SEVILLA

Pablo Aguado: una obra de pura sevillanía


viernes 29 septiembre, 2023

Aguado dejó los pasajes de mayor enjundia en una labor gran cadencia y sutileza al tercero en una tarde donde Manzanares pasó de puntillas tras una faena de plano metraje ante el animal de mayor viveza y entrega del festejo. Por su parte, Morante de la Puebla reapareció en Sevilla para dejar volar su capote en una tarde donde puso aquello que le faltó a los toros de la casa Matilla.

Aguado
Aguado con el capote. © Eduardo Porcuna

Morante de la Puebla, José María Manzanares y Pablo Aguado hacían el paseíllo, este 29 de septiembre, en la primera de la Feria de San Miguel ante un lleno de No Hay Billetes en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Se lidiaban toros de García Jiménez.

Labor breve y torera de Morante con un primero cogido con pinzas

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Abrió plaza ‘Veraneante’, un astado de García Jiménez con buenas hechuras y cuello para humillar, un astado que salió suelto, desentendiéndose de los capotes y con querencia a tablas. Un ejemplar que se desplazó más y mejor a derechas, pitón por donde José Antonio cinceló dos verónicas de cartel, ganándole siempre terreno y buscando las inercias. El de la familia Matilla evidenció desde el primer momento que le iba a costar un mundo repetir por abajo tras los engaños, de ahí que Morante lo hiciera todo a media altura. Volvió a gustarse en un garboso quite por chicuelinas, enroscándose al toro a la cintura; la tercera fue puro barroquismo bajando mucho las manos. Comenzó su faena pegado a tablas con muletazos por alto ante un toro que ya no podía con su alma. El trincherazo posterior fue seda pura, pero ahí se quedó el animal. No se dio coba el cigarrero yéndose a por la espada tras dejar algún muletazo con sabor a derechas. Tras un pinchazo hondo fue silenciado.

Manzanares pincha una irregular faena al mansito pero emotivo segundo

No hizo cosas buenas de salida el segundo, un astado que apretó por el izquierdo y no se empleó en demasía a derechas. Se le cuidó en el jaco para llegar a la muleta sin definirse. Manzanares acertó en meterlo en la pañosa desde un primer momento, buscando que el toro agarrara celo, pero este siempre tendía mirar hacia tablas. Lo mejor de su primera serie vino en un gran cambio de mano tras unos muletazos algo despegaditos. El mansito de Matilla cogió ritmo en la muleta, colocando la cara y yéndose detrás de los vuelos hasta el final. Manzanares estuvo exultantemente fácil, pero sin ponerle el alma que requería la embestida de ‘Principal’. Volvieron a destacar los cambios de mano y un circular interminable con la plaza en pie. Anduvo conformista, sin apretar el acelerador en tandas donde nunca se sintió con un toro al que no le sacó todo lo que llevaba dentro. Por debajo el alicantino de un animal que requería pulso y firmeza de plantas. Por el izquierdo el toro tendió a salirse de la suerte, abreviando una vez vista la reponedora embestida del toro. Volvió a derechas para dejar otra serie limpia antes de pinchar una labor que sería ovacionada.

Aguado pasea una oreja tras una faena de gran cadencia y naturalidad al manejable tercero

Sin Título

Gustó a la Maestranza la labor de Aguado al tercero, un noble animal de García Jiménez al que le faltó la emotividad de su hermano lidiado en segundo lugar, un astado que tuvo un temple innato en su embestida, esa que supo canalizar Aguado en una labor de guante de seda. Ya con el capote había esculpido un monumento al buen torear, primero con un cadencioso quite por chicuelinas jugando con las muñecas, para posteriormente dibujar un ramillete de verónicas ganándole siempre un paso al animal. La media de cierre fue seda pura. Comenzó su labor junto al tercio del 4 toreando a media altura, sin apretarle pero haciéndolo todo con sutileza. Aguado se sintió con trincherazos a medio compás. El sevillano vio claras las bondades de toro desde el primer momento para dibujar muletazos con su personal trazo. Acertó en distancia y alturas, le apretó lo justo a un toro que sin humillar tuvo unas quince arrancadas con franqueza. Por el izquierdo volvió a jugar con las alturas ante un ejemplar que tenía cierto ritmo, pero al que había que ponerle alma. Una faena breve, no fueron más de 25 muletazos, una labor donde el sevillano esculpió un molinete y un cambio de mano previo al de pecho con reminiscencias a esa Sevilla de antaño. Se le vio suelto y despejado de mente en una obra basada en la naturalidad y la armonía, esa donde le pudimos ver torear con todo el cuerpo, sin forzar la figura y dándole siempre al animal aquello que pedía, de lo contrario esa intención de querer rajarse hubiera dado al traste con una labor de gran belleza, pulso y cadencia.

Silenciado Morante con el insulso y desrazado cuarto

No tuvo opciones Morante con el cuarto, un toro con nobleza pero sin empuje. Se fue a buscarlo a terrenos del 6 para robarle un ramillete de verónicas con más intención que lucimiento, para más tarde no ver, ni tan siquiera, la posibilidad de hacerle un quite. Salió decidido José Antonio con la muleta, pero el toro no podía con su alma. Paradito y sin una pizca de raza, el de Olga Jiménez, un astado que imposibilitó faena alguna. Tras pasaportar al toro fue silenciado.

Un anodino Manzanares pasa de puntillas con el noble y desrazado quinto

El quinto fue otro toro con nobleza y poca chispa, un astado con el que Manzanares se encontró a gusto, pero con el que tampoco pisó el acelerador. El alicantino volvió a realizar una faena monótona a un astado que siempre quiso que lo trataran con suavidad. Acertó en llevarlo tapadito en una primera serie donde el toro evidenció que no iba a tener la raza suficiente para irse tras los vuelos. Nunca tiró ni enganchó la embestida de Matilla, siempre se dejó venir al toro para más tarde empaparlo de muleta y soltar rápido su embestida. El alicantino tapó sus defectos con su innata elegancia, algo que en esta ocasión tampoco le bastó para cincelar una faena compacta. Tras pasaportarlo acabó siendo silenciado.

Silenciado Aguado con el marmolillo que cerró plaza

Muy protestado fue el sexto, un toro de Olga Jiménez que acusó una manifiesta falta de fuerzas y al que Aguado dejó alguna verónica suelta en un recibo irregular. Astado con el que Aguado no pudo ahormar faena alguna debido a su endeblez. Bien es cierto que no perdió las manos durante la labor del sevillano, pero no es menos cierto que este nunca le apretó. No se desesperó Aguado, buscando siembre citarlo en la media distancia y torearlo en línea. Sevilla agradeció la brevedad del espada hispalense dentro de una labor con buena disposición pero sin premio final.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera de la Feria de San Miguel. Corrida de toros. No Hay Billetes.

Toros de Hermanos García Jiménez. Con nobleza y buen ritmo a derechas el desfondado primero; con un importante pitón derecho el mansito pero emotivo segundo; con nobleza y buen ritmo el sosito tercero; sin una pizca de raza el desfondado cuarto; de desrazada condición el soso quinto; muy agarrado al piso el flojo sexto.

Morante de la Puebla, silencio y silencio.

José María Manzanares, ovación y silencio.

Pablo Aguado, oreja y silencio.

INCIDENCIAS: El público obligó a saludar a Morante tras el paseíllo, invitando a la terna a acompañarlo.

FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA

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