El pasado sábado se citaban en la Real Plaza de Toros de El Puerto de Santa María tres toreros con conceptos bien diferenciados, pero con lazos que les unen más de los que muchos creen. Tres espadas que fundamentan su toreo en la espaciosidad, en aprovechar el ritmo de los animales para canalizar en sus muñecas esa embestida que hace que brote el toreo. Una tarde de toros donde se palpó desde el inicio que algo grande iba a pasar.
La corrida de Juan Pedro, noble y con calidad, sacó algún animal con ese picante que ya encontró hace años este hierro en Parladé, un festejo donde Morante volvió por sus fueros con un monumento al toreo de capa y una faena de una personalidad arrolladora que le valió la oreja de su primero. Talavante tendría delante a ese encastado animal del que hablábamos antes, un toro con el que volvió a sentirse torero en una de sus faenas de la temporada, que perdió el doble trofeo al enhebrar la espada.
Como tercer elemento del cartel estaba un Pablo Aguado que prosigue con su buena racha, un torero que entendió a la perfección aquello que le demandaron los dos toros de su lote. Suavidad y tacto con el bondadoso y templado tercero al que le cortó una oreja, y mayor fibra y raza con un sexto que pedía un paso adelante para domeñar su desigual embestida. El sevillano pasearía dos orejas en una tarde donde nuevamente se tiró a matar o morir como ya hiciera en Huelva con un toro de Albarreal al que toreó pausado y con cadencia.
Un Pablo Aguado que demostró que también sabe tirar de raza cuando las cosas se ponen cuesta arriba, un espada que en El Puerto volvió a buscar el triunfo a base de sinceridad, torería y hombría. El esfuerzo realizado ante el sexto no se podía ir por el sumidero, de ahí que se colocara cara a cara frente ante un Juan Pedro que no iba a ponérselo fácil para entrar a matar. Un toro al que había domeñado en un trasteo muy solvente.
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“Pablo se perfiló para entrar a matar y lo enganchó de lleno, justo ahí donde no vienen ideas buenas. Por el pecho. Al segundo envite fue todavía peor y resultó cogido de nuevo. Tremendo susto. Milagroso verle salir ileso. Al menos en apariencia” contaba Patricia Navarro en su crónica para La Razón. Desmadejado e intentando recuperar el aire perdido, Aguado no le quitaba ojo a un Juan Pedro con el que había dado ese paso que muchos le demandaban. Cogidas así te cortan en seco la respiración y en esta ocasión no iba a ser menos.
Pese a la paliza saldría en hombros por una puerta grande que se había ganado pese a “presentar una contusión con hematoma en región escapular derecha con erosión superficial”, como bien dictaminaba el parte médico. A día siguiente pasaría por el hospital Viamed de la capital hispalense para ser sometido a más pruebas siendo publicado horas después el siguiente parte médico por parte del doctor Alfredo Gimeno.
“Tras una contusión en la escápula se le ha procedido a hacer un TAC en su hombro derecho, detectándosele varias fracturas mínimamente desplazadas en el citado cuerpo escapular derecho. También padece contusiones de partes blandas con engrosamiento musculosubcutáneo de las partes blandas adyacentes de aspecto postraumático”. Un torero que pese a los dolores va a seguir cumpliendo con los compromisos de su temporada, empezando por el de esta tarde junto a Sebastián Castella y Tomás Rufo en Dax.