Me confieso talavantista. Siempre lo he sido y no tengo por qué dejar de serlo, pero eso no impide que me parezcan fuera de tiempo y fuera de formas las contrataciones de Alejandro en Madrid desde que volvió de su letárgico retiro. Cuando decidió tomarse un par de años sabáticos se fue sabiendo que sólo estaba por debajo de Dios, pero nunca comprendió cuál es el argumento fundamental que has de esgrimir en este sistema para ganar más: ser más rentable. Y eso se consigue llegando al que paga de la forma que sea, pero llegando. Para que luego decida pagar por verte a ti. Es eso, y nada más que eso, lo que te dará la fuerza para pedir: dinero, corridas, compañeros, fechas… Ese es el Santo Grial que muchos toreros no ven porque no se deciden a levantar la cabeza de los trastos. A mirar a su alrededor.
Leía esta mañana a Zabala en El Mundo que la de Santi Domecq puede ser la cuarta comparecencia de Talavante este año en San Isidro. Cuatro tardes. Más que nadie. Sabiendo que Vicente siempre cuenta con buena información, me fui a mis fuentes, que no sólo me lo confirmaron, sino que me aseguraron que Alejandro siempre tuvo cuatro tardes desde que se empezó a confeccionar este San Isidro. Cuatro tardes. Como si se pusiese un piso a sí mismo en Las Ventas en el mes de mayo.
La verdad es que no sólo me sentí engañado por no haber sido esa la información que recibí en un primer momento; también me provocó estupor que la versión menos buena de Alejandro que se ha visto en esta plaza vaya a contar con más paseíllos que cuando ocupaba el peldaño inmediatamente inferior al mismo Dios. Y puedo entender la confianza ciega que Simón Casas tenga en su poderdante, y que la comparta Rafa Garrido. Hasta yo puedo compartirla. Pero… ¿cuatro tardes?
Eso significa que Talavante estará más tardes que nadie en el ruedo más importante del mundo, pero también que ocupa más sitio que nadie en una feria en la que acudir tres tardes es lo normal para unas figuras que ya no son jóvenes. Y eso hace que uno se pregunte si torear en Madrid ya no impone tanto o es que se le ha perdido parte del respeto a la plaza. O incluso todo, que también puede ser. Porque esa presencia masiva y abundante de los que más torean también cierran los huecos a los que lo hacen menos, a los que se les debe quedar cara de tontos cuando les dicen que no hay hueco y luego van a los carteles y ven los tripletes, las mixtas o los mano a mano. Incluso las encerronas -aunque en Madrid no haya ninguna este año-. Ver este póker de tardes de Talavante en su momento menos bueno tiene que ser muy frustrante.
Porque Madrid siempre fue un trago, y un compromiso gordo, y así debe seguir siendo, si queremos que a la tauromaquia se le siga teniendo un mínimo de respeto. Que nadie duda de que Alejandro siempre tenga la magia agazapada en las muñecas y en el alma, pero que hace mucho que no sale entera, y parece que se ha acostumbrado a adocenarse en lugar de buscar la mano de las mariposas. Que el indulto de Cali estuvo muy bien, pero el becerro que se fue para casa no es el ‘bou’ que debe salir siempre en Madrid. Por eso el respeto depende del compromiso que uno asuma al anunciarse: ¿va a estar usted dispuesto a jugarse la vida de verdad ocho veces en un mes en la plaza que más importa?
Porque de Otoño ya hablaremos cuando le propongan la quinta o incluso la sexta…