Rompía el paseíllo de la décima de la Temporada Grande con el aliciente de ver la confirmación de alternativa del sevillano Manuel Escribano de manos de Fabián Barba y con Víctor Mora como testigo.. En chiqueros, un encierro de La Punta y San Marcos.
Escaso de casi todo estaba el primero de La Punta, de trapío y de ritmo para repetir con codicia en las verónicas con las que le ganó el paso Escribano hasta los medios, donde remató con una revolera. Mejor son tuvo la raspa de La punta en las chicuelinas del quite que abrochó Escribano con una media de muchos quilates. Con mucha facilidad banderilleó el de Gerena, a pesar de lo tardo del animal, que deslució el tercio por ralentizarlo. Tuvo dulzura el de La Punta en la muleta y lo aprovechó Manuel para aplicarle suavidad al trapo con serenidad y suficiencia. Muy despacio trazó al natural, encontrando pronto el pulso para acompañar mientras conectaba de inmediato con el despoblado tendido. La almibarada calidad del toro le hacía embestir de dulce, aunque le faltaba transmisión para que llegase la profundidad del toreo. Aún así, pudo torearlo el sevillano a placer, con mucho gusto, acople y serenidad para cuajarle el carril que le apuntaba el bicho. Mucho sabor tuvo el epílogo a dos manos, de gran belleza formal, pero pinchó en primera instancia y se le fue el trofeo.
Mal aire sacó el segundo, de San Marcos, venciéndose en la tela de Fabián Barba y acusando mucho ese vicio en los primeros tercios. Mucho mérito tuvo el inicio genuflexo, donde supo el mexicano imponerse al animal en un momento clave que posibilitó el toreo más largo que llegó después sobre la derecha. Preciso anduvo en el enganche y preciso también en el pulso para acompañarle las arrancadas sin una duda. Firme en el toque y en el sitio, sin cederle un palmo para que no se le viniese arriba. Sacó el alma de guerrillero cuando se le fue viniendo abajo el toro, siempre hacia adelante y con valor seco para terminar desgranando naturales de mucho gusto, aunque no llegase la ligazón. Firme y segura la actuación del hidrocálido con un animal nada fácil con el que dejó un final de gran brillantez, donde sobresalió un cambio de mano monumental que hizo rugir al tendido. El fallo a espadas puso el único borrón en la obra.
Al tercero le costó arrancarse en los primeros envites al capote de Víctor Mora, que consiguió saludarlo por delantales aguantando mucho la llegada dormida. Amagó y hasta regateó el de La Punta en el quite por chicuelinas de Víctor Mora, donde se quedó muy corto. Tuvo disparo el animal en la muleta, donde había que andar muy listo para soportar la violencia de la arrancada y del geniudo empleo. De hecho se llevó un par de sustos el torero, que quiso darle firmeza y aguantar los parones sin demasiado éxito, recibiendo a cambio avisos serios del animal. Acusó Mora la escasez de contratos con un toro complicado, tardo y medidor, que le pidió el carnet en cada ademán. Se impacientó, además, el público, que dejó en silencio la labor del mexicano tras el bajonazo.
Con varias largas cambiadas de rodillas en el centro del platillo recibió Fabián Barba al cuarto, un toro más serio que se fue suelto tras el saludo y volvió al revés en las chicuelinas con que varió el toreo a la verónica el hidrocálido. Ciñó mucho las tafalleras en el quite, toreando muy despacio y variado, terminando con gaoneras y revolera de remate. Por estatuarios comenzó la faena Fabián, que dejó detalles de mucho gusto antes de que lo prendiese dramáticamente el animal, que nunca vino franco al trapo. No se arrugó el torero, que le planteó batalla a un Miguelito con mucho poder y genio. Hubo decisión y voluntad de embarcar con sinceridad en Barba, muy metido siempre en la tarde, con oficio para robarle naturales de mérito al de La Punta. Nunca renunció al triunfo un mexicano menudo pero grande de corazón que terminó acortando las distancias con valor y pundonor para que no se le escapase el triunfo. Una estocada desprendida y trasera no bastó para tocar pelo, pero sí para llevarse el reconocimiento de La México.
Más hecho estaba el quinto, con más remate que perfil, que no llegó a entregarse nunca en el saludo de Manuel Escribano. Con más exposición y espectacularidad que precisión cumplimentó el sevillano el tercio de banderillas, en el que sobresalió el violín por los adentros que cerró el tercio. Más motor tuvo este en la muleta, embistiendo con transmisión y con humillación a una muleta que no tomó en el principio excesivo compromiso, aunque sí largura y repetición para conectar con la grada. Ligó menos al natural, por donde se desplazó el animal con mucha calidad cuando lo metió en los vuelos, pero castigó las imprecisiones con parones reiterados. Mejor en el final de faena, cuando le echó Manuel la muleta al morro y se la arrastró por la arena con el belfo cosido, apretando la condición del toro a la distancia precisa y recibiendo arrancadas de mucha transmisión. Un final por manoletinas y circulares invertidos dejó en alto el epílogo para rematar con una estocada trasera que certificó una oreja.
Feo y paletón, protestado con fruición fue el sexto, al que recibió Víctor Mora con una larga cambiada en el tercio, pero tuvo que lidiarlo por abajo a falta de ritmo para lancear a la verónica. Y con muchísimo ajuste interpretó Víctor el quite por gaoneras, más entregado que brillante, pero con mucha disposición. Hubo urgencia en el torero, sabedor de que era el último toro que tenía contratado esta temporada, y enseñó calidad para correrle la mano en el inicio de faena, pero también cierta crispación al interpretar. Se fue asentando un poco más el de Aguascalientes a medida que se fue metiendo en harina, y dejó derechazos de buena fábrica en una labor intermitente presidida por las urgencias.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental Plaza México. Temporada Grande, décima de abono.
Toros de San Marcos (segundo) y La Punta (primero, tercero, cuarto, quinto y sexto), muy desiguales de presencia. De tremenda calidad sin chispa el primero; geniudo en la arrancada áspera el segundo; violento y medidor el tercero; incierto y con poder el complicado cuarto; emotivo y repetidor el quinto; espeso y vulgarón el feo sexto.
Fabián Barba (fucsia y oro): ovación tras aviso y dos vueltas al ruedo.
Manuel Escribano (verde botella y oro), que confirma alternativa: ovación tras aviso y oreja.
Víctor Mora (lila y plata): silencio y silencio tras aviso.
FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ