras el físico aguante y tenga ilusión».
Pero pese a ello, El Cid es consciente que su retirada final no queda lejos, aunque también reconoce que no es capaz de vivir sin tener el toreo cerca: «Sé que posiblemente dentro de dos años no pueda más y me tenga que ir, porque mi concepto poderoso y las corridas tan exigentes que toreo piden mucho de mí. Y sólo ante esa impotencia tomaré la decisión de marcharme. Mientras tanto, me ilusiona seguir preparándome. Es mi motor de vida. Tengo ilusión por hacer disfrutar a la gente, que es lo único que está en mi mano«.