Si hace una semana el incendio forestal declarado en Cebreros (Ávila) alcanzó la finca de la ganadería brava de Los Lastrones, ubicada en las cercanías del citado municipio abulense, este domingo el propio ganadero, Daniel González, hacía pública a través de la cuenta de Instagram del hierro una doble tragedia: los lobos han atacado a dentelladas al ganado bravo que huyó de los incendios.
«Después de todo lo que estamos pasando en esta última semana, nos encontramos que hoy, después de días buscando los becerros, hemos encontrado uno con mordedura de lobo«, exponía González, mostrando un vídeo con las heridas del becerro. «Es bastante doloroso ver cómo día tras día nos encontramos con becerros heridos o muertos. No podemos aguantar más y necesitamos que por una vez nos escuchen las autoridades competentes y nos ayuden. Ahora más que nunca os necesitamos».
Recordamos que, el pasado 16 de julio, estalló el incendio en esta zona de Ávila, justo donde pasta la ganadería de Los Lastrones. La finca tiene 1.000 hectáreas, y las vacas se encuentran en una parte que tiene unas 600 hectáreas de zona de sierra que se encuentran a 1.300 metros de altitud.
«Esto está siendo desolador, impotencia y un horror, pero muchas gracias a todo el mundo del toro, a todos los amigos y a los particulares de todas las partes del mundo, por sus muestras de cariño y apoyo. Estamos desolados y muy preocupados por nuestros animales», señalaba la propia ganadería a través de su cuenta de Twitter mientras mostraba una imagen de las llamas a pocos metros del cercado con los animales.
Esto está siendo desolador, impotencia y un horror, pro muchas gracias a todo l mundo dl toro, a todos los amigos y a los particulares d todas las partes del mundo, por sus muestras de cariño y apoyo, estamos desolados y muy preocupados por nuestros animales, #loslastronessequema pic.twitter.com/Pq3F4hQVVL
— Los Lastrones (@LosLastrones) July 17, 2022
Por otro lado, el pasado invierno el ganadero de Los Lastrones explicaba también con rabia y frustración cómo los lobos habían acabado con una becerra recién nacida y con su madre, que murió unos días después plagada de heridas en su cuerpo por defender a su cría. «Así estamos semana tras semana. Es una pérdida genética y económica insoportable», describía el criador de bravo.