Aquel viernes 11 de agosto se puede considerar como uno de los días más negros del verano taurino, una tarde donde la bravura indómita de aquel sexto de Montalvo cortó de raíz buena parte de la temporada de un Daniel Luque que venía realizando una de las campañas más importantes de su carrera. El sevillano vivía un momento de plena madurez, entendiendo y cuajando a toros de distinta condición.
Pero aquel ‘Emisario’ hizo pagar un tributo demasiado grande a un torero que siempre le fue de cara. “Ya le había pegado tres tandas por el lado derecho, y cuando me eché la muleta a la mano izquierda, el animal me hizo un extraño al llegar al embroque” declaraba Daniel Luque en una entrevista publicada en la madrugada del día hoy en El Mundo. “Ya no me acuerdo de más. Veía la plaza girar porque me tuvo mucho tiempo arriba. Y cuando me soltó ya vi el desastre que tenía encima”.
Un torero que ha visto como su mes de agosto se iba por el sumidero, pero así es el toreo, y cuanto antes se acepte mejor para todos. Una entrevista donde Daniel no le escondió nada a un Vicente Zabala que quiso saber más sobre esos momentos, saber como se encontraba, como vivió aquel percance del que aún anda convaleciente y para el que se ha fijado una fecha de vuelta, el 9 de septiembre en Arlés.
Un percance que pudo deberse -en cierta medida- a la iluminación de la plaza, aunque el sevillano no cree que los tiros fueran por ahí: “Muchos me hablan de eso. Es verdad que a los toros les afecta mucho. Pero también pienso que hasta ese momento no le había afectado ni me había hecho extraño alguno”. Daniel, como todos los que se ponen delante de la cara del toro, saben que estos pueden herirte en cualquier momento, pero de hacerlo que sea toreando, entregado y abandonado: “Los toros salen para coger y nosotros somos conscientes de eso. No guardo rencor al toro”.
Una cornada de extrema gravedad que le obligó a ser operado en la misma plaza de toros. Pese a todo, la rotura del peroné era lo que más preocupaba a un torero que sabe que las cornadas se recuperan más o menos rápido, no así el tema de huesos: “Voy recuperando movilidad y ya puedo, incluso, andar erguido tras la cornada en el abdómen. Las cicatrices cierran, y en 15 ó 20 días estás toreando. Las fracturas de huesos ya sabemos que tienen sus tiempos”.
Pero sin duda el momento más delicado de la entrevista vino con la siguiente pregunta. ¿Fue consciente de la gravedad de la cornada desde el primer momento? ¿Llegó a verse las tripas fuera?, la respuesta fue de las que hielan la sangre: “Sí, sí. Tuve los intestinos en mis manos. En principio el mayor dolor lo sentí en el tobillo cuando me desestabilicé al apoyar el pie. Pero luego hubo un dolor muy fuerte en el vientre y me lo agarré. Recuerdo que ya en la camilla de quirófano le dije a un amigo: «Coño, tengo las tripas fuera». Tengo que agradecer al doctor Carabot Rodríguez-Rubio la tranquilidad que me transmitió en todo momento. Hicieron un trabajo espléndido. Los cirujanos taurinos son nuestros ángeles de la guarda”.
El espeluznante parte médico firmado por el doctor Carabot el pasado 11 de agosto en el Puerto de Santa María
“Daniel Luque ha sufrido una herida por asta de toro que interesa la cavidad abdominal. Rompe la pared muscular de la cavidad abdominal anterior con un orificio lo suficientemente grande para que salgan varias asas intestinales, que llegan evisceradas a la enfermería. El torero llega con dolor, obviamente, pero consciente. Además, se queja de un dolor en el tobillo izquierdo que parece no ser más que un esguince. Entonces centramos toda nuestra atención en la cornada del abdomen, que tiene fuera las asas del intestino delgado”.
“Limpiamos y, bajo anestesia general, recolocamos el intestino delgado. No apreciamos ninguna otra lesión de ningún otro órgano y, además, no se aprecia ninguna hemorragia activa. Colocamos, entonces los intyestinos, cerramos la pared abdominal dejando un drenaje dentro de esa pared, como testigo de la evolución de los próximos días, y dejamos otro drenaje dentro de la pared muscular, que es la que hemos cerrado. Para que, si se produce un sangrado en la zona, se evacúe el hematoma y no se produzca ninguna otra lesión”.
“Cerramos la piel y el paciente está estable, con buen estado general, y lo mandamos al hospital de referencia, que es el Hospital General de Jerez, para que permanezca allí unos días y asegurarnos de que no haya ninguna complicación o haya pasado desapercibida alguna lesión. El pronóstico es grave por la cantidad de días que va a estar de baja, lo que no creo es que corra peligro la vida del torero”.