El lenguaje taurino, con toda su enorme riqueza, salpica el hablar cotidiano, también el político, sin que muchas veces quienes lo emplean sepan ni su origen ni su significado. Una más de las paradojas de un rito milenario, la tauromaquia, perseguido y maltratado (también desde dentro, por supuesto) desde los siglos de los siglos, ahora con esfuerzos redoblados y amplificados por la globalidad de la comunicación y las redes sociales, pero que no solo resiste sino que, a la que se descuidan, resurge con mayor fuerza.
Y al lenguaje taurino le dedica su artículo semanal en el suplemento “Ideas” de El País su subdirector Álex Grijelmo, de amplia y dilatada carrera periodística y docente, la mayoría de ella- en dos etapas- en dicho diario (del que es responsable de su Libro de Estilo), así como en la Agencia Efe y otros medios. Además, Grijelmo es autor de varios libros en los que el lenguaje es el hilo conductor y, entre ellos “La punta de la lengua”, que así se llama su columna antes mencionada y que, en la edición de este domingo 17 de julio, titula “Los toros hablan” y que, como ya el título da pistas, tiene que ver con el léxico taurino y su utilización, a menudo inconsciente.
Lo abre de esta guisa, cito textualmente: La precisión léxica que acumuló la lidia durante siglos no parece haber llegado a algunos narradores de los encierros de San Fermín que hablan cada día de los “heridos por asta de toro” (claro, no va a ser por asta de bandera).
¡Mira que ha tenido para fijarse ejemplos de incorrecto lenguaje, no solo taurino, empleado por los comentaristas de TVE1 encargado este año de los encierros sanfermineros, un dislate tras otro, con perlas como decir “pinchar” por cornear o hablar de “colores· de los toros cuando al pelaje o capas se referían y, de entre estos, “color canoso” a un toro gris!.
Pero no, Grijelmo hace la gracia y se exclama, tan sabio él, al diferenciar una asta de otra. Resulta que desconoce que en los partes médicos cuando se produce un percance que lleva al torero a la enfermería de la plaza o al hospital, se escribe, si la ocasión es tal, “herida por asta de toro”, pues precisamente eso es una cornada y lo que la diferencia de cualquier otro tipo de herida.
Ya en el segundo párrafo del artículo Grijelmo no puede disimular y escribe: La lidia lleva mal camino, por la evolución de una sociedad que empieza a repudiar mayoritariamente el maltrato a los animales. El etnógrafo Joaquín Díaz auguraba en 2015, preguntado al respecto por El País “yo creo que se acabará indultando al animal y manteniendo la fiesta. Es decir se establecerá un simple juego sin matar al toro. Ajá. Por cierto, tomen nota los de la indultitis sin ton ni son.
En los párrafos siguientes, el autor justifica el- en teoría- motivo del artículo con una lista de expresiones taurinas habituales, como “ver los toros desde la barrera”, “hasta el rabo todo es toro”, “coger el toro por los cuernos” y otras, con la respectiva explicación más o menos afortunada y un gazapo monumental en un lingüista como él. Escribe: quedará patente el origen taurómaco de la imagen si contamos que una persona ha recibido muchas puyas y debemos echarle un capote…
¡Pero bueno, don Antonio! Una persona no recibe “muchas puyas” sino, en todo caso “pullas”, así, con ll -y con o, claro-. Porque las pullas a las personas lo son para herirlas u ofenderlas en su amor propio, no para probar su bravura y sangrarlas, caso del toro, como quien más quien menos sabe, aunque quizás Grijelmo desconoce.
Redondea su faena lingüística explicando(sic) lo que él llama un expresión erudita “se fue con una media en las agujas” (cabizbajo- el toro- en alusión a esa estocada que humilla pero no mata)., cuando precisamente una media en el hoyo( se le ha olvidado lo de hoyo) de las agujas es de efecto rápido y letal.
Pero es en el último párrafo donde recupera el que parece ser – las pruebas son fehacientes- el auténtico espíritu de su columna y un nuevo disparate.
Hete aquí: Ojalá en el futuro sea posible una nueva fiesta taurina sin la muerte del animal(con recortadores, garrochistas, toreo de capote…) para que su lenguaje siga refrescando esos dichos y metáforas que representan tan fielmente lo que nos pasa en la vida.
Una aberración, vaya, pero tan del gusto de esa corte de puritanos y meapilas que todo lo invade en aras de un supuesto progresismo y ecologismo de salón y su cruzada antitaurina.
Señor Grijelmo, como de citas taurinas va la cosa, ahí va otra que forma parte de la letra de un pasodoble que seguro hasta usted conoce: Manolete, Manolete, si no sabes escribir- perdón, torear- pá que te metes.