Comenzaba la Temporada Grande en la Monumental Plaza México con una corrida de toros de Xajay para los mexicanos Zotoluco y Joselito Adame y el español José María Manzanares. Más de 30.000 personas se dieron cita en El Embudo para asistir al festejo.
Muy despacio llegó al capote de Zotoluco el primero, un burraco calcetero de buena hechura pero mucha reserva en su comportamiento. Manseó después en el caballo y salió de naja con descaro hasta que le taparon la salida, y entonces dejó la cara abajo sin gran pelea. Fue el propio Zotoluco quien se encargó de la brega ara cuidarle la escasa fuerza al animal. Con los pies juntos inició pasando por alto la faena de muleta, quizá demasiado encima y con poco sitio para empujarle la feble condición. A media altura llevó siempre la cara en una faena a la que quiso ponerle gusto con la zurda el mexicano, lo que fue casi imposible con un animal que se quedaba bajo la tela por su escaso empuje, obligándole a corregir siempre la posición. Tuvo paciencia Zotoluco, pero no había más en el fondo. Una estocada corta bastó para pasaportarlo sin más historia.
Muy escaso de presencia andaba el segundo, un toro esmirriado, lavado de cara y zancudo que tuvo cierta chispa en las verónicas con las que lo saludó Manzanares con mucha facilidad. Escaso fue también el castigo en varas, pero llegó a la muleta con una aspereza acusada que molestó mucho en la cara. Sin entrega ni fijeza, tuvo que acoplarse Manzanares a la informalidad manifiesta para robarle algunos muletazos de buen trazo con la mano derecha, siempre mirón y medidor. Al ataque en el final de faena, le puso Josemari picante a la transmisión del animal para hacerse con el tendido. Lo mató de una estocada con seguridad y paseó una oreja.
El tercero, toro vareado y bien hecho, con las puntas vivas por delante, se rebozó con mucha clase y boyantía en las verónicas encajadas y dispuestas del gran saludo capotero de Joselito Adame. Metió la cara en el caballo con fijeza y con empuje. Con la mano muy baja firmó el quite por chicuelinas el hidrocálido, muy metido siempre en la tarde. Muy con él estaba el tendido cuando brindó al respetable, y con mucho relajo inició la labor el mexicano, que supo embarcar en la línea las primeras arrancadas del enclasado animal para meterlo en el trapo. Luego llegó el toreo, con desmayo en la muñeca zurda, con suavidad en el vuelo y temple en el corazón, acariciando la humillación de gran calidad del de Julián Hamdan. Muy sentido el trasteo, que culminó despatarrado y entregado al máximo, saboreando cada arrancada para convertirla en alma. Un pinchazo previo a la estocada dejó el premio en una oreja.
El cuarto embistió con humillación sin boyantía en el percal de Zotoluco, que supo esperar la llegada dormida del animal, también de escasa entidad. También a este lo bregó el matador, que lo había dejado crudo en el caballo para que no se le viniera abajo. Con mucha tranquilidad se tomó el inicio Lalo, ofreciéndole el trazo muy largo para hacerle deslizar la nobleza mostrada, y logró embestidas humilladas con la mano izquierda sin el viaje muy largo, pero con mucha intención. Los inoportunos desarmes le echaron al tendido encima, y los muletazos sueltos de pañosa retrasada no lograron conectar de nuevo, ya con el toro muy parado. Corajudo el veterano azteca en el final de faena para robar naturales, no le dio la duración al enemigo para ser tal, a pesar de lograr cambiar la opinión de la grada en una faena larga presidida por la veteranía de un consumado lidiador. La estocada baja dio al traste con cualquier posible premio.
Tuvieron empaque y personalidad las verónicas elegantes de Manzanares al quinto, un toro bien hecho que repitió con mucha intención y muy humillado en los vuelos del percal. Con mucha intención le fue empujando las arrancadas en el inicio, sin obligar al animal, pero embarcando la embestida en el vuelo con suavidad. Con ese mismo argumento llegó la exigencia después, ciñéndose las arrancadas para morir tras la cadera, con un tremendo empaque en el elegante embroque. No le llegó, sin embargo, el fuelle al de Xajay para embestir con boyantía, pero sí para mantener la humillación en una serie al natural de mucho fuste. Terminó rajado el animal, pero aún le dio al de Xajay para embestirle por abajo a Manzanares en naturales sueltos de gran factura en el final de una faena larga. Sonó un aviso antes del pinchazo y un metisaca accidental que reventó al de Xajay.
Con una larga de rodillas en el tercio recibió Adame al cierraplaza, al que le faltó ritmo y repetición después, en el toreo a la verónica, a pesar de la humillación entregada con que tomaba la tela. Por zapopinas quitó el mexicano, muy ceñidas en el embroque, con el toro distraído. De rodillas junto al estribo fue el largo inicio de faena, vibrante y despacioso, muy metido en la labor y con la atención de la plaza captada desde el principio. Corto era el viaje del de Xajay, pero fue el mismo abandono del toro anterior el que sacó Adame en este, ofreciendo suave y seguro el trapo, sin exigir demasiado a la deslucida condición del animal. Sutil en los toques, supo aportarle cadencia a la pañosa para que no parase el animal, al que le ofreció espaciadas las tandas, vistiendo bien los tiempos muertos. Muy despacio en el final de faena, supo acoplarse con perfección a los circulares bien pulseados, rematados con bellos desdenes. Una estocada recibiendo rubricó el triunfo con el doble trofeo.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental Plaza México. Temporada Grande, primera de abono. Más de 30.000 personas en el tendido.
Tres toros Julián Handam (primero, segundo y tercero) y tres de Xajay (cuarto, quinto y sexto) Inválido el primero; áspero y medidor el complicado segundo; enclasado y humillador el gran tercero, premiado con arrastre lento; deslucido y sin ritmo el cuarto; noble y humillado sin ritmo el quinto; soso y sin humillación el espeso sexto.
Zotoluco (lila y oro): silencio y silencio.
José María Manzanares (negro y azabache): oreja y silencio.
Joselito Adame (lila y oro): oreja y dos orejas.
FOTOGALERÍA Y VÍDEO: EMILIO MÉNDEZ