AL NATURAL

La tremenda imagen de Damián Castaño tras lo que le ocurrió en Las Ventas este domingo


lunes 11 septiembre, 2023

El charro estuvo a punto de romper los esquemas de los desafíos y reventar al natural la primera plaza del mundo

Damián Castaño (1)
Damián Castaño se lamenta del triunfo perdido en Madrid © Luis Sánchez Olmedo

Estaba desolado, decepcionado, hundido… Tenía esa emoción extraña que te embarga cuando la felicidad que acabas de sentir se hace humo para dejar paso a la realidad descorazonada. Damián Castaño se colgaba de las tablas granates del callejón preguntándose por qué no había querido entrar la espada en el momento de su vida que más lo había necesitado. Acababa de reventar Madrid al natural con un toro de Valdellán. Acababa de saborear la gloria cuando te roza los labios y te provoca esa sensación adictiva de quererla cada día el resto de tu vida. Terminaba de dar una vuelta al ruedo llorando de rabia por no tener en la mano más que la montera. Con lo que cuesta, con lo que le ha costado a él llegar hasta ahí…

Antes, muy poco antes, un toro de Valdellán se había deslizado por una tela magistralmente manejada por el salmantino para enganchar muy adelante, soltar muy atrás y comprometerse en los embroques como aquel que de verdad se lo juega todo en este rito, porque para Damián, al que el sistema lleva maltratando desde que se convirtiese en niño prodigio del toreo, sin toreo no hay vida. Así de simple.

Por eso entrena cada día, mejorando su concepto, su exigencia, su compromiso, su forma de interpretar. Por eso se preocupa de estar aquí o allí buscando el escaparate que le deje mostrar sus estupendas cualidades para funcionar por las ferias. Porque Damián es el único que queda de aquella generación de niños prodigio que pareció estar destinada a relevar a la generación que mandaba y ahora está cada uno por su lado. Damián no; Damián continúa buscando -no esperando- el momento en que el Dios del toreo se decida a hacer justicia. Ayer, en Las Ventas, casi lo consigue.

Y llegará. Estoy convencido de que llegará porque el pequeño de los Castaño se ha preocupado de hacer que llegue, jugándose el cuero por esos gaches de Dios, matando con solvencia la del Tío Picardías y volviendo contento de haber conseguido un triunfo que sólo le serviría, en el mejor de los casos, para volver con la misma al año siguiente. ¡Y que no faltase!

Ayer, cuando la puñetera espada se empeñó en dejar a medias el triunfo que ya tenía en la mano, Damián quedó desolado, porque comprendió que le queda más de lo mismo hasta que lo vuelvan a ver. Con lo que no contaba es con que ahora sí lo han visto de verdad en la plaza donde lo tenían que ver. Y tienen alguna excusa menos para no ponerlo en Salamanca -aunque sea en una sustitución-, y que volverá a Madrid porque se lo ha ganado cuando los demás venían a no perder. Porque tuvo fe.

Por eso la próxima vez que pise Las Ventas ya no será ni el chiquito de Salamanca, ni el hermano de Javier, ni el probre del paseíllo; será Damián Castaño, porque ayer se ganó en Madrid, entre otras cosas, que se respete su nombre y se tenga muy en cuenta. Así fue siempre la ley de Madrid.